“Tiempo de inocencia” de Carme Riera

¿A qué huele Mallorca?, se pregunta la escritora. Huele a olivos, a ropa recién lavada y a los ingredientes que se cocinaban. Esos olores los llevará interiorizados durante toda su vida, igual que la pasión por los libros. “Inventamos la literatura para escribir sobre lo que hemos perdido”, escribe en uno de los pasajes del libro Carme Riera. ¡Y es tanto lo que hemos perdido que el libro podría ser infinito! Sin embargo, la escritora va a la esencia de los recuerdos o lo que realmente la marcó como fue ese amor por los libros.

“Mi padre me inoculó la lectura y después me la prohibió”, recuerda. Pero ese virus no se quita tan fácilmente y lo que se prohíbe llama, cada día, más la atención y una biblioteca de considerables dimensiones de un viejo liberal guarda demasiados misterios, demasiados tesoros para una jovencita de mente despierta y más cuando por su casa se citan grandes literatos como Llorenç Villalonga o Camilo José Cela. El primero reconoce que Mallorca era tal y como él escribía.

Tiempo de inocencia es un libro intimista, es como una colección de cuentos escritos en forma cronológica. Son pequeños retazos de la vida cotidiana vistos con los ojos de una niña que no llegaba a los diez años. La escritora continúa manteniendo esa inocencia que sus muchas lecturas no han podido eliminar. Carme Riera nos recuerda profesiones que ya casi se han olvidado, juegos infantiles que solo se juegan en la memoria de algunos ancianos y costumbres que ya tomamos por ancestrales, y todo lo hace con la delicadeza con que nos tiene acostumbrados.

Su escritura es delicada, fina y hermosa. Las escenas tienen la plasticidad de la gran literatura. Nos detalla los colores, los olores de las casas de aquellos tiempos. Casas llenas de personas que iban y venían, trayendo y dejando frutas o verduras, vinos o aceites, leche o pasteles. Es el retrato de una forma de vivir que ya ha pasado irremisiblemente y ya no volverá.

Carme Riera nos ha traído la esencia de los años cincuenta, que en muchas partes del país era muy gris, pero en su Mallorca natal tenía el colorido del mar, del sol y de los crepúsculos. El viento suave de su literatura nos mece en unos recuerdos que sin ella serían en blanco y negro, pero la escritora los pone color, vida e inocencia. Son los recuerdos que todos nos gustaría tener y que ella nos ha traído para que permanezcan en nuestra memoria.

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