“El thriller es una ventana a la evasión”, afirma categórico el autor. El lector que se enfrenta a este género busca desconectar de la vida real y relajarse. Pero no sólo son estas las características de esta novela. La trama de la misma da para pensar. No por ello ha tardado más de cuatro años en acabar su obra. Dos de ellos en pensar la estructura, los sucesos que él iba a contar y en recabar la documentación necesaria para hacerlo y otros dos en escribirla. “Soy un escritor lento porque mi trabajo no me deja ser otra cosa. Escribo los fines de semana y las vacaciones y cada vez dedico más tiempo de mi ocio para escribir”, cuenta ante la atenta mirada de su orgullosa esposa Gabriela, que le comprende y ayuda en todo lo que puede.
Como escritor de fin de semana, su principal dificultad es hilar lo que va escribiendo, ya que de semana a semana se le pueden olvidar ciertas cosas. De ahí que antes de escribir hubiese realizado una sinopsis de cada capítulo. “Desde antes de empezar a escribir ya sabía cómo iba a acabar la novela”, apunta. Pero como los caminos de la creación son insondables, no todo resulta como se planifica. “Antes de empezar la novela pensaba que iba a ser un thriller político centrado en Manhattan, pero luego decidí meter una trama islámica, de ahí que comience la novela en Jericó. Esa fue la parte que primero escribí”, recuerda.
Y es precisamente esa parte la que hace que la novela tome una originalidad única. Rania Roberts está en el peor sitio, en el peor momento. “Todos en nuestra vida tenemos algún evento que nos hace cambiar el curso de nuestras vidas. Que nos marca nuestra personalidad”, explica con cautela. Rania y el militar israelí David Ackerman son los pilares de este thriller. “Ackerman es un personaje de largo aliento. Un personaje al que le tengo cariño porque representa todo lo mejor del ser humano. La honestidad, la solidaridad y que antepone a las personas a cualquier circunstancia”, señala el escritor valenciano.
La dinámica del libro es simple y efectiva. Capítulos cortos que enganchan y se encadenan a velocidad de vértigo. Es una novela muy visual. El cine y la televisión están cambiando nuestro modo de percibir el mundo, pero también hay que reconocer que “la actualidad y la ficción cada vez se parecen más”, opina. Uno de los protagonistas bróker en Nueva York es un especulador acostumbrado a invertir a la baja, Actividad legal, regulada, que bordea la ley. “Se generaliza mucho, pero la mayoría de las personas que se dedican a este negocio es honesta, sólo que en las noticias sólo salen cuando se cometen delitos”, desgrana. Bill Parker, que así se llama el bróker, es una persona bastante cínica; Javier Bernal ha querido darle ese punto de cinismo.
Cuando comenzó a escribir la novela estaba de moda invertir a la baja. Angela Merkel lo prohibió en Alemania y en otros países siguieron el mismo camino. “Tenía claro que la novela tenía que ser muy actual, muy pegada a la actualidad. De ahí que aparezcan noticias absolutamente reales que se mezclan con una ficción que debe de enganchar al lector”, evoca. Además, la trama de la religión mezclada con la política, a su parecer, da mucho juego.
Ninguno de los personajes que aparecen en El enigma de Rania Roberts es español, quizá porque en el mundo financiero a gran escala no haya muchos. La ubicación la tenía clara desde el primer momento, Nueva York es la gran metrópoli económica del mundo. “Es una ciudad donde se vive más rápido que en ningún sitio. Las mujeres que van a esa ciudad, saben lo que quieren y lo que tienen que hacer para triunfar”, describe certeramente y lo contrapone con el conservadurismo de otras zonas, incluso cercana a esa ciudad, como Minnesota, donde la gente es mucho más tranquila.
Al escritor le gusta meterse en la piel de sus personajes y le da igual que sean hombres que mujeres, aunque si tuviese que elegir se quedaría con estas últimas, “las mujeres te hacen pensar más, tienen más vértices, y dan mucho más juego”, cree con convicción. Aunque su personaje favorito sigue siendo Ackermann. Un personaje al que probablemente utilice en el futuro porque es un héroe muy actual. De momento lo tiene aparcado, ya que está con otra historia que no tiene nada que ver con la que acaba de dar a la imprenta.
Cuando hablamos de en quién se ha fijado a la hora de ponerse a escribir, el primer nombre que le viene a la cabeza es John Grisham del cual le gusta cómo construye sus personajes, él también los tiene muy definidos y trabajados. En cuanto al suspense de sus obras le gustaría que tuvieran lo mismo que lo que tienen las novelas de James Patterson, “un escritor de poca tirada en España pero que arrasa en Estado Unidos”, subraya.
Javier Bernal, pese a esas influencias, es un escritor templado a golpe de actualidad que consigue pergeñar personajes con pasiones irrefrenables. Algunos desagradables, otros todo lo contrario, pero profundamente humanos. Tal y como es él.
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