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Lara Moreno
Lara Moreno (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a Lara Moreno, autora de "Por si se va la luz"

"El mundo está cada vez más desequilibrado"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

"Por si se va la luz" es la primera novela de la escritora sevillana Lara Moreno que ha empezado con buen pie al haber sido escogida Nuevo Talento de Literatura FNAC de septiembre y octubre. "En la pasada Feria del Libro de Madrid se hizo una edición no venal que se repartió entre los libreros. La cogida fue muy buena y la FNAC decidió apostar por mí y la novela", cuenta la escritora criada en Huelva y afincada en Madrid.

"La propuesta de la que parte la novela es la amenaza de los recursos naturales, de la falta de luz, de agua, de suministros", explica Lara Moreno en la entrevista que hemos mantenido con ella. Esa posible falta de recursos se simboliza en la máquina de escribir que utiliza en ese pueblo perdido en la geografía española. "Sería un pueblo de la meseta, más al norte que al sur, pero cerca del mar y de sus acantilados", apunta. Un mar que ella tiene siempre presente, ya que sus abuelos fueron marinos dedicados a la pesca.

Por si se va la luz es una vuelta a la vida sencilla de un pueblo. Los protagonistas, Nadia y Martín, abandonan hastiados la gran ciudad y afrontan una nueva vida más natural, alejados de la tecnología. El ordenador e Internet es lo primero que sobra, pero también electrodomésticos tan corrientes como la lavadora. El trueque es la moneda común en ese mundo donde los protagonistas se van planteando muchas preguntas sobre su nueva vida y en general. "En la vida nos vamos respondiendo esas preguntas como podemos pero yo no he querido dar respuestas, no soy nadie para responderlas y menos para resolverlas", dice la autora modesta.

La incertidumbre sobre el futuro va remitiendo según va avanzando la novela, pero siempre queda un poso de saber qué pasará. "Este posible fin de los recursos puede convertirse en un desmantelamiento del sistema neoliberal", analiza preocupada la escritora. Aquí es donde la novela tiene algo de ciencia ficción aunque siga siendo más "una crónica de actualidad".

"Algunos hacen predicciones de futuro agoreras y nosotros lo hacemos cada año aún peor. El mundo cada día está más desequilibrado. No confío en que el ser humano sea capaz de repartir los recursos de forma justa y equitativa porque nunca lo ha hecho", explica Lara Moreno con rotundidad.

La autora es editora free lance para varias editoriales y también es profesora en talleres de escritura. Ha publicado cuentos y micro relatos en alguna antología y también libros de poesía, pero lo que siempre ha querido ser es novelista. "Para mí Por si se va la luz es una novela coral y lo he querido así por la influencia de dos grandes obras. Mientras agonizo de William Faulkoner y Las olas de Virginia Woolf. Me encanta la forma de pluralidad de voces de estas dos geniales obras, además me gusta cómo se meten ambos en profundidad con todos los personajes", apunta.

En la novela hay cuatro voces en primera persona que se van intercalando y un narrador omnisciente que da el contrapunto a los narradores. Quizá ese narrador en tercera persona sea el que ve la trama con más objetividad y profundidad siendo el que nos revela el devenir de todos ellos y de otros protagonistas que por haber aparecido tarde en el desarrollo de la misma no tienen voz propia aunque sí un papel muy determinante como Ivanca y Zhenia.

"Cada capítulo de la novela se cierra en sí mismo. Ese juego me ayudaba a avanzar, ya que no hay un desarrollo lineal", explica. El juego de voces es uno de los grandes hallazgos de la novela, para la escritora "una sola voz te limita mucho". Otra de las protagonistas que no tiene voz propia es la anciana Elena, "tiene un mundo de incomunicación, hermético y simbólico. Es lo más animal que hay en la novela", apostilla.

Los diálogos están incrustados en el texto sin signos de diálogo directos. "Los diálogos son para mí la herramienta literaria más difícil", asegura, porque para ella es más fácil meterlos dentro del fraseado, "fue una idea que surgió en la charla con un amigo, al que hice caso y así no me rompe el ritmo narrativo y es mucho más natural", desvela uno de sus secretos más queridos.

El sistema de autogestión de la población a la que llegan Nadia y Martín choca al principio con sus ideas, gracias a Enrique, el dueño del bar y filósofo en sus pocas horas libres, consiguen ir haciéndose poco a poco a su nueva vida. "Nadia es el Pepito Grillo del pueblo; se hace un poco antipática y le cuesta más olvidar su antigua vida de artista plástica, sin embargo Martín va simplificando su vida muy rápidamente y se va haciendo más fuerte y creciendo", explica.

Por si se va la luz es un canto a la vida simple y natural, al ejercicio físico, "como cuerpo que somos, necesitamos del ejercicio físico que se va olvidando en la vida en las ciudades" y, también, a oficios que van desapareciendo como la caza, la horticultura sencilla del huerto familiar o la ganadería de granja, donde las gallinas proporcionan huevos y carne a la vez.

Pero la novela es sobre todo muy literaria: hay libros, hay lecturas, recomendaciones, "lo que más me apasiona es la literatura. Tener un mundo paralelo donde evadirme", reconoce y continúa diciendo "es muy importante que ese mundo te atrape. La clave para mí es concentrarse mucho en algo satisfactorio como la literatura", reconoce. El riesgo de ese mundo es caer en la soledad que para ella es "anarquía", el hacer lo que se quiera de forma maniática y psicótica. La novela huye de eso, es la "desnudez que encuentra en el pueblo lo que es muy valioso ya que la vida actual tiene demasiados envoltorios, demasiados tópicos".

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