www.todoliteratura.es

Cedida por la editorial
Adan Kovacsics
Ampliar
Adan Kovacsics (Foto: cedida por la editorial)

Entrevista a Adan Kovacsics: "Reflexiono sobre el lenguaje en general y me preocupa su evolución"

Autor de "El destino de la palabra"
jueves 06 de marzo de 2025, 12:11h
Adan Kovacsics (1953) nació en Santiago de Chile, hijo de inmigrantes húngaros, y se formó en Viena, Austria. Ha traducido a autores como Karl Kraus, Joseph Roth, Stefan Zweig, Imre Kertész y Béla Hamvas entre muchos otros. Como traductor ha ganado numerosos premios entre los que destacan el Premio Nacional de Traducción del Ministerio de Cultura por el conjunto de su obra y el Premio Nacional de Traducción de Austria, ambos en 2010, el Gran Premio Balassi de Hungría, en 2017, el Premio de Traducción Straelen de Alemania, en 2022. Su nuevo libro es el ensayo "El destino de la palabra".
El destino de la palabra
El destino de la palabra

"El destino de la palabra" es una exploración profunda sobre el impacto que las palabras pueden tener en nuestras vidas y en la sociedad. Kovacsics, conocido por su estilo único y su habilidad para conectar con los lectores, aborda temas como la comunicación, la identidad y el significado en un mundo cada vez más complejo.

Este libro se enmarca en un interés de largo recorrido por tu parte sobre cómo se ha ido vaciando la palabra. Háblanos sobre ello y sobre cómo lo ubicas en el contexto de tus preocupaciones y tus escritos.

Desde hace muchos años aparece en mi obra, por un lado, la reflexión sobre el lenguaje en general y, por otro, la preocupación por su evolución. No ha cesado desde que traduje Los últimos días de la humanidad a finales de los ochenta del siglo pasado o luego La carta de Lord Chandos de Hofmannsthal o LTI, la lengua del Tercer Reich de Klemperer o desde que trabajé en la obra de Mauthner. Luego está mi libro, Guerra y lenguaje... ¿Por qué esa fascinación mía por el lenguaje? Quizá por el hecho de haber vivido desde siempre entre lenguas, las cuales se enriquecen unas a otras, pero también generan un extrañamiento, casi podría decirse incluso que de pronto se anulan entre sí. El lenguaje deviene de pronto algo huidizo, algo escurridizo e insasible, y lo cierto es que lo es y por eso mismo invita a la reflexión. Y la preocupación me viene de sólo pensar lo lejos que estamos, por ejemplo, de las frases de los Upanishads que dicen: “La esencia del hombre es la palabra. La esencia de la palabra es el himno.” O del comienzo del evangelio de san Juan: In principio erat verbum. Qué enorme distancia se abre entre aquellas concepciones de la palabra y la actual, en la que el lenguaje es un simple vehículo de información o de transmisión de datos.

"El destino de la palabra" es un libro breve construido en tres partes con tres formas de investigar el estado actual de la palabra. Cuéntanos el porqué de esta estructuración y en qué consiste.

Siempre me ha preocupado la estructura de mis libros y siempre he buscado paralelismos con formas de la música clásica. Aquí, por ejemplo, la segunda parte es decididamente un scherzo. Así ha de verse y escucharse. El capítulo final pertenece al reino del del relato y por tanto de la invención y de la magia y hace de contrapeso al reino de la información sobre el que reflexiono en la primera parte y que es el que domina la segunda. El libro había de desembocar allí. Hay que decir también que las diferentes partes del libro se hablan entre sí sutilmente.

En la primera parte del libro escribes que “la alusión continua y desesperada a la verdad es la forma de abrirle paso a la mentira”. ¿Es este el gran mal contemporáneo?

Uno de los males. Es la alusión continua del mentiroso. La verdad no tiene que decir continuamente “¡soy la verdad!”. Quien miente sistemáticamente alude también sistemáticamente a que cuanto dice es la verdad y no más que la verdad. Estamos desde hace tiempo ya en el mundo de la mentira. Recordemos la frase de Kafka en El proceso: “la mentira se convierte en principio universal”. ¿Cuándo la escribió? Durante la Primera Guerra Mundial. Allí comenzaron muchas cosas, muy en particular el recurso masivo a la propaganda. Y la publicidad y la propaganda son ahora el principio universal.

Una alusión muy relevante que realizas es la analogía entre lenguaje y naturaleza, y la importancia del cuidado mutuo. Cuéntanos un poco más sobre esto, por favor.

Es algo que me viene de Kraus. Para él, el lenguaje es “una fuerza de la naturaleza”. Pero es que, además, él estaba ya entonces muy preocupado por la destrucción de la naturaleza, de los bosques, por el desprecio y el maltrato a lo que llamaba las “criaturas”, los animales. Toda esa destrucción iba para él en paralelo con la destrucción del lenguaje. Y este es algo a cuidar, no a maltratar o retorcer. Pero es que, además, esa analogía tiene una dimensión metafísica.

Uno de los intelectuales que ya nos alertó de la destrucción de la palabra y sobre el que además tú has estudiado y escrito es Karl Kraus, ¿verdad?

Kraus aludió ya a comienzos del siglo XX al carácter destructivo del capitalismo y a que ese carácter afecta también al lenguaje. Y a Kraus lo he traducido mucho, he trabajado también mucho sobre su obra. Hay en él un amor y un respeto a la palabra, y una mirada aguda para detectar lo que en su tiempo estaba ocurriendo en el plano del lenguaje y que se produce también ahora.

Los eufemismos siguen campando a sus anchas

Hablando de Karl Kraus, nos gustaría preguntarte sobre la relación entre la “profunda insinceridad e hipocresía” del lenguaje que usan los totalitarismos y su voluntad de tapar con él hechos infames.

Es el eufemismo. No hace falta recordar la cantidad de términos que se usaban en el nacionalsocialismo para denominar y así camuflar sus crímenes y desmanes. Los allanamientos de moradas se llamaban Überholung, o sea, inspección técnica. Tratamiento especial era el envío de los deportados judíos a los cámaras de gas. Había allí, aparte de todo, un sarcasmo que implicaba un profundo desprecio al lenguaje y a su vínculo con la verdad. Y los eufemismos siguen obrando a sus anchas.

La voluntad de la información es la de desaparecer, nos dices. Y sobre esto va la segunda parte de tu libro, “El lenguaje de la información”. Háblanos de ese capitalismo que no necesita la palabra, que “necesita la verborrea, el discurso sin fin, que es la abolición de la palabra”.

Hay algo en el relato que quiere sostenerse y se sostiene en el tiempo. En cambio, lo que la información busca profundamente es ser sustituida por la siguiente. Hay allí un hilo permanente. Y no hay pausa, no existe el nexo de la palabra con el silencio, que es tan importante; también, por cierto, en la música.

Una imagen clarividente de tu libro es el así llamado “galope de Gish” o ametralladora de falacias, y que podemos ver cada día por todos lados. ¿Son las redes, en este sentido, el peor de los escenarios donde se produce esta ametralladora de engaños y falsedades?

Supongo que sí, aunque no las frecuento. Pero aunque no las frecuente me llegan. Como se dice: “la información te encuentra estés donde estés”, y también la desinformación. Es que, además, son gemelas. Se habla de una estrategia muy consciente y concreta de desorientación mediante la desinformación, las mentiras y las provocaciones. Uno de los estrategas de estas campañas de desorientación dice que se trata de inundar de mierda los medios de comunicación. Y estos, por cierto, quieran o no, la acogen.

En la tercera parte del libro la destrucción afecta a las vidas, y escoges las relaciones paterno-filiales. Cuéntanos por qué escogiste justo la relación entre un padre y un hijo.

El destino de la palabra tiene un color apocalíptico. Y lo apocalíptico no es sólo una serie de relatos, símbolos y profecías, sino un sentimiento. El sentimiento de la inminencia de un final. Y ese sentimiento impregna de alguna manera esa tercera parte del libro, que refleja un final, el de una familia o de una estirpe que se acaba. Es la relación de un padre y un hijo, pero podría ser otra relación, lo esencial es que una línea de pronto se termina. Llega un final.

Los malentendidos, las incomprensiones son humanas, ¿qué podemos hacer contra ellas?

A ver, los malentendidos, la incomprensiones son algo muy humano. Forman incluso parte del lenguaje. Una palabra despliega un abanico de asociaciones. “Chimenea” no es exactamente lo mismo para Jorge que para Alicia que para Juan. ¿Cómo decía Lacan? “Un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante.” A partir de allí, toda una cadena infinita... Otra cosa son la indiferencia, el egoísmo, el desdén, el maltrato, la crueldad, y las incomprensiones que de allí vienen.

"El destino de la palabra" tiene voluntad de manifiesto, ¿qué te gustaría que provocara su lectura?

Es un libro para la reflexión, no creo que tenga que ver con un manifiesto. Es un libro que dice algo en una primera leída, y algo más también en una segunda o en una tercera. Creo que hay frases e ideas que merecen ser acogidas y pensadas.

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/4h7lM01
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios