Pero no lo necesita porque su novela es sólida, original y, sobre todo, está muy bien escrita. Ovejero es uno de los grandes escritores madrileños del momento y si se justifica lo hace con cierta ironía, porque sabe que su obra cada vez es más leída y apreciada por los lectores más exigentes. La prueba de ello es que esta semana está haciendo un tour de force presentándola.
El viernes pasado tuvimos oportunidad de entrevistarle en el programa cultural "El Marcapáginas" de Gestiona Radio. El jueves le entrevisté en persona para Todoliteratura.es y el martes coincidimos en la presentación del libro de Luisgé Martín, La misma ciudad, donde habló del libro y charló con el autor, que guarda un cierto parecido en el planteamiento de su novela, la crisis existencial de los cuarenta. Esa fina y delgada línea roja que hace que nos precipitemos en querer dar un sentido a nuestras vidas.
El viernes 31 de mayo, día en que se inaugura La Feria del Libro de Madrid, la editorial Alfaguara le entregará el premio que tan merecidamente ha conseguido en un acto multitudinario muy cerca de donde en los siguientes días pasearemos para buscar las novedades literarias que por diversos azares no han llegado a nuestras manos y que seguramente nos seguirán sorprendiendo, ya que el mercado editorial edita más de lo que podemos consumir.
José Ovejero es un adicto a los premios literarios, "es un poco la manera de poder vivir mínimamente de la literatura". Hace escasamente un año ganó el prestigioso premio Anagrama de Ensayo con La ética de la crueldad, "yo quería publicar en Anagrama y qué mejor que un ensayo", recuerda. Además, fue el primer libro de ensayo de un autor que huye como de la peste de los encargos, "me aburre soberanamente", dice.
La invención del amor comienza con un hecho impactante: a Samuel, el protagonista, le informan de que ha muerto una amiga que no era tal, ya que ni siquiera la conocía y se enamora de ella, o por lo menos de su recuerdo. El caso es que hay otro Samuel que sí la conocía; ahí radica la dificultad de la historia. "Fue bastante complicado hacerla verosímil", pero está claro que lo ha conseguido. La anécdota con la que parte la novela se le ocurrió en su terraza de Madrid hace ya tres años y desde entonces estuvo dándole vueltas a la idea hasta que se puso a escribir sin tener claro en qué iba a desembocar la historia.
En la charla nos va descubriendo algunos de sus secretos y cómo ese consejo que se da a sí mismo "ponte a escribir y veremos lo que pasa", siempre es mejor que los consejos que te dan ciertos amigos, "en ocasiones son muy delirantes, apunta sonriente. Uno de los puntos más candentes de la novela, el puñetazo que le da Samuel, al otro Samuel, le costó muchísimo hilvanarla. Pero al final lo consiguió.
"No he querido hacer una novela generacional, sino sobre un momento dado", nos desvela el autor madrileño. El protagonista, en plena crisis de los cuarenta, está viviendo una vida que no le gusta, "pero por la edad, todavía está a tiempo de cambiar", apunta Ovejero en la charla que mantuvimos, que si bien comenzó serio y reflexivo, casi como aparece en esas fotos de promoción que no le hacen justicia, va mutando a una persona cercana, afable y con gran sentido de la ironía.
No le ha pasado lo mismo a España, que "en cierta forma se ha convertido en algo que no queríamos nadie. Un país con una situación desoladora, con una amargura creciente en el ambiente y con una falta de esperanza abrumadora", analiza con acierto la situación catastrófica que estamos viviendo, en parte debida a los políticos y en otra parte a la economía, "parece que la política no existe, sólo la economía", señala con razón. La suerte que ha tenido el novelista, ensayista y, también, poeta, es que el premio que le entregan el viernes que viene le va a permitir mirar la situación económica con más tranquilidad.
El premio le va a permitir hacer lo que le gusta, "seguir manteniendo mi independencia", aclara. Aunque quizá un poco más amable, "algunas veces me dicen mis lectores que los comienzos de mis novelas son brutales, como en La comedia salvaje con unas treinta primera páginas sobrecogedoras. Con el premio ganamos todos, él porque podrá escribir sin agobios y los lectores porque podremos seguir disfrutando con su prosa. En lo que sí tiene un poco de esperanza es en el movimiento 15-M, "los únicos que pueden hacer algo distinto".
La novela, como hemos señalado, trata sobre el amor, es una novela de amor para hombres, podríamos decir, donde el protagonista analiza en primera persona su proceso personal. "Cuando nos enamoramos no conocemos al otro y al revés, es un proceso en que nos inventamos a nosotros mismos y donde hay mucha ficción", explica Ovejero. Quizá el amor sea lo único que nos hace reinventarnos cada día, aunque señala que "no creo que el amor sea la única salvación" y recomienda que "hay que recuperar la sensación de estar vivos. Si no nos movemos estamos estacados en el tedio más absoluto. Hay que saber adaptarse al cambio".
José Ovejero es una persona que empezó a publicar tarde. "Me alegro de que no me publicasen mis primeras novelas", reconoce y recuerda que fue algo casual que la primera obra que le publicasen fuese poesía, ya que no es precisamente el género que más cultiva. Empezó a publicar cuando llevaba la treintena bastante avanzada, "el ambiente familiar no era muy literario. Yo vengo de una familia de clase obrera que tuvo que emigrar cuando yo era muy joven", recuerda. De ahí que comparta su vida entre Bruselas y Madrid.
Lo que ha pretendido con La invención del amor es hacer una novela que no sea demasiado previsible, cosa que, desde luego, enriquece a la novela; que todos los protagonistas cuenten algo y que todo encaje y no se rompa. Superar la dificultad que tienen los hombres al hablar entre ellos sobre relaciones sentimentales fue un rato para él apasionante ya que no suele hacerlo con sus amigos; "hablamos de otras cosas, de forma más rocambolesca y en un registro más masculino", cree. De ahí que la ficción le sirva de catarsis para tratar temas de los que no hablaría normalmente. "La ficción está ahí para ponernos en contacto con la realidad", finaliza.
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