“Las distopías no se proponen adivinar el futuro, sino conjurarlo”, afirmó esta tarde Ricard Ruiz Garzón en la presentación de Mañana todavía, una antología que ha editado para el sello Fantascy y que incluye una docena de relatos distópicos de otros tantos autores. Cinco de ellos, José María Merino, Rosa Montero, Juan Jacinto Muñoz Rangel, Emilio Bueso y Javier Negrete, participaron también en el acto.
José María Merino llamó la atención sobre el hecho de que un vocablo, distopía, que resultaba solo familiar a los lectores de la ficción científica haya terminado por convertirse en un término de uso común, hasta el punto de que será incluido en la próxima edición del diccionario de la Real Academia Española: “Se ofrecerá con la definición de representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alineación moral”. Merino afirmó que las distopías literarias no son más que “proyecciones en el futuro de los aspectos más sombríos del presente que ya vivimos”. Rosa Montero retomó esa idea: “Siempre se escribe, con independencia del género, desde la insatisfacción del presente”. Y se mostró sorprendida por las prevenciones que las obras fantásticas despiertan entre los lectores: “Se debe a un malentendido, a que confunden la ciencia-ficción con un género esotérico que no tiene nada que ver con la realidad presente”. Sin embargo, en opinión de la escritora, “el género ofrece una herramienta metafórica poderosísima para hablar de la condición humana” y, en ese sentido, recordó Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin. “¿Qué es? ¿Una distopía? No lo creo. Es un libro que analiza el corazón de lo que somos”.
Juan Jacinto Muñoz Rangel también lanzó una pregunta al auditorio: “¿Y si esto que vivimos ya es una distopía?”. Rangel confesó tener la sensación de que cualquier distopía imaginada “se ha acercado en el tiempo y parece factible en un futurible inmediato”. Emilio Bueso admitió que su relato era tal vez el “más oscuro” de toda la antología: “Porque estoy convencido de que estamos al borde del colapso, de la extinción como especie; estamos sentados sobre bombas de relojería en las que nos hemos acomodado. Hemos cruzado varios puntos de no retorno y es probable que no tengamos ningún futuro si no cambiamos. Ya estamos viviendo en una distopía y lo que viene ahora es la debacle”. Javier Negrete, autor de la novela corta que cierra el volumen Mañana todavía, destacó el recurso del humor en su texto: “Trato el tema de lo políticamente correcto y, ante sus expresiones, mi reacción oscila entre el enfado y la hilaridad”.
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