Según se acercaba al escenario, la música del grupo británico fue subiendo de volumen. Pink Floyd supieron ver antes que nadie la destrucción del muro berlinés. En los conciertos de la banda se iba construyendo, piedra a piedra, un muro que iba dejando ocultos a los músicos. En la última canción hacían estallar el muro. Ken Follett cuando llegó al escenario tomó una maza y abrió un gran agujero. La libertad había llegado.
El umbral de la eternidad es la conclusión de su trilogía The Century, que comienza con la construcción del famoso muro y termina justo cuando la piqueta de miles y miles de ciudadanos derrumbó el símbolo de la opresión de los pueblos. En noviembre hará 25 años de su caída. Y con esa caída acaba el siglo de Follett. Misión cumplida. Los siete años que le ha costado escribir la trilogía concluyeron en las navidades pasadas. Siete años trabajando siete días a la semana han terminado. Ahora, relajado, ya está escribiendo su nueva novela, que la ubica en su querida Kingsbridge, pero esta vez en el siglo XVI. ¿Será el fin de una nueva trilogía? Nos preguntábamos los periodistas asistentes en su rueda de prensa.
The Century ha sido el recorrido por un siglo. El teatro de La Latina casi lleva un siglo de actividad. Las presentaciones de los libros de Ken Follett han sido francamente espectaculares. Con La caída de los gigantes nos llevó a la estación de las Delicias; con El invierno del mundo improvisó unas trincheras en la embajada italiana de Madrid y con El umbral de la eternidad nos ha llevado al Teatro de La Latina, quizá el espectáculo más flojo de los tres, pero tremendamente simbólico. En los tres actos se sentó en el mismo sillón. ¡Le debe traer suerte!
Cuando hace siete años prometió que en ese tiempo concluiría la trilogía, no estaba muy seguro de hacerlo. Al final, lo consiguió. Es la primera vez que se escribe la historia de todo el siglo XX en tres novelas y “a los lectores les ha gustado”, dijo. Mucho ha sido el trabajo de documentación, más en el primer volumen, “es en el que más he disfrutado”, reconoció. En el último, por estar más cercano, ha habido cosas de las que no ha tenido que documentarse por la cercanía, en ese caso ha buscado la precisión. “Estudiando todo el siglo en profundidad me he dado cuenta de los grandes cambios que ha habido en el siglo XX”, cuenta con su acento galés.
En 1914 los países europeos eran en su mayoría monarquías totalitarias. Al finalizar el siglo son repúblicas democráticas casi todas y las monarquías han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos. “Para mí el ser humano está mucho mejor de lo que estaba hace cien años”, sentenció convencido. Si algo caracteriza al siglo pasado es que “hubo una lucha por las libertades” y los cambios que se propusieron fueron vencedores. “Es la historia de un triunfo”, añadió.
“Estoy en contra de los nacionalismos”
Uno de los temas claves de este nuevo siglo XXI es el auge de los nacionalismos. “Yo estoy en contra de los nacionalismos. En Gales también hay un cierto auge, como en Escocia o como en Cataluña, pero creo fervientemente que la diversidad cultural de estos países se mantiene y la unidad económica se debe mantener sin que se tenga que modificar nuestra identidad”, explica razonadamente este escritor divulgador que nos ha contado la historia del siglo XX de forma amena. “Me siento galés, me gustan nuestras canciones, nuestro folklore, pero con Gran Bretaña estamos mejor”, apunta.
En sus tres volúmenes ha escrito más de 3.000 páginas. Un trabajo ingente para realizarlo en soledad. “Lo que más me gusta de mi trabajo es la planificación de la historia. Luego, al materializarse, puede variar la idea primigenia pero sin variar la sustancia. Después la escritura suele ser más fácil y, por último, las correcciones. Cada una que hago creo que ha sido para mejorar”, desvela divertido.
Para él, los lectores son distintos en cada país, tienen características diferentes. “En España me quieren besar”, cuenta Ken Follett y añade rápidamente "pero al final todos comparten las mismas preocupaciones, ahora que lo pienso, en el fondo todos somos bastante iguales. Por eso busca sentimientos universales, atraer a los lectores a la historia, no adoctrinarlos. “Algunos de mis personajes son de derechas o de izquierdas y mi objetivo es que aunque tengan puntos de vista contrapuestos siempre parezcan razonables y lógicos”, expone.
Respecto a su interés por el cine, se mostró encantado con las adaptaciones que se han hecho de sus novelas para la televisión, incluso participó como actor en Los pilares de la tierra. “Cuando estaba escribiendo la trilogía, dije que hasta que no estuviese terminada no vendería los derechos. Ahora que está terminada ya he podido negociar los derechos y se los ha quedado Sony y la cadena ABC. Se está haciendo el guión, muy del gusto de Hollywood”, nos anticipa.
Ese umbral de la eternidad sobre el que ha escrito y que traspasamos cuando se acabó la guerra fría, ya no perdura. Ya no nos acostaremos pensando que una bomba atómica puede acabar con nuestra vida varias veces. Ahora el miedo que tenemos es a nosotros mismos.
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