Francesc, el narrador, es el pianista de lo que a ojos de todos, menos de los que trabajan en él, es un hotel. Pero en realidad se trata de una casa refugio para mujeres maltratadas donde esconderse de la terrible sombra de los maridos. Cada noche, viviremos desde un piano muy serratiano, las cenas que el hotel ofrece a los ciudadanos con el fin de sufragar los costes que la acogida de estas mujeres ocasiona. Mientras las canciones de Serrat suenan de fondo en un lugar que se llamó Mediterráneo por el cantante catalán, el lector presenciará los movimientos de los comensales, conocerá la parte trasera del hotel e irá de la mano de personajes tan entrañables como el Presidente, Amparo o Maite.
Todo cambia tras la llegada de una nueva huésped, Tamara. Nos subiremos al corazón desbocado de Francesc, sufriremos de insomnio por amor, soñaremos con esta mujer de mirada alicaída y movimientos de porcelana. Tamara, maltratada por su novio legionario, llega allí para apartarse de todo, para esconderse de él y, sobre todo, de sus golpes. Pero Tamara cede y acaba llamando (algo totalmente prohibido en aquel lugar) a su cuñada. A partir de ese momento, toda la actividad del hotel se trastocará al ver que alguien está ahí por ella, que dos legionarios amigos de su pareja llegan para llevársela.
Francesc, junto a todo el grupo que conforma el plantel del refugio, luchará por esconder a Tamara de esos dos nuevos visitantes. La esconderán en el bosque, con inútil resultado, e intentarán todo lo posible para defenderla, para salvarla de las garras de la violencia. Lo que sucederá entre ellos dos, la impactante historia del Presidente, el origen del hotel o el encuentro entre Tamara y su pareja, solo podrá saberlo quien se anime a leer una novela, breve y de muy fácil lectura, que agarra al lector, sobre todo en su parte final, para soltarlo cuando este llegue al punto final del relato. El Hotel Mediterráneo nos abre sus puertas para contarnos una historia que bebe de un tema terriblemente trágico pero aderezado con la chispa de su narrador, con el humor llanero del Presidente (a quien se lo coge cariño aun sabiendo de su pasado), con la fuerza de dos mujeres que luchan por la paz, con el amor. Un amor que puede con todo, que nace en el lugar menos inesperado, que puede, incluso, sanar la herida de un desgarro.
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