Hay pequeños gestos que pueden cambiar la vida de una persona. Eso es lo que le sucede a una
Eva Schloss ya madura el día en el que se inaugura en Londres una exposición sobre Ana Frank e inesperadamente es requerida para pronunciar unas palabras sobre su hermanastra y amiga de la infancia. Cuenta ella que, de repente, esa opresión sorda que le había acompañado durante toda su vida a partir de la guerra, estalla en forma de un torrente de palabras que conmueve profundamente al auditorio. Eva se siente liberada al fin y pronto empieza a recibir ofertas para dar charlas y contar su experiencia en todas partes, iniciando así su actividad como conferenciante y escritora.
De este modo arranca una historia que a continuación retrocede en el tiempo y se remonta a sus primeros recuerdos de Viena, entonces una ciudad culta y próspera, y de una familia feliz y no demasiado convencional compuesta por sus padres, a quienes ella llama cariñosamente Pappy y Mutti, y por su hermano mayor, Heinz, al que adora. Pero pronto empiezan a asomar nubarrones en el horizonte. Hitler llega al poder en Alemania y la familia vive ahora más modestamente. Las tropas alemanas terminan invadiendo el país y los padres deciden abandonarlo. Consiguen escapar por muy poco y se establecen en Bruselas, ciudad donde Eva vive experiencias perturbadoras. Finalmente, consiguen el visado para ir a Amsterdam. Allí pasará dos años muy felices a pesar de los tiempos turbulentos, y hará nuevas amistades. Ana Frank será una de ellas. También conocerá los primeros amores de adolescente. Pero esta etapa dichosa, nuevamente, dura poco.
Los alemanes invaden Holanda y la familia intenta sin éxito reunirse con sus abuelos en Inglaterra. Las medidas contra los judíos se van endureciendo día a día. Se les despoja de todos sus derechos y son obligados a llevar una estrella amarilla de identificación. Las detenciones en plena calle se suceden. La familia decide esconderse y, para ello, deberán separarse: padre e hijo por un lado, madre e hija, por otro.
Son tiempos de desconfianza, de temores. Madre e hija cambian de domicilio varias veces. La escucha clandestina de la BBC, los registros de casas por parte de los nazis, las delaciones, constituyen parte ineludible del día a día. Esta vida asfixiante únicamente se ve aliviada durante los escasos y breves momentos en los que, sorteando toda clase de riesgos, logra reunirse toda la familia durante apenas unas horas. Así pasan dos años.
Eva es capturada por los nazis el día que cumple 15 años: el 11 de mayo de 1944. Madre e hija son conducidas al cuartel general de la Gestapo y, para su sorpresa, allí encuentran también a Pappy y Heinz. La madre ofrece sus joyas para evitar que la policía tome represalias contra las personas que les han dado cobijo. Seguidamente, la familia es conducida a la prisión de Westerbork, un centro de deportación de judíos desde el que se les deriva hacia campos de concentración. Esto es exactamente lo que sucede tan solo pocos días después: el 19 de mayo de 1944 son incluidos en la lista de transporte con destino a Auschwitz.
Al llegar, hombres y mujeres son separados y madre e hija pierden el rastro de sus seres queridos. Por puro azar, Eva salva la vida de milagro. Lo mismo sucede con su madre, quien en varias ocasiones corre un grave peligro que consigue sortear. Sobrevivir en las condiciones del campo de concentración requiere, además de suerte, un coraje y una fortaleza extraordinarios que, afortunadamente, ambas demuestran poseer.
La vida cotidiana de Eva se desenvuelve ahora entre personas famélicas que se hacinan en barracones de condiciones infrahumanas, con las cámaras de gas como telón de fondo. Contrae el tifus, al que sobrevive gracias a la intervención de su madre y de una prima, Minni, prisionera como ellas pero con más poder de maniobra debido a su profesión de enfermera. Minni también salva la vida de Mutti. Eva y su madre finalmente tienen la “suerte” relativa de ser destinadas a “Canadá”, el inmenso almacén donde se clasifican la ropa y todo tipo de objetos de los judíos que son internados en el campo. Las penalidades que pasan son infinitas, pero la peor de todas es una pregunta sin respuesta: qué suerte hayan podido correr el padre y el hermano.
En el invierno de 1944 aprecian que la guerra da un giro y las condiciones del campo se van relajando, hasta el desmantelamiento y posterior abandono de Auschwitz por los nazis. Sobrevivir en un campo de concentración abandonado sin comida, sin agua, sin luz, sin otra compañía que los cuerpos inermes de los muertos, y con los ecos de las batallas aún resonando en las proximidades, es un milagro que va renovándose cada día. Finalmente son liberadas por el ejército ruso y emprenden un nuevo viaje, esta vez hacia el este, con destino final a Odessa. Allí reciben la noticia más esperada: la rendición de Alemania. Inician, pues, el retorno a casa junto a otros supervivientes, entre ellos Otto Frank, el padre de Ana, muy abatido ante la ausencia de noticias de su familia. En Amsterdam inician con dificultad una nueva etapa, a la espera de la posible llegada de Pappy y Heinz, pero al cabo de unos meses llega la fatal noticia: ellos no han sobrevivido. Lamentablemente, la familia de Otto Frank ha sufrido idéntico destino.
Tras un duelo que nunca se cierra del todo, la vida seguirá. Otto Frank y Mutti hallarán el consuelo de sus respectivas pérdidas familiares en una amistad que irá consolidándose. El descubrimiento del diario de Ana Frank, que el padre comunica con profunda emoción a Mutti y Eva un buen día, es uno de los hitos que influirá profundamente en sus vidas.
Eva debe plantearse su futuro. Otto le propone que se dedique a la fotografía, y ella acepta. Pero Eva siente que debe abandonar Amsterdam. Una vez más Otto le presta ayuda, consiguiéndole trabajo en Londres como ayudante de fotografía. Deja atrás lo que queda de su familia, sus amigos y un medio novio que le ha propuesto matrimonio. En Londres hace nuevas amistades, entre ellas, un muchacho judío llamado Zvi Schloss. La amistad va afianzándose poco a poco y, finalmente, a pesar de una cierta reticencia por parte de Eva, él consigue lo que para otros fue un imposible: que se case con él. Poco después también Otto y Mutti se casan y se van a vivir a Suiza para huir de unos recuerdos que resultan demasiado tristes para ambos.
A la vida de Eva llegan, por fin, las hijas: Caroline Ann, Jacky y Sylvia. Llegan, también, nuevas actividades profesionales y el traslado temporal de la familia a Suiza. En definitiva, una vida de adulta. Pero los traumáticos recuerdos de la guerra y el legado que supone el diario de la pequeña Ana Frank siguen pesando en su vida de manera permanente. Hasta el momento en que tiene lugar la exposición en Londres sobre Ana Frank. A instancia de los organizadores, Eva es invitada a pronunciar unas palabras y sorprende a propios y extraños arrojando a borbotones todo lo que nunca había contado antes a nadie, ni siquiera a sus propias hijas.
A partir de ahí, su vida se centrará en llevar a todos los lugares y a todas las audiencias que quieran escucharlo el relato de su extraordinaria experiencia de vida, con el fin de hacer una llamada a la dignidad y la tolerancia, y evitar que uno de los episodios más trágicos de la Historia vuelva a repetirse.
Eva Geiringers, más conocida como
Eva Schloss, es una superviviente del Holocausto nazi y fue hermanastra de Ana Frank. Nació en Viena en 1929. Hoy dedica su vida a impartir conferencias alrededor del mundo sobre la tolerancia y el respeto por la diferencia, y sobre la importancia de mantener viva la memoria de Auschwitz para que nada parecido pueda volver a suceder.
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