Enfrentarse con la Guerra Civil siempre es un reto para cualquier escritor. Normalmente se suele notar el sesgo ideológico del autor. En esta ocasión, no hay sesgo, es una de los pocos autores que ha escrito cómo fueron las cosas realmente, sin paños calientes, con valentía y arrojo, sabiendo que molestaría a unos y a otros, pero ha hecho lo que tenía que hacer, porque algunos, por desgracia, ya estamos hartos de la manipulación de nuestra historia reciente. Y en nuestra guerra no hubo ningún bando bueno. Unos fueron malos y los otros fueron peores.
Lola Moreno ha escrito una novela coral, con protagonistas en los dos bandos. Personas que padecieron una guerra y no estaban de acuerdo con lo que vieron y vivieron. Siempre hubo personas decentes y honradas en los dos bandos, pero lamentablemente fueron los menos, personas que huyeron del odio y la sinrazón. Y es eso lo que cuenta de manera sorprendente, tanto en el fondo como en la forma, la autora de “
La fuente donde el agua llora”.
Con una escritura áspera, rugosa y pegajosa, la escritora va tejiendo una maraña de tramas que nos atrapan desde el primer momento. Empieza con el atentado de Atocha, y va saltando a nuestra posguerra, a la Guerra Civil e, incluso, a la guerra de Melilla. No estamos ante una novela lineal, sino ante una obra poliédrica. Estamos ante una novela en donde la escritora de Almazán nos va llevando a diferentes escenarios de nuestra historia cercana. Todos a cual más interesantes.
Nos describe las sacas que los milicianos llevaron a cabo en Madrid, igual que los fusilamientos de Badajoz o los que se produjeron en la cárcel Modelo de la capital de España o en Paracuellos. Los crímenes de ambos bandos son reflejados de manera fiel y están profundamente documentados. Para
Lola Moreno, todos los crímenes son execrables y nunca se debieron cometer. Salvo raras excepciones, nadie supo estar a la altura.
La escritora soriana hace protagonistas a dos familias, una de cada bando, que sí estuvieron a la altura y se llegaron a ayudar cuando las situaciones fueron más peligrosas. Estas dos familias son el hilo conductor de una novela en la que los sentimientos florecen en cada página, donde el lector se tiene que enfrentar sin miramientos con nuestra historia. El exilio, la crueldad de un exilio donde tuvieron que soportar vilezas nuestras compatriotas por parte de las autoridades francesas. Les encerraron en campos de concentración en las playas del Mediterráneo bajo la vigilancia de soldados senegaleses. La crueldad de un exilio interior donde la hipocresía de las autoridades rayó el paroxismo. Si tan católicos eran, ¿por qué no perdonaron y se comenzó de nuevo como hicieron en otros países europeos después de la Segunda Guerra Mundial?
Lola Moreno nos cuenta las vidas de esas personas que padecieron humillaciones sin fin y que sólo la honestidad les hizo mantenerse en pie después de las vejaciones sufridas en la cárcel y las delaciones en los barrios. También nos cuenta cómo en aquella época ya se comenzaban a vender los niños de los vencidos a autoridades del régimen.
Y cómo muchos militantes comunistas se decepcionan con el comportamiento de sus líderes, que fueron los primeros en abandonar a su suerte a sus correligionarios. Ya Cipriano Mera nos contó en sus memorias cómo los dirigentes del SERE ayudaron a las familias de políticos y abandonaron a las de los milicianos que lucharon por la República. Son tantas las cosas que nos cuenta la autora que no sabría decir cuál es la más importante o singular. Y son tantos los giros que da a la novela que el interés no decae un solo momento. Cuenta con algunos asesinatos que se resuelven tras muchas vueltas y revueltas y que nos sorprenderá cómo los ha resuelto la autora.
Estamos, pues, ante lo que será una de las novelas del año. Una novela que se lee con el corazón en un puño, que nos hace emocionarnos, hasta las lágrimas, en muchas de sus escenas. Una historia que
Lola Moreno conoce bien porque el protagonista, Antonio Moreno, tío suyo, anduvo por donde ella pasó en su infancia, por la población soriana de Almazán. Una historia donde hace referencia a su anterior novela “
La identidad perdida” en un breve pasaje. Una historia que no nos va a dejar indiferentes.
“
La fuente donde el agua llora” es una obra única para entender nuestro siglo pasado. Una obra donde su autora ha puesto unas ganas enormes para enseñarnos todo aquello que ha quedado oculto o no se ha querido contar. Ella lo ha logrado de la mejor forma que se podía hacer. Es una historia de superación personal de los que sobrevivieron en ambos bandos y que se debe leer con la admiración hacia esos personajes anónimos que no trata la historia.
En definitiva, una historia que nos va a conmover por la impotencia que se siente al leerla, por lo traicionera que puede resultar la vida en un país tan cainita como el nuestro, donde la justicia la impone el fuerte sobre el débil pero, al final, todo se termina poniendo en su sitio. Lo mismo pasará con la novela, que se pondrá en el sitio donde se merece.
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