Camino de Santiago 2000. Miranda ha abandonado su plaza en la Universidad de Toronto para hacer el camino de Santiago, una caminata de 800 kilómetros por el norte de España. En su segundo día de expedición por los Pirineos, conoce a Kieran, un seminarista irlandés que está traduciendo un enigmático libro escrito en latín; un libro que no debería tener. Entre Kieran y Miranda surge una amistad, y él intentará convencerla de que quien está enterrado en la Catedral no es el apóstol Santiago sino Prisciliano de Ávila, un obispo gnóstico, teoría que al principio la enfada e incluso la llena de decepción. Al día siguiente de su encuentro, Kieran desaparece y con él la traducción del manuscrito. Lo único que le deja a Miranda es el borrador de una novela que está escribiendo sobre la vida de Prisciliano.
Corre el año 385, y el carismático Prisciliano de Ávila, ex senador y actual obispo gnóstico con numerosos seguidores en su Galicia natal, defiende el gnosticismo cuyos dogmas amenazan con derrumbar el poder de la reciente asentada Iglesia Romana. Defenderá su inocencia, y su vida frente a los que lo acusan: dos poderosos obispos españoles que cuentan con el favor del nuevo emperador Máximo. Al final Prisciliano y su séquito, incluyendo a Eucrotia, viuda de un noble romano con la que mantiene una historia de amor, van a Roma y allí serán acusados y juzgados por herejía y brujería.
La combinación de estas dos tramas da lugar a una sólida novela que nos plantea el interrogante de quién está enterrado en la catedral de Santiago de Compostela: ¿será el apóstol Santiago o el obispo Prisciliano? Se dice que el apóstol Santiago, tras intentar transmitir la fe de Cristo en el norte de la Península Ibérica (lo que resultó fallido), terminó muriendo en Jerusalén y que sus restos llegaron a Galicia en un barco sin velas ni remos impulsados por el mismo Dios. La necesidad de Alfonso II de León de reafirmar la fe católica coincidió con el descubrimiento de los restos del apóstol, dando lugar a una de las rutas más transitadas de la Edad Media por gente de toda Europa para pedir el perdón de sus pecados y presentar sus respetos al apóstol.
La vida y la muerte de Prisciliano de Ávila, obispo gnóstico que vivió en el siglo IV y a quien el Vaticano repudió y calificó de hereje, constituye uno de los dos hilos argumentales de la novela. La lucha de Prisciliano de Ávila fue notoria y se basaba principalmente en una postura en contra de la imposición del cristianismo. El obispo utilizó sus dotes de senador romano para convencer y rebatir todos los argumentos que eran contrarios a los suyos.
Además, hay que destacar que la escritora no cree que el hecho de que pudiera descubrirse que en la tumba de la Catedral compostelana no reposen los restos del Apóstol afectara al Camino, dado que defiende que la mayoría de los peregrinos lo hacen por razones espirituales, para "descubrir su propio camino", y no por motivos religiosos. Sauders ha dicho que “El Camino tiene miles de años, se realizaba antes de que existiera la Ruta Jacobea y no es importante si en la Catedral está enterrado Santiago, Prisciliano o Michael Jackson”.
Así lo hace saber en la historia de Miranda, quien comienza el camino para dar un vuelco a su vida y finalmente experimenta una gran evolución interior desde un nivel personal y profundo. El Camino como experiencia es inigualable y la autora sabe plasmarlo perfectamente mediante un variopinto grupo de turistas de todas las clases.
En definitiva, Peregrinos de la Herejía es un buen texto y el primero de una colección de cinco libros sobre el Camino de Santiago que prevé escribir Saunders, quien trabaja en la investigación del segundo de ellos, sobre cómo el primer arzobispo de Santiago de Compostela ideó la ruta para "atraer dinero a la ciudad".