Es dueño de una agencia de modelos y artistas internacionales, lo que le hace viajar por gran parte del mundo. Nos recibe en su casa, cercana al Rastro madrileño, a su vuelta de Montecarlo. Por si la agencia no fuese poco trabajo, dedica gran parte de su tiempo libre a escribir con su hermana Charis o él solo. Su primera novela, El guerrero de la paz, la escribió con ella y ahora están preparando una continuación con mucha ciencia-ficción: se desarrolla en el futuro. Pese a tener el castellano como lengua materna, el libro está escrito en inglés y la traducción es francamente magnífica. En la novela rinde homenaje a su padre, personaje singular que desarrolló una carrera como espía en el Madrid de la posguerra. Carlos Mundy es una persona atenta y cordial, de conversación agradable. Desgrana en la entrevista las razones por las que ha escrito esta novela, que es un compendio de intriga, pasión y realismo. El análisis de la misma lo podrán encontrar en nuestra sección de críticas.
¿No son dos libros muy diferentes el primero y "La posada del tucán"? Sí, son géneros totalmente diferentes. La posada del tucán es una novela histórica inspirada en la vida de mi padre, espía del servicio secreto británico y la primera novela es una fantasía ciencia-ficción espiritual inspirada en el Dalai Lama, que es el personaje central, aunque se le menciona muy poco, pero es el eje, el guerrero de la paz. La novela es histórica pero, ¿es todo real o hay algo que haya inventado? Es una novela y me he permitido tomarme la licencia de meter elementos de ficción. La parte de España, de la posguerra, yo diría que es casi el 99 por ciento cierto. Hay algunos nombres cambiados, algunas situaciones cambiadas… ¿Los hermanos Ruiz Jiménez? No, esos eran verdaderos, pero por ejemplo, al conde de Herentals le he cambiado el nombre. Y a los dos hijos también. Sí, hay a ciertas personas a las que se les ha cambiado el nombre para proteger un poco la identidad de los descendientes. ¿Cómo se te ha ocurrido escribir la novela en primera persona y siendo tu padre el narrador? Porque la novela la tenía que haber escrito mi padre y yo cuando me enteré en el año 92 estuve durante 9 años convenciéndole de que escribiera sus memorias sin mucho éxito. Cuando murió, entre sus papeles descubrí un capítulo manuscrito, que es el de la adolescencia, que he utilizado letra a letra. Como estaba escrito en primera persona, pues he continuado de la misma manera. ¿No ha sido difícil suplantar a su padre? Ha sido un ejercicio muy interesante y muy fascinante. Ha sido meterme en los zapatos de mi padre. En algunos pasajes de la obra parece que tú eras más o menos el hijo predilecto. No es que fuera el predilecto. Mi hermano mayor, que también sale en la novela, era muy cercano a él, pero del segundo lote de hijos yo era el más cercano a él, porque pasábamos mucho tiempo juntos. Trabajabais juntos en la misma empresa. Sí. A mis hermanas las adoraba, pero eran chicas y la relación es diferente. Teníamos una relación muy cercana. ¿Cómo reaccionaste al enterarte de que tu padre había sido espía? Curiosamente no me extrañó, porque era un personaje muy grande. Yo sabía que había vivido en la costa azul, que había tenido una vida muy fascinante. Sí que nos había contado lo de la cárcel modelo, que había pasado cuando tenía 18 años. Sabíamos que había conocido a gente muy interesante, porque de vez en cuando hablaba de esas personas, pero claro, no teníamos ni idea de que había sido espía. Luego ya cuando murió, su mujer, la madre de mi hermano, que conoció muy de cerca ese periodo de su vida en Londres, pues me ayudó muchísimo a escribir el libro. ¿Entonces, aparte del manuscrito de tu padre, cómo te has documentado? He contado con la ayuda de Phryne Alabaster, que fue la primera mujer de mi padre, que ya ha muerto y de una muy amiga mía que también ha muerto, que tenía ochenta y pico años que se llamaba Alicia Balenchana, que me ayudó muchísimo con los recuerdos del Madrid de los años cuarenta. La menciono en el prólogo del libro. Sin estas dos personas no hubiera sido posible escribirlo. ¿Les ha gustado a todos tus hermanos el libro? Sí, yo creo que sí. ¿La has escrito en inglés? La novela está escrita en inglés. Somos bilingües, porque de pequeños hemos vivido en Londres y en casa se hablaba en español y en inglés. ¿Por qué no la has traducido tú al español? Porque son tres años de trabajo y cuando ya un libro está publicado, me hubiera sentido incapaz de meterme en él otra vez para traducir. Lo que he hecho es corregir la traducción. Además estoy escribiendo otra novela. ¿Primero se publicó en Inglaterra? En Inglaterra y en Estados Unidos. En Estados Unidos salió hace siete u ocho meses. ¿Qué acogida ha tenido? Pues regulín, porque no es un tema muy americano, pero en Inglaterra está funcionando bastante bien. ¿Y aquí? Pues en los días que lleva está yendo fenomenal, he tenido mucho más respaldo de la prensa. Me decían en El Corte Inglés que se venden como churros. Yo la he encontrado muy dinámica. La portada es muy atractiva, el tema es como ligero…Desde luego, a la gente que la ha leído, a todos les ha gustado. Hay cosas muy curiosas como el personaje “M” de James Bond. Es que ese personaje es real, el que lo convirtió en un personaje de ficción fue Ian Fleming. También lo conocía tu padre. Sí, mi padre conocía a todo el mundo. A casi todas las casas reales de Europa, a la nobleza, a actores, a actrices, a fulanas… (Risas) He notado que con los británicos eres un poco duro, te metes con su forma de colonialismo. Es que era muy crítico mi padre con eso. No le gustaba nada el aire de superioridad de los ingleses con sus antiguos colonos. De hecho, yo que soy muy amigo de varios maharajaes de la India, siempre me decía que le parecía indignante que no dejaran entrar a los clubes a los reyes y en Egipto, como los reyes eran de color, pues eran como de segunda categoría. Eso le indignaba mucho a mi padre. En el libro pone que había que ganarse el corazón de la gente y que los británicos no sabían. Siempre han adoptado una postura de superioridad, de que eran una raza superior. Tanto en Egipto como en la India. En todos los lados que han estado. Tu padre le daba un poco la razón a Churchil, pero fue crítico con la postura que adaptó en cuanto a España y a Polonia, por ejemplo. Mi padre pensaba que cuando los aliados ganaron la guerra, tenían que haber invadido Rusia y haber derrotado al régimen comunista. ¿Y con respecto a España? Es una de las protagonistas del libro. Ahí entraron mucho en juego los americanos. Yo creo que a Franco le salvó la guerra fría. Franco no se podía permitir el lujo de entrar en otra guerra porque estaba arruinada y le pidió a Hitler en Hendaya tantas cosas a cambio, probablemente sabiendo que no se las iban a dar, porque Franco en el fondo era como un zorro. Él quería que le entregaran Marruecos, etc… pedía mucho a cambio. Estuvo hasta el último minuto titubeando. ¿No hubiera sido el momento de haber invadido España? España se mantuvo neutral durante la guerra y yo creo que no les compensaba. Estaba Europa devastada, habían muerto 50 millones de personas. Por eso también probablemente no se hizo lo de Rusia, la gente estaba muy cansada. Franco se salvó por los pelos. A la monarquía la alabas bastante. Sí. Hombre, Alfonso XIII tuvo sus defectos, eran otras épocas, pero fue un gran patriota que puso a España antes que a sus propios intereses, equivocándose, porque si hubiera sacado las tropas en ese momento, probablemente no hubiéramos tenido ni guerra civil ni la segunda república. Sí que creo que la monarquía en España, desde el 75, sí que ha hecho una gran labor de consenso y ha sido la única forma de haber hecho la transición. Esta novela, como hemos dicho antes, no tiene nada que ver con la anterior. La otra es mucho más espiritual. Yo he ido mucho a la India, soy amigo de algunas de las familias reales de allí, estoy muy cercano al Dalai Lama, y por esa razón escribí la primera novela que El guerrero del arco iris. Es un personaje basado en el Dalai Lama. Es una fantasía, porque es en un planeta de ficción, con muchísimos paralelismos con el mundo actual, y la segunda parte es en el año 2039 aquí. ¿La segunda parte la estás escribiendo ahora? Sí. Es ciencia ficción porque estamos hablando de lo que será el mundo en 2039. Es un futuro desagradable pero con esperanza. En la novela hablamos de que el mundo estará controlado por las multinacionales y hay un momento en el que se instaura un gobierno mundial que sobre el papel es muy buena idea, pero en la novela es una dictadura mundial. Es que en el fondo el mundo está dirigido por multinacionales, porque son más ricas que muchos países. Y eso va a más. ¿Dónde está ubicada la novela? Se habla de varios países, pero están desapareciendo, se están hundiendo. Hay un país de ficción totalmente y se centra mucho en el Tíbet, que en la novela ha recuperado la independencia, y luego en los sitios Hoppis, que son una tribu india sobre la que los Estados Unidos nunca se han proclamado soberanos, se consideran independientes. En la novela se les concede la independencia de hecho. Recuperan todas sus tradiciones y la espiritualidad. La salida del mundo en la segunda parte de la novela, que se llama El retorno de la reina Mali, pasa a través de reencontrarse con la esencia de la espiritualidad. ¿La estás escribiendo con tu hermana? Con mi hermana, sí. Y está escrita en inglés también. ¿Cómo os dividís el trabajo? Yo narro la historia y luego ella la escribe. Es un experimento que nos funciona muy bien. Ella es una gran escritora. Yo soy muy buen narrador de historias, pero ella las adorna muy bien, es mucho más profunda que yo, que me quedo más en la superficie. Hacemos muy buen equipo. Y La posada del tucán, ¿por qué no la escribisteis juntos? Porque ella no quiso, le tocaba demasiado cerca y aunque se llevaba muy bien con mi padre, tenía una relación un poquito más difícil que la que yo tenía. Me ayudó a corregirla y le ayudé a editarla, pero no quiso firmarla ni tener nada que ver. Cuando asesinan a Carrero Blanco, tienes la teoría de que fue la CIA… Mi padre estaba convencido de que ETA era imposible que hubiera planificado algo de ese nivel, decía que la CIA al menos tenía que haberles ayudado, o al menos saber lo que estaba pasando y si lo sabía la CIA, lo sabía el servicio secreto inglés. Por otro lado, la desaparición de Carrero Blanco favoreció a la transición, porque él nunca la hubiera consentido. Entonces, ¿por qué no que la CIA se lo cargase, y dar los laureles a ETA? ¿Cómo es posible que sobreviviesen tantos criminales nazis y que no se los encontrase? Hombre, con la ayuda de muchos dictadores latinoamericanos que les ayudaron a cambiarse de nombre. Se operaron todos, se borraron las huellas dactilares y luego había una especie de mafia nazi, que tenía mucho dinero, porque se llevaron mucho dinero a Latinoamérica, que mantenía todo eso como medio vivo. Hubo una película de los niños del brasil que hablaba del Cuarto Reich. Parece ser que hubo una especie de organización nazi secreta para ayudar y mantener a otros ex nazis. Hasta hoy en día se está descubriendo a un señor de noventa y pico años que ahora lo quieren juzgar. Ha sido con la ayuda de los dictadores latinoamericanos, Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina. En el sur de Brasil toda la gente rubia y con ojos azules y en el sur de Argentina igual, son descendientes de nazis. También en Chile había muchísimos alemanes. ¿España era realmente un hervidero? España y Portugal, porque eran países neutrales y allí se cocía todo. Estaban todos los espías. Todos. En un pasaje del libro dices: si eres joven y no estás en el ejército es que eres espía. Era realmente así. La vida sórdida que se tenía en España en los años cincuenta y los sesenta, ¿tu padre la vivió en primera persona? Bueno, lo más sórdido de España fueron los años cuarenta. Eso fue horroroso, luego en los años cincuenta él se fue y eso ya no lo vivió. Cuando vinimos a vivir a España, que fue en el año 68, 69, pues ya estaba mucho mejor la situación. Había una clase media que no había existido antes. No había libertad política, pero la gente vivía bastante bien, dentro de todo. Mi padre me contó que en los años 40, quitando las veinte familias de la nobleza y los del régimen, era horroroso.
Él describe cómo ve a la gente famélica y con la ropa remendada. Él vivía de forma privilegiada pero se daba cuenta de lo que había a su alrededor. Por eso el contraste. Él se queda alucinado cuando se va a El Cairo y también había venido de la Costa Azul donde no existían pobres. Puedes comprar el libro en:
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