Casi mil trescientos años atrás, en la abadía de Vectis de Bretaña, Octavus crece con una maldición bajo sus espaldas: el ser séptimo hijo engendrado por un séptimo hijo. La leyenda vaticina que el niño tendrá diabólicos poderes. Comienza a escribir nombres y fechas aparentemente al azar, pero cuando uno de los nombres y su fecha coincide con una muerte en la abadía, el miedo se apodera de todos. Siglos después, los miembros de la Orden de los Nombres, descendientes todos de aquel niño, siguen escribiendo sin descanso para completar un misterioso listado de nombres y fechas... Hasta que empiezan a suicidarse.
La acción nos sitúa también en 1947, con dos protagonistas excepcionales, Churchill y Truman. El político inglés, ya en la oposición, recibe una petición de ayuda por parte de su gobierno. Le piden colaborar con Estados Unidos en la gestión de un descubrimiento arqueológico que contenía un secreto que, si fuese desvelado, hundiría en la miseria y el caos a un país que todavía estaba despertando de su peor pesadilla. Por su parte, Truman se encuentra metido en la difícil tarea de gobernar una superpotencia en un mundo caótico cuando se encuentra con algo fuera de este mundo, una revelación increíble, sobrenatural y sorprendente.
En el día de hoy hay un presunto asesino suelto por las calles de Nueva York. La ciudad está aterrorizada ante las nueve muertes de personas aparentemente inconexas. Sólo un hecho macabro las vincula: cada una de ellas había recibido una postal por correo, con la imagen de un ataúd y la fecha en la que iban a morir. El FBI, en medio de la desesperación, asigna el caso al agente especial Will Piper, quien en algún momento fue el mejor experto en asesinos seriales, pero que hoy debe luchar contra sus propios demonios. En un empleo que ama y odia al mismo tiempo, Will está determinado en atrapar al asesino cueste lo que cueste y así concluir su carrera. Pero la búsqueda lo lleva hacia una dirección inesperada.
¿Existe el libre albedrío? Ésta es una de las cuestiones que Cooper intentará responder desde la ficción mediante esta interesante trama. La libertad de obrar bien o mal que Dios nos concede se pone en tela de juicio, como ya hicieron los calvinistas en el cisma de principios de la Edad Moderna. Todos los anteriores esquemas se resquebrajan y el autor nos propone un planteamiento totalmente distinto al preconcebido. ¿Es el azar el que gobierna el mundo o todo está planeado? Si preguntáramos a Dos Caras, el famoso enemigo de Batman, diría que el azar no se ha corrompido y es lo único que queda intacto, pero Cooper va a discrepar de esta opinión.
A su vez, el autor nos introduce el misterio de Area 51 con un punto de vista totalmente diferente al de un centro de investigación de extraterrestres. ¿Qué relación guarda esta misteriosa base con el Asesino del Juicio Final y los hechos de los anteriores siglos?
También hay que subrayar que los personajes están muy logrados, destacando el protagonista Hill Piper, una eminencia en los asuntos de asesinatos en serie y un alcohólico, y Mark Shackelton, un extraño personaje que posee una mente privilegiada y una doble personalidad, por una parte un experto en informática al servicio del gobierno y por otra un escritor de guiones, jugador y vividor.
En definitiva, los tres hilos que componen la obra culminarán en un final impactante que no dejará indiferente a nadie y que nos lleva a reflexionar sobre cómo afrontamos nuestro futuro, porque hay un día señalado para cada uno de nosotros...
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