La venganza de los dioses ha tardado casi cuatro años en ser traducido al castellano pero sorprende un poco la inexactitud del título, ya que es sólo la mitad de como se ha titulado en su edición francesa: falta la segunda parte Caza al hombre. ¿Qué quiere decir esto? Pues que no es una obra acabada sino que se continuará con una segunda o con quizá una tercera parte. La novela termina justo cuando se resuelve la mitad del enigma que el protagonista Kel ha podido descifrar, pero queda una segunda parte que suponemos se resolverá en la continuación. La única salvación del escriba es decodificar el manuscrito.
La venganza de los dioses nos sitúa en la ciudad de Saïs en el año 528 a.C. donde el faraón (usurpador) Amasis, también conocido por Amosis II gobierna en una corte corrupta e intrigadora, donde los conspiradores hacen y deshacen cuanto quieren ante un Faraón un tanto incongruente y más aficionado a la bebida que al gobierno recto y cabal. Esto da oportunidad a que los comerciantes griegos asentados en la ciudad norteña de Náucratis puedan intrigar a su antojo.
La novela comienza con el asesinato de casi todos los integrantes de la Oficina de los Intérpretes, encargados de traducir todos los documentos de la diplomacia egipcia. Se salvan dos, un griego llamado Demos y el escriba protagonista Kel, que es acusado falsamente como autor de los crímenes por un cúmulo de circunstancias que se le vienen encima sin poder hacer nada por evitarlo. Huido con un documento que había sido encargado de traducir el jefe de la oficina, comienza un periplo, huyendo de ciudad en ciudad, para traducir dicho documento que dará las claves para poder evitar un complot para descabalgar al Faraón del poder.
En la huida tiene el apoyo de la joven sacerdotisa Nitis, Superiora de las cantantes y tejedora del Sumo Sacerdote de culto de la diosa Neit Wahibre y de su amigo el actor follonero Bebon, maestro del disfraz, persona optimista y con mil recursos que cree en la inocencia de su amigo y le ayuda en su lucha por encontrar la verdad, sin pedir nada a cambio. La acción se sucede de forma trepidante como si de una novela policíaca se tratase, pero con el añadido de la erudición antropológica del autor, que describe de forma certera ritos religiosos y profanos de la sociedad egipcia, contando las situaciones de forma somera, salpicándola con retratos más detallados de ropajes y adminículos de los protagonistas y de los edificios y templos por donde transcurre la trama.
En el desarrollo de la acción, la mano magistral de Jacq, hace que se vaya desarrollando el argumento de forma que los conspiradores puedan ser cualquiera, todos pueden ser culpables o todos pueden ser inocentes, esta trama se mezcla con la descripciones de las que ya hemos hablado y con personajes reales que existieron, como el filósofo griego Pitágoras que pasa tangencialmente por el desarrollo de la novela y cuando creíamos que podía ser una da las claves para descifrar el enigmático documento, reduce su presencia a la de estudioso de los cultos y ritos egipcios.
La novela termina abruptamente para el lector, que queda a medias de un enigma que tendrá que esperar para ver si se soluciona en el próximo libro del escritor parisino maestro del mundo egipcio. La mezcla de corrupción e intriga, de dioses y asesinatos, de amores e investigación hace de esta novela un apasionante entretenimiento para los interesados en el Egipto faraónico y, para quien no le interesen estos temas, la trama vibrante y sorpresiva que va acompañando a los protagonistas les sumergirá en una acción que les cortará la respiración.
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