Santander, la gran pasión de Jesús Ruiz Mantilla
Santander es la gran pasión de Jesús Ruiz Mantilla, pero también sus habitantes y visitantes ocasionales, como lo fue el rey Alfonso XIII que pasaba los veranos en el Palacio de la Magdalena. Un rey juerguista e irresponsable que contribuyó a la decadencia de una institución putrefacta y caduca y que en la actualidad se está haciendo notar con sucesivos escándalos, "la monarquía se ha empeñado en promocionar mi novela", afirma el escritor.
Escándalos hubo muchos en aquella época y, en la actualidad, continúa habiéndolos. "La ciudad estaba llena de bastardos del rey", señala Jesús Ruiz Mantilla. Todo el mundo conocía a alguno y la novela refleja ese ambiente decadente donde el rey veraneaba con su familia y, también, con su amante, pero además escogía todas las noches a alguna joven del servicio para que le complaciese. La novela cuenta cómo el rey establecía su derecho de pernada con una crudeza lacerante.
Alfonso XIII era un visitante ilustre, pero no el único, Benito Pérez Galdós pasaba largas temporadas en Santander y muchas de sus obras las escribió allí. "Si Balzac hubiese veraneado en una población costera francesa tendría su museo y sería una personalidad señera de la que se sentirían orgullosos todos sus habitantes", cuenta el periodista de El País. Sin embargo, en España siempre se ha tenido un sentimiento cainita de nuestros prohombres, "aunque ahora algo menos", matiza.
Benito Pérez Galdós no consiguió el premio Nobel por una campaña en la que se le enfrentó a su gran amigo Marcelino Menéndez Pelayo. Eran dos personajes antagónicos ideológicamente, pero grandes amigos, "ese clima en ocasiones se da, pero en contadas excepciones", explica Jesús Ruiz Mantilla. Pese a las diferencias, siempre mantuvieron una amistad sólida, al igual que con José María de Pereda, simpatizante carlista. La ideología no debe ser un obstáculo para la amistad verdadera.
Estos son los personajes más notorios de la novela, pero no los fundamentales. Los protagonistas son la familia de Diego Martín y, por supuesto Santander, que en 1893 se vio sacudida por una explosión que derivó en un incendio que asoló ciudad y habitantes. Más de 500 muertes y más heridos y desaparecidos. "La explosión del Cabo Machichaco en la bahía fue una tragedia lo suficientemente épica para tratar el tema que, por otra parte, no se había tratado salvo de pasada, como, por ejemplo, en la novela Pachín González de Pereda. Se puede decir que he tenido suerte en que no se hiciese porque así he podido escribir esta historia", explica el autor de Preludio y Yo, Farinelli, el capón.
"La ciudad es una excusa para tratar una historia de pasiones humanas", dice Jesús Ruiz Matilla. La familia de Diego Martín se ve sacudida por la tragedia cuando su mujer muere en la explosión. Marido y tres hijos pequeños quedan huérfanos, pero se sobreponen y rehacen la vida. Diego, volviéndose a casar con Carmen Revuelta, viuda con una hija. Los hijos se sobreponen a la catástrofe gracias al cariño del padre y del personal de servicio, que no es otra cosa que una prolongación de la familia, aunque los tres se lanzan a la vida de manera muy diferente, lo que les hace ser radicalmente distintos.
El mayor decide tomar los hábitos sacerdotales; el mediano, Enrique, se convierte en un banquero que sólo busca la riqueza, actitud que influye en el padre; y el pequeño, Rafael, es el más bohemio de los tres, pintor y caricaturista, lleva una vida desenfadada aunque muy artística, con un pequeño deje de donjuanismo que causa revuelo en sus hermanos y que le hace tomar decisiones drásticas, "los hombres somos capaces de amar sin lógica, con una coherencia incoherente", añade el escritor cántabro sobre los protagonistas de su novela.
Desde la explosión del Cabo Machichaco al incendio de 1941
Ahogada en llamas comienza con una crónica sobre la explosión del Cabo Machichaco, influenciada por la película Salvar al soldado Ryan. A Jesús Ruiz Mantilla no le duelen prendas en referir sus influencias, que van desde la literatura clásica y decimonónica, como Thomas Mann, James Joyce, Honoré de Balzac, Fedor Dostoievski o Gabriel García Márquez - el mundo mágico de Santander es como el Macondo del escritor colombiano -, a películas como la saga de El Padrino, películas de Steven Spielberg, o series como The Wire, Mad Men o Dos metros bajo tierra, "obras todas ellas arriesgadas"; y termina con el incendio de 1941, "hay un círculo, de dos hechos traumáticos que cambiarían la faz de Santander que duró cincuenta años y que son esenciales en nuestra historia, donde ocurrieron las cosas más importantes que han sucedido en España: la monarquía, la dictadura de Primo, la república", explica con parsimonia, pero con apasionamiento. Precisamente lo que no han sido sus conciudadanos que "han sido perezosos, no han sido audaces o han tenido miedo para contar una historia épica, lo cual me ha venido muy bien a mí que he podido contarlo", añade.
Sus protagonistas comienzan de una manera y terminan de otra. Es una especie de western a la española, donde ninguno es lo que parece y van cambiando según pasa el tiempo y donde la fuerza sexual está presenta en muchos de ellos, lo que supondrá grandes cambios en su devenir. Al igual que va pasando con la ciudad, en continuos cambios, una ciudad que vive de cara al mar que es su alma, lo mismo ocurre con esa gente del mar que es la protagonista en un escenario donde los diversos tipos que se dan en la ciudad añaden una idiosincrasia peculiar. Con unos tipos muy definidos que agregan el humor esencial que se necesita para sobrevivir en las grandes catástrofes.
Esos tipos de Santander, esos estereotipos están sacados de la realidad. Jesús Ruiz Mantilla se los encontró en un libro de Rafael Gutiérrez-Colomer titulado Tipos populares santanderinos. El autor los enriquece y los hace aparecer en la novela de forma humorística. Son los personajes reales de la novela, al igual que los personajes históricos que se contraponen con los inventados por el autor.
Todo ese cosmos hace que la novela tenga muchos matices y que componga una obra más que interesante y bien escrita. Se nota la pluma de periodista, pero más reposada y con más vértices que enriquecen un relato épico. Retrata a la perfección tanto los bajos fondos, como la alta sociedad santanderina. Un fresco muy variado de una ciudad que pocos han retratado y que sólo un escritor de la categoría de Álvaro Pombo ha tocado.
El futuro, Jesús Ruiz Mantilla lo ve halagüeño pese a la rivalidad que suponen las nuevas tecnologías, tanto en la literatura como en el periodismo. "Las historias siempre se tienen que contar, la gente quiere historias bien hechas", dice con toda la razón del mundo y esas historias las seguiremos leyendo en libros, en periódicos, en revistas, pero ahora, también, en ebook, en iPad o por Internet; "los periodistas hemos hecho un gran esfuerzo en adaptarnos a las nuevos soportes, son los gerentes de las empresas los que no han estado a la altura y no tienen tanta imaginación", señala jugándose el tipo y esperando que no lean esta entrevista para sus jefes.
"Vivimos una época muy ecléptica en la que los vehículos de expresión están cambiando y debemos saber adaptarnos y no tener complejos de las influencias que nos vienen de la televisión o Internet", concluye el periodista y escritor. Se acabaron los compartimentos estancos, la creación está en todos los medios y esa interconexión debemos conseguir que sea fructífera y reconocer que nuestras influencias vienen de diversos campos. Todos igual de importantes y no debemos desmerecer ninguno. Jesús Ruiz Mantilla, así lo reconoce y el resultado es Ahogada en llamas, una obra necesaria para entender hacia dónde va la literatura.
Entrevistas
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