¿Qué relación puede haber entre un centurión romano a punto de jubilarse, Jack el Destripador y un anodino empleado de correos del siglo XXI? Siguiendo la línea de las novelas de la trilogía de Ramón Cerdá, yo me lo jugaría todo a que la relación es el médium Consuelo, el personaje secundario (o no tan secundario, ya que en esta ocasión juega un papel determinante en la trama) que actúa como la masilla que une las tres novelas en una maravillosa combinación de tres relatos en los que Cerdá rompe con lo establecido en este tipo de temas, mezclando realidad y ficción para dar lugar a novelas de intriga y suspense magistrales, como no se habían visto antes. ¿Pero cuál es la relación en realidad?
En la más sangrienta de las novelas escritas hasta la fecha por Ramón Cerdá, nos encontramos con un argumento absolutamente sorprendente desde el principio hasta el final. Trama que transcurre en tres épocas totalmente distintas entre sí, y que solo la imaginación y creatividad de un novelista como Cerdá pueden hacerla creíble, dentro de lo que cabe, y conseguir inquietarnos.
En esta diversidad de épocas aparecen personajes tan variados como Jack el Destripador, El hombre elefante o la Virgen María, todos ellos relacionados admirablemente en una novela muy diferente a las que estamos acostumbrados. En este misterioso caso en el que los implicados pertenecen a diferentes épocas históricas, la investigación en el plano espiritual toma el papel protagonista para poder desenmarañar el argumento base de la novela. Así, Cerdá relaciona todas las épocas mediante un único punto común, que se encuentra subyacente a todas las épocas en las que desarrolla su novela: la reencarnación. ¿Qué mecanismos causan la reencarnación? ¿Podemos recordar anécdotas de vidas pasadas? ¿Qué sucede entre un periodo de vida y otro? Preguntas de este tipo serán las que nos responderá en El encantador de abejas.
A su vez, las descripciones de cada uno de los ambientes en los que transcurre la obra son perfectas, así como las versiones que dan los personajes para la misma escena. Primero nos cuenta cómo lo vio uno, y luego cómo lo observó el otro, dando visiones que complementan ambos puntos de vista y que añaden cómo fueron los sucesos según los ojos que los vieron, aportando datos de lo que sucedía también en el interior de estos personajes. Estos momentos son de los mejores en esta novela.
En definitiva, una novela que nadie debe perderse, tanto por la originalidad de la trama como por las excelentes dotes narrativas del autor.
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