Don de lenguas acaba de ser galardonada con el Premio Novelpol 2014 a la mejor novela publicada en el año 2013, un galardón concedido por la "Asociación de Amigos de la Literatura Policiaca Novelpol".
Febrero de 1956. El invierno está siendo terrible, el más frío en España desde hace décadas. Esto no será un obstáculo para que Ana Martí, ahora reportera de un popular semanario de sucesos, acuda a un remoto y aislado pueblecito del Maestrazgo aragonés para cubrir el caso de una niña a la que han brotado los estigmas de la Pasión. El cura y el alcalde la reciben encantados ante la idea de que su "santita" se haga famosa en todo el país. Pero ni don Julián, el escéptico cacique del pueblo, ni la mayoría de los habitantes, comparten sus simpatías hacia la forastera. Solo Mauricio, un pobre chico discapacitado, la inteligente y extraña niña Eugenia y la atormentada viuda que hospeda a Ana parecen dispuestos a hablar con ella. Pronto su olfato de periodista le dice que el caso de Isabelita no es el único suceso extraño que acontece en Las Torres...
El recuerdo de una niña muerta años atrás en misteriosas circunstancias, el fanatismo religioso y el frío glacial y la nieve que amenazan con dejar al pueblo incomunicado, son el telón de fondo de la intrigas de El gran frío, un impactante thriller sobre los más bajos instintos de la condición humana que es a la vez un extraordinario retrato de la cruda realidad de la España rural en los años cincuenta.
Rosa Ribas nació en 1963 en el Prat del Llobregat (Barcelona). Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona, y desde 1991 reside en Alemania, en Fráncfort. ¬Hasta el momento ha publicado las novelas: El pintor de Flandes (2006), La detective ¬miope (2011), la novela por entregas Miss Fifty (2012) y la trilogía policiaca protagonizada por la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor, y Don de lenguas, junto a Sabine Hofmann.
Sabine Hofmann nació en 1964, en Bochum, Alemania, pero actualmente vive en la pequeña ciudad de Michelstadt. Estudió Filología Románica y Germánica, y trabajó varios años como docente en la Universidad de Fráncfort. Allí conoció a Rosa y empezó una larga amistad que la escritura conjunta de Don de lenguas, lejos de destruir, ha afianzado.
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