En esta entrevista con
Sebastián Roa hemos tratado temas relacionados con su novela "
El ejército de Dios", como el ascenso de los almohades al poder en Al-Ándalus, las rivalidades entre los reinos cristianos en la reconquista o la épica de esta novela.
¿Qué le llevó a escribir El ejército de Dios?El ejército de Dios forma parte de un proyecto a largo plazo: tres novelas sobre ambiciones y fanatismo en el momento culminante de la Reconquista. Quería aprovechar el periodo a fondo: sacarle todo el partido dramático posible.
¿Por qué se decidió por una novela de tan épicas proporciones?La épica viene dada por el momento histórico. El reto de sobrevivir a una invasión aplastante, con el degüello o la esclavitud como amenaza cercana, obliga a los personajes a actuar hasta las últimas consecuencias. Es el escenario ideal para desarrollar un drama y para explorar personajes.
¿Cómo consiguieron los almohades hacerse con el poder en los reinos taifas?Hay tres factores fundamentales, ya bosquejados en la novela anterior,
La loba de al-Ándalus:
a) Los almohades establecieron un estado muy centralizado y compactado por lazos religiosos y tribales, y fueron capaces de organizar grandes ejércitos regulares; lentos y costosos, pero muy capaces. Su potencia militar es algo insólito en la Edad Media.
b) La tradición militar andalusí entró en crisis a principios del segundo milenio y decayó a niveles ridículos con las primeras taifas. Los hispano-musulmanes no se tomaban la yihad como un auténtico deber y, desde los tiempos del esplendor cordobés, la guerra era cuestión que se dejaba a los mercenarios, normalmente bereberes o cristianos.
c) Como consecuencia de los dos factores anteriores, las llamadas «segundas taifas» no eran rivales para el imperio almohade. Solo el Sharq al-Ándalus, regido por el rey Lobo, fue capaz de resistir la invasión en primera instancia. Y aquí llega el tercer factor: el abandono que sufrió el rey Lobo, tradicional aliado de los cristianos que se vio obligado a luchar en solitario contra un poder que le excedía en mucho.
¿Qué es lo que más destacaría del Imperio Almohade en esta época?Lo más llamativo es el factor religioso. Los almohades llevaron la intolerancia y la guerra santa hasta las últimas consecuencias, sobre todo con sus tres primeros califas.
¿En qué se basaban las rivalidades entre los reinos cristianos en la época de la novela?Podríamos sintetizarlo en un problema territorial. León y Castilla andaban enfrentados por la posesión del Infantazgo, la actual Tierra de Campos. El joven reino de Portugal necesitaba reafirmar su existencia frente a León. Navarra había visto frustrado su empuje reconquistador porque era un reino ya rodeado por otros estados cristianos, y Aragón rivalizaba con Castilla por avanzar hacia Levante.
¿Cómo lograron superarlas para hacer frente al Imperio Almohade?La verdad es que nunca se llegó a una total unión hispana. Pero tras varios intentos fallidos de aliarse frente al verdadero peligro, nuestra historia vivió un momento de concordia entre los dos reyes españoles más poderosos: Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón. A destacar también la labor diplomática de un auténtico genio político: el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada. A eso hay que unir la tan esperada decisión papal de decretar la cruzada contra los almohades. Roma fue determinante para sumar a la empresa a Sancho VII de Navarra y a los guerreros ultramontanos.
¿Por qué fue la batalla de las Navas de Tolosa un enfrentamiento tan determinante en nuestra historia?Porque los almohades llevaban más de medio siglo demostrando que eran lentos, pero imparables. De hecho habían logrado frenar la Reconquista e incluso revertirla. Tras las Navas, la balanza quedó definitivamente desequilibrada: las grandes conquistas cristianas del siglo XIII (Badajoz, Córdoba, Sevilla, Jaén, Valencia, Mallorca, Murcia…) son hijas de esa batalla. Aunque, quizás, lo importante de las Navas es lo que podría haber pasado en caso de derrota.
¿Qué diría que aporta como novedades esta novela en relación a otras que toman como principal eje esta batalla?Mi eje principal a lo largo de las tres novelas, en realidad, es un enfrentamiento en el filo de la navaja y durante sesenta años: el integrismo religioso africano contra los reinos peninsulares. Este es el punto innovador en realidad. Hay varias novelas que giran alrededor de Las Navas de Tolosa, algunas de ellas geniales (me encantan esas
Últimas pasiones del caballero Almafiera, de Eslava Galán, y
La cajita de lágrimas, de Irisarri), pero hasta ahora no se había novelado la invasión almohade en su conjunto. Hay mucho más que Las Navas.
¿Hasta qué punto se mezclan en esta novela realidad y ficción?Hasta el punto necesario para que la novela triunfe sobre la historia. Mis prioridades son la trama y los personajes, y sobre todo trasladar mis emociones al lector. Los hechos históricos sirven como marco.
¿Cree que la Edad Media es un periodo bastante olvidado de nuestra historia?Lo es sin duda. La tradición historiográfica se ha empeñado en pintarla como un largo y oscuro periodo de transición entre las luces clásicas y renacentistas, y nos estamos perdiendo una época riquísima. Fundamental para entender quiénes somos.
¿Qué se siente al recibir elogios por parte de grandes autores de novela histórica como Santiago Posteguillo, Carlos Aurensanz o José Luis Corral?Satisfacción por el resultado, desde luego. Por experiencia propia, ellos valoran lo que representa, en tiempo y esfuerzo, escribir novelas de estas características.
¿Se encuentra trabajando actualmente en una nueva novela?Sí, estoy metido de lleno en la novela que cierra esta trilogía temática sobre la invasión almohade. Me quedan un par de años de resistir contra el fanatismo.
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