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Punto kilométrico 0 de la capital de España
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Punto kilométrico 0 de la capital de España (Foto: Eva Veneros)

HABITAT

jueves 03 de abril de 2025, 08:07h
Publicamos el relato HABITAT de Eva Veneros, habitante de un pueblo de Gredos donde vive en contacto con la naturaleza y las estrellas. Ella no cree en la España vaciada ni en los ecologistas de fin de semana sino en los que aman el campo de verdad.

¿Qué nos hace sentirnos de un lugar? ¿nacer? ¿vivir en él? No. Hay algo más. Tiene que haberlo….

Hay lugares en el mundo unidos a personas y personas unidas a lugares para siempre. Machado nos espera a orillas del Duero, Cela nos lleva de viaje por La Alcarria y Orihuela será siempre el pueblo de Miguel Hernández.

Hay lugares en el mundo en los que uno, sin saber muy bien por qué se siente en casa, sitios en los que todo parece más fácil, espacios que nos atrapan como un imán y nos hacen dejarlo todo para empezar allí de nuevo.

Hay lugares que nos reconocen y nos hacen sentir parte de ellos, paisajes a los que siempre volvemos y de los que nunca nos vamos del todo.

¿Qué sería de Sherlock Holmes sin Londres, de Chile sin Neruda o de Frida sin Méjico?; ¿Cómo es posible contemplar la mar de Málaga sin los ojos de Alberti? o ignorar la pluma de Delibes caminando por Castilla…

Tiene que haber algo más...

En esos pensamientos ando perdida mientras deambulo con aire ausente por el jardín tropical en el que se ha convertido el viejo apeadero de Atocha.

Cientos, miles, de plantas tropicales de diferentes especies, más de 500, procedentes de América, Asia y Australia (según reza un cartel explicativo) buscan el sol que les aguarda tras la centenaria estructura metálica y acristalada.

Los andenes del antiguo edificio de viajeros son ahora una amalgama botánica y humana regada cada poco por miles de viajeros y una llovizna fina y constante, una música para dormir más propia de los Trópicos que de un expueblacho de la Mancha. Esa es una, quizás la primera afortunada contradicción de esta urbe.

Madrid, su ciudad, le ha recibido, tras años de distancia, con los brazos abiertos y el corazón cerrado como una puta cara que te da todo lo que puedas pagar.

Aquí hay sitio para todos, pero en este escenario darwinista, invadido por una superpoblación de especies diversas, de mutaciones imposibles, algunos ejemplares pasan hambre.

Sus habitantes se han vuelto predadores, como las tortugas caníbales que invaden el estanque central de la estación.

Se comen unas a otras en su lucha por un territorio aparentemente ideal. Como yo, creían que este sería su habitat natural.

Eva Veneros Hernández.

Madrid. Abril. 2016.

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