Él no recuerda su propio nombre. No sabe de dónde proviene. No logra recordar cómo llegó a Berlín y cuánto hace que vive en la calle. Los sin techo con los que vagabundea por la ciudad lo llaman Noah, porque lleva ese nombre tatuado en la palma de la mano.
La búsqueda de sus orígenes se convierte en un desafío para Noah. Para él y para toda la humanidad, porque Noah es el elemento principal de una conspiración que pone en peligro la vida en el planeta y ya se ha cobrado diez mil víctimas.
Noah es un excelente thriller que ya desde las primeras páginas consigue atraparnos plenamente, siendo éste uno de los principales puntos fuertes de la novela. Una serie de escenas (entre las que encontramos la lucha por la supervivencia de una familia de uno de los barrios más pobres de Manila, un hombre que vive en la calle que sufre de amnesia y no recuerda su pasado o el genial, satírico y extremadamente crítico discurso de un millonario en una cena benéfica) nos hacen sumergirnos de lleno en la novela y no querer salir de ella.
A su vez, la trama está avanzando constantemente sin darnos un respiro en prácticamente ningún momento según vamos comprendiendo poco a poco las enormes dimensiones de la trama en la que Noah se ve envuelto, la cual está construida de forma muy sólida y de una manera tal que el suspense y la acción consiguen brillar por encima de los demás elementos de la novela.
También es muy sólida la construcción del protagonista, lo que tiene aún más mérito al tratarse de un hombre que ha perdido la memoria y del que nada conocíamos al empezar a leer la novela. Y Sebastian Fitzek ha conseguido que no muestre ninguna fisura en su personalidad ni en su gran complejidad.
Me gustaría además añadir que, pese a ser una novela sobre todo de acción y suspense, Noah también engloba su pequeña parte de reflexión, sobre todo en relación a materias como la superpoblación del planeta, las conspiraciones de los poderosos, la pobreza o el consumo a paso de gigante de los combustibles fósiles. Así, ésta es una obra que, además de hacernos disfrutar con su trama, nos permite reflexionar sobre estos temas que solemos ignorar en nuestro día a día.
Para finalizar, sólo comentar que igual alguno de ustedes, al igual que yo, ha notado ciertas similitudes de esta trama con la de Inferno, la última novela de Dan Brown, en la que al inicio nos encontramos con un señor Langdon que ha perdido la memoria de las últimas horas de su vida y en la que se ve envuelto en una trama también para luchar por la superpoblación. ¿Casualidad o no? En cualquier caso, Noah es más parecido a un Jason Bourne que a un profesor experto en simbología y la prosa de Fitzek no tiene nada que envidiar a la de Brown (y en mi opinión la trama de Noah es mucho más compleja y envolvente).
En definitiva, les recomiendo que lean esta novela que les atrapará en una trama que derrocha acción, intriga, suspense, asesinatos y una enfermedad pandémica con una elevada tasa de mortalidad que ha desatado la paranoia (como ese virus que nos trae actualmente de cabeza).
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