Ha ejercido tanto la docencia como el periodismo, sobre todo radiofónico, ya que dirige el programa Literatura en breve de Radio 5 y conduce la sección de relato de El ojo crítico de Radio Nacional de España, además es profesor en la escuela de escritura Fuentetaja de Madrid, habiendo colaborado en numerosos medios de comunicación, tanto de España como de América.
¿Qué le llevó a escribir El asesino hipocondríaco?
Tenía ganas de escribir una novela cuyos presupuestos estéticos y constricciones técnicas me dejaran la mayor libertad posible. Quería hacer el gamberro. Y para eso tuve que plantearme muchas cosas antes de empezar a emborronar el papel, y finalmente tomar como punto de partida una voz narrativa muy singular.
¿Cómo ha logrado caracterizar un personaje tan complejo?
El propio personaje me pedía más. En un primer momento yo sólo tenía su condición contradictoria: de un lado asesino, y de otro un tipo íntegro, metódico e hipersensible. Pero a partir de esa contradicción fue saliendo todo, toda una personalidad, todo un mundo construido desde su personalísima visión de las cosas. A veces, sólo hay que creer de verdad en tu personaje para que éste acabe cobrando vida.
¿Cuáles son las causas de la hipocondría?
En muchos casos la depresión, los periodos de ansiedad, y la debilidad en general.
¿Qué tipos de traumas pueden dar lugar a esta enfermedad?
Los episodios depresivos nos hacen pensar en la muerte, en que vamos a morir, y en que pronto, muy pronto, una nueva enfermedad se encargará de acabar con nuestra vida. Sentimos que todo lo malo va a sucedernos. Mi protagonista, además, como buen asesino profesional, es alguien que vive solo, no tiene amigos y quedó huérfano a una edad temprana. Eso hace que su horizonte sea todavía más estrecho y que sólo se dedique a prestarse atención a sí mismo. El señor Y., en realidad, está enfermo de sí mismo.
¿Cómo puede curarse la hipocondría?
La solución que plantea la novela es la risa. Sólo tomándonos menos en serio de lo que se toma a sí mismo el señor Y. podremos ver las cosas de otra manera. El sentido del humor es lo único que nos puede sacar de ese lugar al que nos puede arrojar el pesimismo.
¿Cómo afecta la hipocondría a un asesino profesional como el protagonista?
Bueno, no lo deja trabajar. No consigue dar un paso en su plan para acabar con su última víctima sin que una enfermedad imaginaria le ponga la zancadilla. Él se levanta temprano, y sólo quiere acabar con Eduardo Blaisten, matarlo, asesinarlo, liquidarlo, pero los males de su imaginación lo acaban metiendo en las situaciones más rocambolescas.
El señor Y se define como un hombre de moral kantiana. ¿Qué rasgos de la personalidad de un asesino tendrían su correspondencia en esta moral?
En un asesino común, ninguno. Pero en la mente de mi particular asesino él cree tener una impecable moral kantiana porque siempre cumple los encargos que le han pagado por adelantado, y, en general, porque siempre se comporta como le gustaría que los demás se comportaran con él mismo, al menos en el hipotético caso de que contratara sus servicios a otros asesinos profesionales.
¿Con cuál de los grandes filósofos hipocondriacos se quedaría de todos los que aparecen en su novela?
En cuanto a filósofo, con Immanuel Kant, por su Crítica de la razón pura. Pero como persona debía de ser alguien de convivencia bastante difícil.
¿Cuál de estos filósofos se asemeja más al señor Y?
Todos y ninguno. El señor Y. es la suma de todos ellos. Es un personaje hiperbólico, el resultado de reunir todos los trastornos y manías existentes. Es una combinación imposible.
¿Qué escritores le han influenciado para escribir la novela?
Es de suponer que todas mis lecturas han influido en lo que escribo. No sabría decir muy bien cómo he llegado hasta aquí. Pero supongo que en este libro en concreto se podrían encontrar influencias que van desde El Quijote de Cervantes hasta American Psycho de Bret Easton Eallis, pasando por El hombre que fue jueves, de Chesterton, El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon, o los cuentos de Poe, Borges, Cortázar o Leonard Michaels, por citar algunos.
¿Cómo ha sido su proceso de creación de la novela?
Independientemente del tiempo que se tarde en escribirlos, hay libros que cuestan mucho y libros que cuestan menos. Hay libros con los que sufres y otros con los que disfrutas. En el caso de El asesino hipocondríaco, fueron poco más de dos años de regocijo que se pasaron volando.
¿Cómo definiría su novela?
Me encantaría que se entendiera como una novela que se sale de los caminos habituales, que construye sus propias normas.
¿Su libro se encuadra en una novela de género?
Más bien de géneros. Este libro propone una hibridación de muchos de ellos: el género negro, el género de humor, el género fantástico, la metaliteratura...
Sus pinceladas de humor negro en la novela rebajan la virulencia de los asesinatos, ¿por qué escogió este recurso?
Porque con tanta muerte y tanta enfermedad, o nos reíamos un poco o la novela se convertiría una apología del suicidio. Creo que el propio protagonista, en su contradicción esencial, ya demandaba un tratamiento humorístico.
¿Prefiere la novela negra a la policíaca?
Aunque mucha gente utiliza los dos términos según la ocasión como sinónimos, puestos a distinguir, prefiero la negra, por supuesto. La novela negra es la evolución natural del género policiaco de detectives, que estaba condenado a morir por lo estricto y lo limitado de sus propios límites, ahogado por sus propios mecanismos de artefacto. La novela negra ha sabido abrir nuevas ventanas, o al menos algunos nuevos ventanucos y respiraderos, eso sí, cargados de humo.
¿Podemos esperar pronto alguna nueva novela?
Sí. De hecho, como ya está terminada hace tiempo, será muy pronto. El año que viene por estas mismas fechas. Hasta entonces.
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