www.todoliteratura.es
Pilar Adón
Ampliar
Pilar Adón (Foto: Asís Ayerbe)

Entrevista a Pilar Adón: "No creo que la literatura haya de obedecer a la necesidad de abordar ni dar solución a ningún problema social como tal"

Autora de "Las iras"
martes 04 de marzo de 2025, 12:11h

Si yo pudiera hablarle, y si él quisiera escucharme, le diría que los miedos se heredan y que todo el terror que le está infundiendo a su hija se va a hundir en mí sin que yo haya hecho nada por merecerlo. Tampoco ella ha hecho nada por merecerlo.

Las iras
Las iras

La escritora madrileña Pilar Adón, galardonada en 2022 con el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica, el Premio Francisco Umbral al libro del Año y el Premio Cálamo Otra Mirada con su novela De bestias y aves, publicada por Galaxia Gutenberg, nos presenta su última obra, Las iras, 18 relatos cortos con una estructura similar en los que los temas principales son el abandono y la traición por aquellos que debieran protegernos y la falta de amor.

Una de las constantes, en la literatura, de Pilar Adón, es que las protagonistas de sus historias son mujeres; en este caso muy jóvenes, que no controlan el miedo ni la ira que estalla ante las injusticias. Otro los perros que, como contrapunto, simbolizan la lealtad.

"Las iras" se compone de 18 relatos desasosegantes que hablan fundamentalmente de una emoción primaria y de la gestión irracional de la misma. ¿Por qué necesita tratar la ira en este momento? ¿Qué la impulsa?

Empecé a escribir estos cuentos hace tiempo, mientras terminaba la novela De bestias y aves, traducía y escribía también poesía. Lo cierto es que siempre estoy escribiendo cuentos y me gusta recordar que el primer premio literario interesante lo gané con un relato en el que ya hablaba de un ser que se encerraba en una habitación. Por entonces yo tenía unos 18 años. Cuando estaba escribiendo los relatos de Las iras, llegó un momento en que me di cuenta de que todos tenían un tema común y también una estructura similar. Bebían de la misma necesidad de hablar de la falta de amor y de la traición, de modo que fueron surgiendo de una manera muy natural. El título, Las iras, apareció en el último instante, como me sucede siempre. Nunca tengo el título de una obra, de un relato o un poema desde el principio.

Las emociones negativas subyacen como desencadenantes de las situaciones de conflicto que han vivido las protagonistas; la ira, el miedo, la culpa, la soledad, la tristeza, la frustración, los celos, la envidia… ¿Por qué están ausentes las emociones positivas?

Los temas principales de los relatos son, como decía, el abandono y la traición, y en casi todos domina la reacción extrema de unos personajes que sienten que los demás les hacen daño. Las protagonistas se ven traicionadas por aquellos a los que más quieren o por aquellos que más tendrían que quererlas. Y actúan en consecuencia. Tienen un concepto de la amistad tan elevado, y del amor, que cuando se sienten traicionadas no lo soportan y se dejan llevar por unas emociones que aún no han aprendido a gestionar porque estamos hablando de niñas y adolescentes, y su propia inexperiencia hace que todo se magnifique, que todo sea blanco o negro, sin matices de grises, y que luego hayan de cargar con una culpa que, igualmente, las supera. En cualquier caso, no juzgo la calidad moral de sus emociones. Como lectora, veo que has decidido centrarte en el miedo, la soledad, la tristeza, la frustración, etc., pero otros lectores se fijan también en la capacidad de superación, en el poder de comprender las propias pasiones, la reparación, etc. Por la manera en que están estructurados los relatos, y por la propia forma narrativa, la libertad de los lectores a la hora de posicionarse a uno u otro lado es absoluta.

¿Cree que en una sociedad como la nuestra es necesario reflexionar y abordar problemas contemporáneos que llevan a la alienación de las personas?

Esta pregunta tendría que responderla quizá alguien que se dedique a la psicología, la sociología o puede que a la política. No creo que la literatura haya de obedecer a la necesidad de abordar ni dar solución a ningún problema social como tal. Si como consecuencia de la lectura de una ficción un individuo alcanza algún tipo de respuesta práctica a una situación concreta, será estupendo para él. Y la sociedad se compone de individuos de modo que, como apuntaba, la literatura, como cualquier otro arte, puede llegar a cumplir ese propósito de reflexión y abordaje de problemas contemporáneos que me planteas en tu pregunta a través de la experiencia de cada uno de sus integrantes. La ficción nos propone, nos ilumina, nos despierta, nos ayuda a ejercitar el pensamiento abstracto y puede favorecer el aprendizaje a través de situaciones que advertimos como reales aunque siempre tengamos la certeza y la tranquilidad de saber que no lo son. Pero me espeluzna la idea de una literatura para. Una literatura finalista. El arte no ha de estar al servicio de nada.

¿Están más expuestos nuestros jóvenes a vivir situaciones frustrantes cuando la sociedad no les proporciona aquello a lo que creen que tienen derecho?

No creo que en la actualidad la frustración que nos invade por lo que no podemos conseguir de forma inmediata sea una particularidad de los jóvenes. Estamos acostumbrados a que nuestras «necesidades» queden satisfechas al instante, momento en que aparecerán otras «necesidades» igualmente imperiosas y primordiales para nuestra estabilidad emocional. Vivimos todos bien asentados en esa permanente sensación de insatisfacción.

La ira, es una emoción que mueve a la acción y que, en ocasiones, puede salvar al individuo, pero en sus cuentos acaba siempre con la destrucción de la protagonista en lo que a interacción social se refiere, y la muerte de la fuente del conflicto ¿subyace en estas mujeres un trastorno de impulsividad intermitente?

Imagino que la palabra ira aparece de inmediato debido al título del libro, pero hemos de tener en cuenta que se trata, como bien decías antes, de 18 relatos y que, por tanto, los temas son muchos más. El amor maternofilial, el abandono y la consiguiente impresión de orfandad, las dependencias emocionales… Incido además en asuntos literarios que me han interesado siempre, como el aislamiento y la soledad voluntaria como modo de buscar la libertad, el retiro en un espacio en el que librarse de las imposiciones sociales del exterior. No hay violencia explícita en los actos de las protagonistas, y ni siquiera el lenguaje es violento. No se muestran escenas con sangre, palizas, etc. En cuanto a las definiciones psicológicas o psiquiátricas, me temo que no voy a ser yo quien se encargue de diagnosticarles ningún trastorno. Simplemente puedo decir que no se complacen en los padecimientos ajenos y no son crueles. No hay indiferencia después de sus actos. Sí podríamos decir que son personajes atormentados.

"Las historias se crean en la cabeza de quien las lee, y un género como el del relato proporciona un formato especialmente precioso para lograr ese propósito"

Una constante en todos los cuentos es la necesidad de amor de las protagonistas… ¿La falta de éste puede desencadenar situaciones de frustración, desapego, odio… que justifique un ataque de ira incontrolada?

No se trata de justificar nada. Estamos hablando de ficción, no hemos de olvidarlo, en ningún caso de criminología ni de sociología. Y hemos de adentrarnos en la ficción con toda la libertad que deseemos, sin temor. Las historias se crean en la cabeza de quien las lee, y un género como el del relato proporciona un formato especialmente precioso para lograr ese propósito. No se trata de una literatura complaciente, eso es cierto: no se da una solución balsámica para el lector. Y por tanto es el lector quien ha de decidir cómo interpretar los comportamientos de las protagonistas.

¿Por qué todas las protagonistas son mujeres? ¿Son más vulnerables a las emociones primarias? ¿Sienten y reaccionan de una manera más intensa ante lo que viven como una injusticia?

Mi respuesta es no. No creo que sean más vulnerables a las emociones primarias ni que sientan ni reaccionen de una manera más intensa ante lo que viven como una injusticia por el hecho de que sean mujeres. Los personajes principales de mis historias suelen ser mujeres desde hace años, pero se trata de individuos concretos y sus reacciones dependen de cada situación particular en cada texto de ficción. Tanto hombres como mujeres son capaces de reacciones impulsivas y arrebatos de furia, además de, en el extremo opuesto, premeditación, planificación, etc.

Sus mujeres son muy jóvenes, algunas niñas, y todas añoran un hogar, porque han sido encerradas y apartadas de la sociedad. ¿En algún momento puede entenderse el hogar como prisión también?

Durante años se ha vinculado la figura de la mujer a la de la casa, a la «creación de un hogar», para lo que debía asumir las labores y las cargas que eso pudiera conllevar, propias de lo doméstico. Preparar la comida, poner la mesa, dejarlo todo dispuesto, fregar los platos, ordenar la cocina, encargarse de los cuidados de los demás… Con frecuencia es en la primera juventud o en la adolescencia cuando se comienza a huir de ese papel asignado a la mujer, y todas las protagonistas de los relatos de Las iras se encuentran en ese momento, en esas edades, cuando el vínculo con el espacio familiar que así se impone puede recordar, ciertamente, a una prisión. En cualquier caso, también podemos pensar en la creación de un hogar propio, generado de manera voluntaria, siguiendo las preferencias particulares de cada uno. Es entonces cuando surge la idea del hogar como refugio, que me parece muy interesante. Suelo comentar que tener una novela en marcha hace que me sienta menos sola. Siempre hay unos personajes esperándome, una historia que contar. La novela es así algo muy parecido al hogar concebido, insisto, como refugio, como guarida. Todo parte del respeto a la propia voluntad y la propia libertad para elegir.

Llevo toda la vida escribiendo sobre personajes que se aíslan

Sus protagonistas están condenadas al aislamiento, pero, por mucho que las aparten de los demás ¿serán libres si no pueden escapar de sí mismas?

Con frecuencia comento que llevo toda la vida escribiendo sobre personajes que se aíslan. Que huyen y se van al campo, donde se autoabastecen y se hacen fuertes. Recorren el monte y tienen perros. Se apartan casi siempre para que les dejen en paz. Para que nadie las mire ni interrogue sobre lo que hacen o dejan de hacer. Buscan una libertad que ha de ser también mental para no caer en la claustrofobia. Por todo esto, el aislamiento físico en principio no les afecta demasiado. Lo que les puede llegar a dañar es la sensación de falta de control sobre, al menos, la pequeña parcela de realidad en la que viven. La incertidumbre por la falta de seguridad y de equilibrio.

La religión es otra constante en los relatos. ¿La autora hace un paralelismo entre religión y sentimiento de culpa?

Las protagonistas de estos relatos se culpabilizan constantemente por lo que han hecho y por lo que no han hecho, por cómo han hablado o cómo han guardado silencio, cómo han alzado la cabeza o cómo se han escondido. Es decir, sienten culpa a todas horas y por todo. Pero en este caso veo más relación entre la literatura bíblica y la ira, y no tanto entre la literatura bíblica y la culpa. Los dioses clásicos cultivaban otros pecados, como la lujuria, la envidia, pero nuestro Dios pareció quedarse con la ira, que surge ante las traiciones y la desobediencia de los hombres, a los que castiga. Es un tema que me ha interesado mucho, y ya que Caín es el primer caso bíblico de ira y él, a su vez, sufre la ira de Dios, transformé su historia en la de dos hermanas que protagonizan su historia y sufren por tanto el destierro, la vergüenza, el estigma, la soledad y, por supuesto, como dices, también la culpa.

Los perros también están presentes… ¿qué representan y qué quiere transmitir la autora con su presencia?

Como decíamos antes, dos de los temas esenciales de estos relatos son el abandono y la traición, y si pensamos en el perro como símbolo, representa la figura de ese ser que no traiciona, que es leal y fiel siempre, frente a las traiciones y abandonos que hay en los relatos. No obstante, no hemos de olvidar que también los perros matan. El primer cuento comienza hablando de la estructura mandibular de los perros, cómo los colmillos, los molares, etc., están diseñados para trocear la carne, arrancarla del hueso… De modo que las dualidades son constantes y contribuyen de una manera con frecuencia inadvertida a generar esa intuición y ese sacudimiento que busco en la literatura. Un zarandeo que nos estimule y que logre que salgamos de un libro distintos a como entramos en él.

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/3QERsOZ
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios