Gil Cheza llevó su primera novela al papel tras un gran éxito en formato digital. Los primeros días de su puesta a la venta, la novela ya se situó en los diez primeros puestos y siguió durante meses entre los 20 primeros puestos. A partir de ahí la editorial Suma de Letras apuesta por este autor que cuenta historias de una manera muy singular.
Ángel Gil Cheza encontró, mientras trabajaba como arqueólogo, los restos de una chica enterrada en extrañas circunstancias a principios del siglo XI en la Irlanda vikinga. Desde el primer momento sintió un vínculo especial. La lluvia es una canción sin letra intenta explicar lo que pudo ocurrir años atrás, pero es solo ficción. O quién sabe. La verdad de las cosas no importa tanto como lo que sentimos, y sentir nos puede llevar a esa verdad, de algún modo.
La lluvia toca sus notas sordas contra la hierba. Y somos pentagramas en blanco que rellenamos con notas sueltas que gotean de un beso, el sudor de un goce o una lágrima muda cuyo grito apagado es ahora una corchea salvaje e indomable como una joven pelirroja que levantaba espadas tan altas como ella y esparcía las tripas de sus enemigos de su pueblo por toda la isla de Irlanda. El amor es una putada, una bendición que trepa desde los pies a los genitales, que se abren como bulbos y se abrazan, llega al corazón, que, desprevenido, se rinde vencido sin parar de luchar, donde acaba anidando, como ave rapaz que es. Esta química tan sencilla fue la que desnudó a un joven nórdico, tan hermoso como una mujer y tan fuerte como una tormenta, de su coraza de combate, que lo mismo le protegía de un hacha enemiga que de una peligrosa caricia. La lluvia continuó con esa magia de pintar los campos verdes otros mil años. Un librero valenciano cree huir de la justicia pero se esconde de sí mismo, y descubre en una isla gris, verde y húmeda que somos de donde se nos quiere y no de donde venimos. La lluvia toca su canción y cada uno escribimos nuestra letra. A veces, con suerte, la melodía acompaña y nuestra letra es clara, precisa, como una mirada entre amantes que no saben decir mañana.
Angel Gil Cheza es también músico, ha tocado en diferentes bandas. En la actualidad integra la formación musical Bonjour Potemkin junto a su pareja, la violonchelista Lluïsa Ros Bouché.
Nació en Vila-real (Castellón) en 1974. Es licenciado en Humanidades y máster en Edición. A lo largo de toda su vida ha convertido la creación musical y la literaria en una necesidad de expresión y comunicación que ha quedado patente en diversas formaciones musicales y proyectos personales de índole cultural y social. Es autor de la novela
El hombre que arreglaba las bicicletas (Suma de Letras, 2014). Actualmente trabaja como editor y creativo en Papel Mojado Projects e integra la formación musical Bonjour Potemkin.
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