César Pérez Gellida es uno de los tres escritores mejores de novela negra de España. Su estilo es demoledor y sorprendente, con una originalidad única que mezcla diversos géneros, desde el thriller a la novela policiaca, desde la narración descarnada a la poesía más lírica. Consummatum est, la tercera entrega de la trilogía en la que todos sus títulos están escritos en latín, es el clímax llevado hasta sus últimas consecuencias, es la apoteosis de una ópera de Wagner.
Durante más de 1.500 páginas Augusto Ledesma, asesino en serie, ha traído de cabeza al inspector de policía Ramiro Sancho. Treinta y dos crímenes perpetrados en diferentes países ha cometido este diseñador gráfico en un periplo viajero lleno de sangre. Policías de distintos países le quieren dar caza sin conseguirlo y como todo viaje tiene su fin regresando al punto de partida, el psicópata asesino regresa a donde comenzó después de haber tenido en jaque a toda la INTERPOL.
Consummatum est se puede leer de forma separada al resto de la trilogía, pero para entenderla en su verdadera dimensión es mejor leerse los tres libros, ya que la trama es lineal en el tiempo, con algunos saltos al pasado reciente, los protagonistas, evidentemente, son los mismos en los tres libros, los cuales perfila de forma pormenorizada tanto en las descripciones físicas como en las psicológicas, siendo éstas donde la maestría del autor vallisoletano alcanza sus más altas cotas.
La forma de narrar que tiene
César Pérez Gellida es muy original. Las novelas están escritas en tercera persona por un narrador omnisciente que lo ve y observa todo que se va alternando con las narraciones en primera persona del asesino en serie Augusto Ledesma. En numerosas ocasiones vemos dos relatos, no enfrentados sino complementarios lo cual hace que se enriquezca la narración.
Si los personajes están bien trazados, la trama está muy bien diseñada. Al autor no se le escapa nada y compone un guión de una solidez exquisita, donde no sobra ni falta nada y donde sorprende al lector con cada giro de la narración. La novela está llena de pasiones humanas que se desbocan a cada paso, llena de vidas que merecen la pena ser vividas y lo contrario.
Que un asesino sea culto, lo hemos visto en otras obras, como hemos visto a asesinos amantes de la música. Pero que un asesino sea poeta y le guste la música como a Augusto Ledesma no lo habíamos visto. Además el gusto musical de este asesino despiadado es, además de moderno, excelente, salvo su errático gusto por Los Héroes del Silencio, un grupo de dudoso gusto musical.
Si la trilogía nos ha mantenido despiertos para llegar a conocer la conclusión de la trama, ahora que la conocemos podremos descansar tranquilos, el mundo podrá descansar tranquilo habiendo por sus calles un asesino menos. Pero el “mono” de aventuras duras y despiadadas circula por nuestras venas y sólo se podrá sanar con una nueva novela de este autor que ha dejado de ser una firme promesa para convertirse en un vicio literario.
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