En Piedrabuena (Ciudad Real), hace ciento y pico años pasaban cosas muy raras: un tal Sánchez se fue a Estados Unidos y al volver montó en el pueblo una fábrica revolucionaria (porque fabricaba un aparato para ver a la gente por dentro y porque pagaba sueldos justos; una de estas dos cosas es revolucionaria todavía hoy).
Por esos años cundió también la monomanía de diseñar y fabricar el submarino perfecto: con periscopio o sin él, a hélice o a brazo, para recuperar el imperio o para mariscar. La cosa, en el caso de Peral, Monturiol y otros, acabó en naufragio, aunque tuvieran a Julio Verne de su parte.
No nos olvidamos tampoco de un sabio llamado Cervera que, hasta donde sabemos, es posible que inventara la radio. Y ya puestos a innovar, nada como lo de aquel señor cura de Segorbe (Castellón) que hacía música electrónica y diseñaba sintetizadores mientras Franco andaba por ahí bajo palio.
Inventar en el desierto es un magnífico ensayo que retoma a grandes figuras españolas que han quedado en el olvido a pesar de lo revolucionario y genial de sus inventos. Así, este libro nos muestra cómo en España también ha habido grandes genios cuyo talento ha sido desaprovechado por las escasas oportunidades que tiene lo novedoso y revolucionario, más aún en relación con la ciencia.
De este modo, vemos cómo fue un español el primero en inventar una máquina de rayos X portátil en una época en la que una de ellas ocupaba por sí misma una sala entera, cómo los distintos prototipos de submarino fueron cayendo en saco roto por la falta de dinero, envidias y rivalidades pese a que en esos momentos la Armada española estaba sufriendo una gran remodelación en un intento de competir con las europeas y la gran ventaja que hubieran supuesto en la guerra de Cuba o cómo otro español fue capaz de inventar una radio por sí mismo, posiblemente antes que Marconi.
Además de relatarnos las historias de estos ilustres hombres, Inventar en el desierto también realiza un importante ejercicio de reflexión sobre las razones por las cuales la investigación científica no ha conseguido despegar en España desde el siglo XIX pese a que no haya sido por falta de científicos competentes.
En definitiva, Miguel A. Delgado nos relata la historia de varios genios españoles, quienes trabajaron en medio de la nada, en un país que los saludó como a reyes y los olvidó como a mendigos. Unos genios con una historia que merece ser contada y leída… por aquello de conocer el pasado y repetirlo un poco menos en relación a la manera en la que estos inventores fueron tratados.
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