“Estando en Nueva York me encontré por casualidad con el libro
Working with Soviets donde se relataba en forma de ensayo la historia de unos trabajadores estadounidenses que emigraron a la Unión Soviética”, comienza diciendo este escritor que con tan sólo tres libros ha conseguido ser traducido a casi veinte idiomas y es un fenómeno editorial allende nuestras fronteras.
En el ensayo, el autor, reflejaba cómo se publicó una noticia pidiendo trabajadores cualificados para ir a trabajar en la Unión Soviética. El conocido empresario de la industria del automóvil Henry Ford iba a montar una fábrica de automóviles en aquel país por lo que obtendría pingües beneficios por fabricar un obsoleto modelo de coche. Para ello necesitaba experimentados montadores y aprovechando la crisis económica que sufría su país debió pensar que la aventura empresarial sería fructífera, como lo fue.
En 1932, año en el que comienza la novela, Estados Unidos estaba inmerso en la mayor crisis económica que ha padecido. Hacía sólo tres años del crack de la bolsa. Del mejor y más fructífero país del mundo se había pasado a un país sumido en la miseria, donde la prostitución y el crimen campaban a sus anchas, ello unido a una ley seca que hacía que el contrabando estuviera a la orden del día. En ese mundo de miseria, se encontraba el protagonista Jack Beilis, sin trabajo y sin futuro. Además, la muerte de su casero de manera accidental le ponía a los pies de los caballos. Era carne de emigración. De aquí parte,
Antonio Garrido para escribir una sentida y dickensiana historia.
“Para escribir tienes que tener una imaginación fértil y febril. Sobre todo te tiene que gustar leer. A mí los escritores que me entusiasman son Walter Scott y Jack London”, dice el escritor de “
La escriba”, unas interesantísima novela sobre el periodo de Carlomagno. Partiendo como requisito previo para escribir, el gusto de la lectura, Antonio Garrido desarrolla su teoría literaria. “Cuando lees no eres un espectador, eres un participante”, especifica. Y él participaba en todas sus lecturas que desde joven ha llevado cabo. Su sueño siempre fue convertirse en un escritor y todo lo que ha realizado en su vida ha sido para conseguir eso. Hasta su trabajo de ingeniero ha sido un medio para ello.
Ya de joven, muy joven, participó en un concurso de narración que ganó y desde ese momento el gusanillo de la escritura se le inoculó. Siempre ha tenido que luchar y sacrificarse para escribir pero “cuando algo se tiene en el corazón es difícil y triste abandonarlo”, confiesa. Y, desde luego, que no lo ha abandonado. Al principio estuvo años estudiando tratados de escritura creativa y técnica literaria en libros anglosajones. “Estos estudios me dieron mucha confianza”, puntualiza. Esos estudios le llevaron a ser el escritor que hoy podemos disfrutar en sus libros.
Cuando se le pregunta por el secreto de su éxito, lentamente va desbrozando su estilo. “Trato temas universales que pueden ser identificados por distintas sociedades y procuro que mis personajes reflejen las emociones, los sentimientos y las pasiones. Algo que logrará que los lectores se identifiquen con ellos. Además hay que dotar la trama de cierta coherencia”, recapitula el escritor afincado en Valencia y añade “más que contar una historia auténtica hay que contar una auténtica historia”.
La historia de estos emigrantes americanos que van a la Unión Soviética no la conocen ni los propios americanos porque, según el autor andaluz, “no les gusta reconocer una época de fracaso por eso no le hacen ninguna publicidad; sería como reconocer la derrota del sistema americano ante el soviético”. Los emigrantes que fueron allí se podrían calificar en tres grupos: por un lado, estaban los idealistas del sistema comunista, por otro, unos trabajadores cualificados que iban a ganar mucho dinero y, por último, los desheredados del país, trabajadores con poca cualificación que huían de su tierra por falta de trabajo.
Cuando llegan sufren la envidia de los propios soviéticos, pero ellos, también se sienten desengañados. El paraíso no era tal y como se lo contaron. Se encuentran con un país donde los espías y los delatores campan a sus anchas, en las fábricas, en las viviendas. Lo inhóspito del barrio de la Lubianka en Moscú, donde se encuentra la fábrica, les hace encontrarse en una situación terrible. Quien quiera escaparse de esas tierras no tiene a dónde ir. En medio de un país helado y yermo con grupos de delatores por todas partes la huida es prácticamente imposible.
Hasta allí llega Jack Beilis, pero sus condiciones de trabajo serán mejores que las del resto, además, durante la travesía se enamora. “Se nos ha olvidado lo importante que es el amor. Cuando una persona encuentra el amor, encuentra el paraíso”, no dice este romántico escritor que cree que en toda buena novela tiene que haber una buena historia de amor, pero no sólo eso. “Tiene, también, que haber un conflicto que ponga a prueba la capacidad y la calidad humana del personaje protagonista. Cómo se enfrenta a las dificultades y que pondrá a prueba su” auténtica naturaleza”, desmenuza.
Todos estos ingredientes de amor y de thriller, unidos a muchas tramas, a muchas sorpresas, harán que el lector no pueda dejar de leer una novela. “El escritor tiene la obligación perentoria de estimular positivamente al lector porque todos estos elementos tienen como finalidad que el lector termine de leer la novela”, reflexiona el autor, teniendo en mente que los protagonistas desempeñan un papel más grande que la vida misma.
Antonio Garrido tiene un don especial para la literatura, algo que le acompaña desde su adolescencia y aunque la vida le ha llevado a estudiar ingeniería, su pasión por la literatura lo puede todo, “hubo un momento en que tuve que pararme y preguntarme qué hacer con mi vida y como mi sueño siempre ha sido escribir, todos los sacrificios han sido pocos”, finaliza. El resultado lo tienen ahora en sus manos y es “
El último paraíso”. Recuerden que ese último paraíso sólo vive en los libros.
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