Garriga Vela repasa su obra para contarnos la génesis, de dónde salieron los personajes, cuál fue la vida de cada novela después de ser publicada, o contarnos historias que le formaron, que le construyeron como persona, que le hicieron escritor, como si hubiera un territorio a medio camino de ambos mundos, donde es difícil distinguir las fronteras, donde, a fuerza de contarlas, las historias y los personajes se convierten en recuerdos.
Y las historias que nos cuenta son asombrosas. Como la del primer capítulo, que da título al volumen, que cuenta la visita que Picasso hizo al taller de sastrería del padre del autor, en Muntaner 38, porque allí se fundó el Cau Ferrat, uno de los centros artísticos más importantes del modernismo. Picasso le encargaría entonces un anorak, que su padre le entregó veinticinco años después dando lugar a una conversación impresionante.
O la historia de “El kilómetro cero”, donde descubre que su padre tiene alas, la madre recorre el territorio elegido con los ojos cerrados, para verlo mejor, y el abuelo construye artefactos voladores que recorren en unos segundos un espacio, “la distancia que existe entre la realidad y el deseo. Y sé también que en ese espacio de tiempo caben todos los sueños.”
La historia alucinante de una ciudad que no siempre está donde se supone, o la maravillosa historia de “El teléfono del señor Permanyer”, donde iban a hablar los padres del autor antes de que hubiese teléfono en casa, y cómo, cuando se lo instalaron, el padre del autor empezó a hablar con el pasado, con los muertos.
“El cuarto del contador” es el relato más largo del volumen y es el que contiene más información sobre las obras de Garriga Vela, y donde nos explica la relación tan especial que mantiene con el mundo de ficción y el proceso creativo.
A mí es la parte que más me gusta. Me emociona descubrir ese misterio en el que el autor se confiesa incapaz de descubrir en qué lado se encuentra “de ese telón transparente que separa la realidad de la ficción”, o cuando nos desvela esa “ruidosa soledad en la que se encuentran encerrados los escritores”, cuando desconecta del mundo real y los escenarios de la historia que está escribiendo se cruza con la realidad. “Entro en una casa a oscuras con la cautela de un ladrón y voy encendiendo luces… Voy por una calle de Barcelona y de pronto, al doblar una esquina, me encuentro en una plaza de Málaga. Algún día me perderé en el territorio literario que he ido creando en mis novelas y quizás nunca más regrese al mundo real”.
Yo he ido descubriendo a Garriga Vela poco a poco, disfrutando mucho sus novelas y recordándolas tiempo después con placer, y todo me gusta, pero después de leerme este volumen ha entrado en el territorio de los imprescindibles.
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