El prologuista de esta antología es el profesor Gonzalo Santonja que ha tenido que indagar para reunir una colección de textos admirable y, como siempre, la casualidad ha intervenido oportunamente, “un día buscando personas con el apellido Zamacois, encontré una peluquería Zamacois, llamé y el dueño me dijo que era sobrino nieto del escritor”, cuenta el antólogo. “Somos una familia a la que se nos debería recuperar”, le dijo a Santonja.
Y no es para menos, porque entre los hermanos y familiares de Eduardo Zamacois se encuentran pintores, músicos, historiadores, actores, trapecistas y hasta un domador de fieras que se lo zampó un león en la India durante un espectáculo. Pero el escritor, “fue un auténtico pionero cultural, viajero infatigable que escribió novelas, crónicas periodísticas, folletines y las primeras películas sobre grandes personajes de su tiempo que lamentablemente se perdieron en Barcelona en la Guerra Incivil, como dice Gonzalo Santonja.
“Eduardo Zamacois nunca se posicionó en ningún bando de la guerra, aunque era republicano, era un luchador por la vida porque era un vividor”, así lo define su antólogo, que agradeció a la fundación bancaria el que le hayan dejado trabajar con sosiego y tranquilidad en “estos momentos tan adversos para el libro”.
Zamacois fue un personaje casi centenario que llegó al epílogo de su vida con una lucidez admirable. “También tiene una obra centenaria: son más de 130 libros los que publicó en vida, además de 40 novelas radiofónicas”, cuenta Gonzalo Santonja. Toda una obra desbordante y compleja que comenzó a escribir en la década de los noventa del siglo XIX y continuó hasta bien entrado el siglo XX. Además, publicó la primera revista absolutamente literaria y editó numerosos libros a través de los kioscos llegando a editar 60.000 ejemplares de cada uno de ellos. Esto dio pie a que muchos escritores se profesionalizasen en nuestro país.
Eduardo Zamacois atravesó la vida como un torbellino haciendo cosas interesantísimas. En sus películas culturales grabó cinematográficamente a todos los grandes escritores y músicos del país, en grabaciones de dos horas y creó un nuevo modelo de conferencia con proyección de sus grabaciones. “Era un hombre de muchas iniciativas”, afirma su antólogo.
Sin embargo, el escritor nacido en la Cuba española de antes del desastre del 98, era un vividor que mantenía tres casas abiertas con sus respectivas familias. Todo lo que ganaba con su ingenio lo perdía por sus ganas de vivir. Además tiene que ser recordado como el auténtico precursor de los culebrones.
Republicano liberal, como hemos señalado antes, sin adscripción partidista, deviene en sus últimos años a una posición anarco sindicalista muy amplia. En los años sesenta del siglo XX con la apertura de Fraga, la Estafeta Literaria le invita a venir a España, pero no se encuentra a gusto. “Él es un español del éxodo, pero no del llanto”, recuerda Gonzalo Santonja y no encaja en esa España donde comenzaba una tímida apertura y se vuelve a Argentina.
Como escritor era un autor que documentaba mucho todas sus novelas. Incluso en una ocasión, para escribir una novela donde el protagonista era un preso, entra en la cárcel como penado sin que lo supiese nadie, excepto el director de la prisión. Para saber lo que era el hambre dejaba de comer bastantes días. Era un escritor de novelas con personajes populares, de gente humilde, precursor también de la novela coral. “Fue un escritor derrotado por la vida, que se arrastró por ella con dignidad, un personaje excesivo”, así lo cataloga su antólogo.
“Escribía siempre dentro del atropellamiento”, señala Gonzalo Santonja. Todo lo que vivía lo convertía en literatura, esa era su principal virtud. Si hubiese vivido de otra forma no hubiese sido el mismo. Hasta para salir de Barcelona durante la guerra tuvo su originalidad. “Se quedó hasta que las tropas del general Yagüe entraban en Barcelona. Estando en una legación extranjera, llegó una persona que preguntó quién iba a Port Bou, él se levantó y pudo salir de allí sin más”, cuenta.
Si tuviéramos que señalar un par de obras nos quedaríamos con “El asedio de Madrid”, que escribió en 1938 y su Memorias, que escribió realmente de memoria porque no pudo llevarse ningún documento al exilio. Escritor impredecible y sicalíptico, fue un torbellino en vida y un escritor sumamente original. Cortesanas, bohemios, asesinos y fantasmas es una buena muestra de su obra.
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