En esta entrevista con David Yagüe hemos hablado sobre múltiples temas que forman parte de la novela, como la abrumadora presencia de las potencias extranjeras, los avances de la religión cristiana en China o los orígenes de la rebelión de los bóxers, además de las experiencias del autor en la Semana Negra de Gijón.
¿Qué le llevó a escribir Los últimos días del imperio celeste?
Se mezclaron dos ideas: mi pasión infantil con la película 55 días en Pekín, y el posterior interior por el hecho histórico en el que se basa, y mi amor por las novelas de aventuras. Desde hace muchos años deseaba juntar esas dos pasiones y dar forma a esta novela.
¿Hasta dónde llegaba la importancia de la presencia de las legaciones extranjeras en China?
La presencia de las potencias extranjeras en China en aquel tiempo era extremadamente relevante. En el fondo, se estaban viviendo los estertores de los grandes movimientos colonialistas e imperialistas. EE UU también estaba entrando en ese juego, aunque de otra manera diferente a la que participaban Reino Unido o Francia. Las potencias vieron en la China de los Qing un gran imperio en decadencia, corrupto y débil, y entraron con la indisimulada intención de aprovecharse y ganar influencia y territorio. Estaban desgajando China, convirtiéndola en una colonia internacional. También, no todo es blanco o negro, claro está, estaban trayendo a un país anclado en el pasado una serie de innovaciones y vientos de cambio que calarían profundamente.
¿Cómo habían conseguido esa presencia tan relevante?
Por la fuerza bruta, indudablemente. A lo largo del siglo XX, ya fuera por amenazas o por intervenciones militares, las potencias extranjeras lograban lo que querían de China. Las Guerras del Opio, conflictos con Japón o las cesiones de diversos puertos francos eran las pruebas fehacientes.
¿Cómo se vieron afectadas las relaciones de España con China a raíz de la pérdida de las Filipinas?
China y España tenían relaciones oficiales (en 1864 se firmó un tratado de Amistad y Comercio entre ambos países y se habló en varias ocasiones de los trabajadores chinos que iban a colonias españoles a trabajar, sobre todo Cuba), pero el peso de España en Asia era poco más que simbólico. Con la caída de Filipinas, se convirtió en testimonial. De las potencias con legación en Pekín, España (quizá junto a Países Bajos y Bélgica) fue la única que no envió tropas a China en el año 1900.
Eso sí, fue nuestro embajador en el sitio, Bernardo Cólogan, quién firmó el protocolo que puso fin al conflicto bélico en 1901.
¿Qué factores precipitaron el levantamiento de los bóxers?
El malestar del pueblo, hundido y hambriento por una sequía brutal en el norte de China mientras veía a los extranjeros vivir muy bien y convertir a sus compatriotas a su religión y la decadencia y el desnorte de la dinastía Qing. La emperatriz viuda Cixí, que reinaba una vez apartado el emperador y no era nada amiga de las ideas de los bóxers, se vio forzada a apoyarles quizá en un inútil intento de mantener el orgullo nacional ante los desmanes de los extranjeros.
¿Cómo se consiguió que pasaran de criticar a la dinastía Qing a ser unos defensores acérrimos de la misma?
Es una buena pregunta, casi todos los grupos de este tipo de la China del siglo XIX, incluido alguno de los que dio origen a los bóxers, eran abiertamente rebeldes ante la clase dirigente manchú. Quizá, el giro de la corte en esos años hacia una política más conservadora y antiextranjera les hizo ver en la dinastía un elemento aliado para conseguir su sueño de exterminar a los extranjeros.
¿Cómo afectó la rebelión de los bóxers a posteriori a las relaciones de China con las potencias europeas, Estados Unidos y Japón?
La derrota china supuso un nuevo listado de duras condiciones, sobre todo económicas, impuestas por los vencedores, que continuaron tratando a China como un país menor. Japón, por ejemplo, continuaría sus intentos de controlar el país, que se alargarían hasta los años 30. Quizá el cambio más importante fue para la propia China: probablemente la derrota de los bóxers supuso la aceleración real de unos cambios que acabarían por crear la China moderna.
¿Cómo consiguió el cristianismo abrirse un hueco en una China en principio tan tradicional?
El cristianismo y sus enviados ya habían llamado a las puertas de China desde varios siglos antes. La insistencia de los misioneros de las distintas iglesias y confesiones les abrió hueco, lograron conversiones e incluso, en algunos casos, se puede hablar de una buena labor humanitaria y educativa. Sin embargo, como bien dices, la mayoría de la sociedad China (y los bóxers fueron un ejemplo) no sentían demasiado atractivo por esta nueva religión, que veían muy vinculada a los extranjeros que la traían.
¿Le ha resultado muy complicado combinar personajes tan distintos unos de otros en esta novela?
Tienes que tener un orden de trabajo, pero no, ha sido un placer. La variedad de personajes era fundamental en esta novela, ya que con ella quería representar la coralidad de nacionalidades y personalidades que coincidieron en aquel conflictivo año de 1900 en China.
¿Por qué le gusta utilizar un estilo basado en capítulos cortos y rápidos?
En este caso, creo que me ayudaban a mantener un ritmo rápido y ordenado, a la par que me permitía mantener un cierto orden, ya que, como bien decías, son muchos los personajes que aparecen en la novela.
¿Cómo ha sido para usted participar en la Semana Negra de Gijón de este año?
Ha sido un auténtico placer. Era mi primera vez y seguramente andaba un poco despistado. Y a pesar de todo, ha merecido la pena como siempre que me encuentro con posibles lectores de la novela. Estar hablando con varios de ellos (algunos muy interesados en la novela, lo que me emocionó) y conocer a varios escritores como Craig Russell, David López, Nacho Cabana y otros tantos fue un auténtico lujazo.
¿Está trabajando en alguna nueva novela?
En una no, en dos. No sé cómo funcionará la cosa porque siempre he ido acabando una y empezando otra, pero esta vez las cosas han surgido de otra manera. Veremos si llegan a buen puerto y puedo contaros algo nuevo sobre ellas en breve.
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