Entrevista a Pilar Sahagún: "El materialismo es el mayor mal que hay en estos tiempos"

La historia surgió en una charla coloquial entre la autora y una amiga que en una cena le contó la historia de una amiga suya. A Pilar Sahagún la emocionó tanto la historia que decidió escribirla, no sin antes consultar a su amiga. “¿Te importa que escriba esta historia?”, le preguntó y la respuesta fue afirmativa. “Me puse a ello, pero en un primer borrador acababa con la muerte de Casilda, la otra protagonista, que llega a un acuerdo con su amiga: que la primera que falleciese tendría que decir a la otra si había vida después de la muerte.

Ese pacto, de ahí el primer título, se llegó a cumplir pero la escritora de Sahagún, nació en la población leonesa que lleva su apellido, vio que quedaba algo coja y decidió continuarla. “El libro se alargó y la historia que continuaba llegaba hasta el infinito. Yo me di cuenta de que los personajes tenían una libertad insólita. Que tenían vida propia y salió todo de forma muy natural”, explica la escritora en la entrevista que mantuvimos recientemente.

“En la presentación del libro en Madrid tenía escrito lo que iba a decir pero el día anterior me llamó Dorita, la amiga que me contó la historia, y en ese momento me pareció tan ridículo lo que iba a decir en mi intervención que preferí mantener un diálogo con ella”, recuerda Pilar Sahagún y añade “la historia, por lo tanto, es auténtica, el libro tiene mucha verdad, creo que transmite una realidad que también viene de una experiencia personal.

Por eso no le duelen prendas al reconocer que “creo en la reencarnación. No lo creía, por mi cultura judeo-cristiana, pero cuando tuve una experiencia de recordar otra vida, me cambió la existencia”. Su acercamiento a la cultura india, donde creen en la reencarnación queda patente en muchas partes del libro, de ahí que afirme que “la muerte es la única certeza que tenemos pero lo que pensamos sobre ella es una idea equivocada. Tenemos grabada la muerte como una tragedia cuando no lo es, es nuestro vestigio animal”, detalla la escritora.

El sufrimiento que padecemos por la muerte de algún ser querido es una consecuencia del “trauma nuclear” que traemos con el nacimiento, según Pilar Sahagún. “Como si fuese un castigo, cuando no lo es”, apunta. En países como la India, lo que conocemos aquí como un velatorio se puede convertir en un auténtico cóctel, una fiesta con la que vencer el sufrimiento. “La muerte es algo natural, es el final de una etapa y no un aniquilamiento de la persona”, subraya con voz dulce pero firme en sus convicciones. Es el reflejo del trauma del abandono y el que lo padece nunca estará en paz.

Este trauma se supera, en su opinión, con el silencio. “He meditado muchos años. El silencio es la música callada de la que hablaba San Juan de la Cruz, es encontrarte con lo mejor de ti mismo. Y eso que en esto soy extremista, pasa de temporadas en que soy una charlatana a otras en que busco el silencio. Ya que para mí el silencio es creador y el escritor necesita silencio”, expone de manera razonada.

Pilar Sahagún busca ese silencio a la hora de escribir para poder dar lo mejor de sí misma ya que cree que “la creación te transforma en lo mejor de ti mismo. Es como un sueño, es un yo superior que se tiene ahí. Te enaltece. Te sublima. Te da la imagen de lo que puedes llegar a ser. Es el momento en el que lo imposible se llega a hacer posible”.

La época que vivimos es, para ella, un tiempo de desmitificación. “No se valora nada, no se respeta nada. Es un tiempo de materialismo que es el mayor mal que hay en estos momentos. Yo lo asimilo a la tristeza. Es todo lo contrario a lo que yo creo que debe ser la vida. Un periodo de celebración y no un valle de lágrimas como nos han enseñado las religiones monoteístas”, señala con convencimiento.

Pero si algo hay que ha traído la modernidad son los avances tecnológicos, como Internet que va en contra del materialismo. “Es algo que nos ha traído una justicia. Nos ha igualado por arriba, que está al servicio de todo el mundo. Justo lo contrario que hacen nuestros políticos”, apunta y continua diciendo “en mi vida he visto lo difícil que es manejar los asuntos económicos. La tenencia de bienes materiales provoca problemas, por eso, uno de mis personajes, Óscar, ha vivido desde la riqueza con un desapego que lo que le ha hecho es aumentar su nivel de conciencia”.

En la casa de Pilar Sahagún hay muchos vestigios de la novela. La casa familiar de Alda, la protagonista que cuenta la historia en primera persona, en tierra de campos castellanos, era una república independiente que gobernaba su abuelo a su antojo y que tenía en uno de sus patios seis leones de piedra, recuerdo de una Edad Media oscura y feudal. Esos seis leones los tiene la autora en una de las estancias de su domicilio y son los que ha querido llevar a la novela para demostrar fehacientemente que la ficción se basa en una realidad, quizá añorada y muy querida.

Cuando escribe, además de en sus convicciones personales, se fija en ciertos escritores que han significado mucho a lo largo de su vida. “Para mí, Marcel Proust es un icono. Pero también me gustan mucho Lawrence Durrell, Gore Vidal, Stefan Zweig, lo primero de Haruki Murakami, Sándor Maráz, Truman Capote o Anna Ryan”, concluye. Quien haya leído a estos autores se puede dar una idea de cómo escribe Pilar Sahagún, con una prosa límpida, apasionada y llena de sentimientos.

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