«La imagen más extendida del franquismo es que fue un equipo de ineptos, empezando por Franco. Sin embargo, el Franquismo demostró una verdadera habilidad en mantenerse durante 40 años y ninguno de sus opositores consiguieron desbancar a Franco del poder», explicó Moa. «A mi juicio el hecho de haber vencido durante cuarenta años, militar y políticamente, a todos sus enemigos, sorteando peligros realmente letales, y el propio odio que le ha sido tributado, excluye el calificativo de mediocre y demanda una aproximación más ponderada».
Otro mito es el de la ruina económica; sin embargo, el país «se reconstruyó y se reindustrializó» y, como afirmó el autor, «con todos los errores, España nunca creció tanto económicamente como durante el franquismo». En tercer lugar «el régimen no tuvo una verdadera oposición democrática. En España había mucha más libertad política y personal de lo que se cuenta, y mucha más que en los regímenes totalitarios, pero los opositores nunca tuvieron suficiente enjundia para hacer frente a Franco. No existió ese páramo cultural del que se habla, los intelectuales antifranquistas como Julián Marías, Ortega y Gasset o Xavier Zubiri pudieron escribir».
Para el autor de
Los mitos de la Guerra Civil ―del que La Esfera ha vendido más de 300.000 ejemplares―, «el franquismo tuvo un éxito extraordinario en la historia de España. Pero adolecía de pereza intelectual, su única ideología era el catolicismo y fue abandonado por la Iglesia con el Concilio Vaticano II. La Iglesia hundió al Franquismo, porque el régimen no estaba estructurado ideológicamente y no pudo sobrevivir a la muerte de Franco. Se puede decir que el franquismo salvó a la Iglesia del exterminio y la Iglesia le apuñaló por la espalda».
Otros temas que aborda Moa en
Los mitos del franquismo son la rebelión de los nacionales ―«Franco no se sublevó contra una democracia, porque ese estado ya estaba destruido»―, los fusilamientos ―«los fusilados de la posguerra fueron juzgados y eran en su mayor parte, y con toda probabilidad, asesinos»―, no se aplastaron las lenguas vernáculas ―«el idioma de la enseñanza era la lengua común, el castellano, pero no se reprimió, se pudo estudiar privadamente. Las academias de las otras lenguas funcionaban normalmente»―, o la Falange ―«el franquismo nunca fue falangista, solo fue un elemento más»―.
El abogado Adolfo Prego glosó la figura del autor y repasó su bibliografía, haciendo referencia al «insano ambiente intelectual» que existe en España. «Cuando
Pío Moa comenzó a escribir sobre la República y la Guerra Civil ―en La Esfera
Los mitos de la Guerra Civil, Los crímenes de la Guerra Civil,
Años de hierro,
Nueva historia de España, y la novela histórica
Sonaron gritos y golpes a la puerta― y ofreció testimonios que contradecían las tesis imperantes ―por ejemplo, que la Guerra Civil comenzó en 1934―, provocó una persecución y una indignación inaudita contra él». «Los historiadores e intelectuales no iniciaron un debate con él, que hubiera sido lo normal en cualquier país, sino que reaccionaron atacándole», recordó Prego. «Por eso, hace falta un cierto valor para escribir sobre el franquismo a los cuarenta años de la muerte de Franco. Porque Moa pone en tela de juicio las interpretaciones políticamente correctas que se han mantenido durante 25 años dando una descripción exacta sobre una selección de episodios, desmitificando muchos tópicos».
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