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Pere Cardona
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Pere Cardona (Foto: cedida por el autor)

Entrevista a Pere Cardona: “A lo largo de los años he conocido decenas de veteranos y la mayoría de ellos coinciden en la importancia de rescatar estas historias para no repetirlas de nuevo”

Autor de “El mundo en guerra”
lunes 03 de marzo de 2025, 12:11h

Pocos autores españoles conocen la Segunda Guerra Mundial como el barcelonés Pere Cardona. En su carrera, ha publicado varios libros sobre el lado más personal de la guerra, buscando los testimonios, muchas veces únicos e inéditos, de protagonistas anónimos de hechos increíbles y desconocidos. En “El mundo en guerra”, su nuevo libro, investiga a personajes olvidados que nos dieron una lección de heroísmo.

Pere Cardona
Pere Cardona (Foto: cedida por el autor)

En esta ocasión, profundiza en Manuel Espallargas, militar republicano español que luchó en Narvik, la primera gran derrota de Hitler; en Günter Halm, artillero del Afrika Korps; en los pilotos que destruyeron las presas del Rurh; los combatientes de las Ardenas y otras muchas historias. Sin olvidar el sensacional trabajo que ha hechos para conseguir fotografías sobre el bombardeo de Nagasaki. El resultado es un libro que ningún amante de la Segunda Guerra Mundial debe perderse. En la entrevista, nos cuenta alguno de los secretos de su obra.

Este es su tercer libro sobre temas desconocidos de la Segunda Guerra Mundial. ¿Le atrae descubrir lo que no se ha contado sobre esta guerra?

La verdad es que sí. Conocemos el paso de los grandes estadistas a través del conflicto, así como también las batallas, acciones y operaciones del mismo. Pero pasamos de puntillas por la cotidianeidad de las tropas. ¿Cuál era la atmósfera a bordo de los aviones lanzados a misiones imposibles (como en el caso de la operación Dambuster)? ¿Qué pensaban los hombres antes de saltar sobre territorio enemigo? ¿Y las enfermeras que atendieron a las víctimas de Pearl Harbor? Este es el trasfondo histórico que me atrae por encima de las frías estadísticas.

Pese a los ochenta años transcurridos de su finalización, ¿todavía quedan hechos desconocidos para el gran público?

Sin lugar a duda. Quedan miles de historias ocultas en cajones esperando a salir. Es cierto que, finalizada la guerra, muchos soldados quisieron pasar página, pero otros tantos escribieron sus vivencias. Algunas acabaron en el circuito editorial o en formato cinematográfico, pero la inmensa mayoría han pasado totalmente desapercibidas. Eso sin contar con la información que todavía permanece clasificada. En el caso de Manuel Espallargas, el republicano español enrolado como comando en el ejército británico, parte de sus archivos no verán la luz hasta dentro de cuarenta años. Sucede lo mismo con otras operaciones especiales, de espionaje, etc…

¿Por qué se fija, sobre todo, en los hechos individuales?

Porque son los que contextualizan el verdadero significado de la guerra. En cierto sentido, tenemos romantizada la Segunda Guerra Mundial. A todos los amantes de este periodo histórico les gustaría emular las hazañas de un Band of Brothers, o saltar en paracaídas o pilotar un caza Messerschmitt Bf-109. Pero lo mostrado por la gran pantalla no coincide con el sufrimiento de quienes la padecieron en sus propias carnes. A lo largo de los años he conocido decenas de veteranos y la mayoría de ellos, con independencia del bando por el que lucharon, coinciden en la importancia de rescatar estas historias para no repetirlas de nuevo.

¿Hubo presencia española en ambos bandos?

Si. Estuvimos presentes en todos los frentes del conflicto. Como soldados, pilotos, técnicos, espías, personal sanitario…etc Sirviendo tanto en ejércitos aliados como del Eje.

En Bir Hakeim, soldados republicanos españoles lucharon en la Legión Extranjera Francesa. ¿Cuál fue su papel en la ayuda para parar a Rommel?

La resistencia de los republicanos españoles destacados en el frente norteafricano fue extraordinaria. Entre febrero y mayo de 1942, el avance de las tropas italo-germanas cercó Bir Hakeim. En su interior, unos 3500 hombres hicieron que los sucesivos ataques comandados por el entonces general Erwin Rommel, se estrellaban una y otra vez contra la muralla defensora. No sería hasta el 9 de junio cuando la decisión británica de abandonar la posición forzó la evacuación. El posterior ataque alemán, con infantería y aviación perfectamente coordinadas, arrasó la localidad y acabó con la vida de una tercera parte de los cercados. En palabras de Rommel “rara vez tuvimos unas jornadas más activas en África”.

¿Qué tiene para usted más valor, el heroísmo de muchos soldados o el trabajo callado de cumplir con el deber?

Es complicado. En situación de combate, el instinto de supervivencia suele confundirse con actuaciones valerosas. En este sentido, el trabajo callado de cumplir con el deber no lo garantiza. Te pongo como ejemplo el cuestionado estudio realizado durante la Segunda Guerra Mundial por el general norteamericano S.L.A. Marshall. A su término, concluyó que menos del 20% de los soldados dispararon sus armas contra el enemigo. Eso no quiere decir que determinadas personas, conscientes del peligro, actúen de forma valerosa, pero son minoría.

El libro incluye unas fotos inéditas del bombardeo de Nagasaki. ¿Cómo las consiguió?

Gracias a la familia de Ellis Clare Clements, un marine norteamericano destinado como fuerza de ocupación en Nagasaki. Ellis llegó a una ciudad derruida justo un mes después de lanzarse la bomba atómica. Nada más llegar, quedó impresionado ante la devastación y disparó un carrete fotográfico con su pequeña cámara. Finalizada la guerra, sus imágenes formaron parte de un álbum olvidado en una estantería familiar durante ocho décadas. Fue hace un par de años cuando, al conocer la historia, contacté con la familia y me ofrecieron publicarlas.

¿Qué ha significado para usted poder publicar esas fotografías?

¡Imagínate! Hablamos de un material inédito sobre uno de los hechos más determinantes en la historia de la humanidad. Muy agradecido a los familiares de Ellies por confiarme el material. Y no solo estas, también las del general estadounidense Douglas Mc Arthur dirigiéndose a la ceremonia de rendición a bordo del USS Missouri (halladas en un álbum rescatado de un mercadillo semanal) o las protagonizadas por el soldado alemán Günter Halm junto al mariscal Rommel, provenientes de su archivo familiar.

También ha mantenido contacto con Günter Halm, el artillero alemán más joven en ser condecorado con la Cruz de Caballero. ¿Qué recuerdos tiene de su relación?

Conocí a Gunter en el año 2012, por mediación de un buen amigo y mantuvimos una fructífera relación hasta la fecha de su muerte, ocurrida cinco años más tarde. Durante las entrevistas, desgranó sus recuerdos de juventud, su alistamiento en una unidad antitanque, el entrenamiento castrense y su paso, entre otras unidades, por el Afrika Korps. Allí derribó seis tanques británicos e inutilizó otros nueve en menos de catorce minutos. Una proeza por la que fue condecorado personalmente por Rommel. Se da la circunstancia que poco antes de sufrir la acometida británica documentó fotográficamente la maniobra de emplazamiento de su cañón, el camuflaje, el amunicionamiento de la pieza…etc. Son imágenes históricas que muestran los instantes previos al combate.

¿Tiene alguna anécdota que haya vivido con él?

Siempre recordaré su vitalidad y empeño por transmitir la historia a las futuras generaciones. Insistía mucho en que no se repitiesen los errores cometidos por la suya. Uno de los momentos más duros que vivió durante su servicio en el Afrika Korps fue la carga maorí donde perdió a su mejor amigo. Murió entre sus brazos, sollozando el nombre de su madre. Esta imagen lo acompañó toda la vida. Pese a los 75 años transcurridos, la detallaba con gran amargura.

El libro comienza con la historia del gueto de Theresiendstadt, reflejo de los muchos guetos que hubo por los territorios conquistados por Alemania. ¿Qué tiene de especial dicho enclave?

Theresiendstadt fue un campo de tránsito para los judíos deportados principalmente desde Dinamarca. Una vez en las instalaciones, aguardaban su posterior traslado a Auschwitz donde eran gaseados. Lo peculiar del gueto fue la autogestión judía (regulada y supervisada por los sucesivos comandantes alemanes). Así pues, en su interior, floreció una importante oferta cultural, con representaciones teatrales, óperas e incluso conciertos de Jazz. También poseía un tribunal de justicia, departamento de obras públicas, colegios, un hospital, una oficina de correos y toda una serie de servicios destinados a enmascarar el exterminio judío. En 1944, una delegación de la Cruz Roja Internacional visitó las instalaciones invitada por el régimen nazi. Como paso previo, los alemanes engalanaron el campo, levantaron tiendas, panaderías, un parque infantil e incluso se rodó una película propagandística titulada “El Führer regala una ciudad a los judíos”. Todo falso, por supuesto. Concluido el recorrido, la rutina y las deportaciones regresaron de nuevo.

“El Alamein marcó un antes y un después en el norte africano. Rommel planteó un avance táctico que tensionó sus líneas de suministro”

La batalla de El Alamein fue decisiva en la guerra en África. ¿Se debió plantear de otra manera o fue la falta de suministros esencial para el Afrika Korps?

El Alamein marcó un antes y un después en el norte africano. Rommel planteó un avance táctico que tensionó sus líneas de suministro. De hecho, en más de una ocasión, la captura de depósitos logísticos y de combustible enemigos condicionó el empuje germano. Debes pensar que los suministros alemanes viajaban desde Italia hasta el puerto de Trípoli, situado en la parte occidental de Libia. Un trayecto amenazado por las bases inglesas situadas a medio camino, en la isla de Malta. Una vez en destino, las mercancías recorrían un penoso recorrido de diez días por pleno desierto hasta alcanzar las posiciones de vanguardia. En estas condiciones, mantener el avance resultaba complicado.

Las Ardenas fue la última apuesta alemana por frenar el avance aliado en su camino hacia Berlín

La batalla de las Ardenas fue la gran batalla final. ¿Estaba el ejército alemán ya derrotado de antemano por falta de material bélico? ¿Fue un acto de heroísmo estéril?

Las Ardenas fue la última apuesta alemana por frenar el avance aliado en su camino hacia Berlín. Decidido a barrarles el paso, Hitler ideó una sorpresiva contraofensiva sobre las Ardenas, el sector norteamericano más desprotegido. A lo largo de tres largos meses y luchando a las puertas del crudo invierno, los estadounidenses acusaron el empuje inicial para finalmente imponerse a un agotado adversario. Con unidades formadas por reclutas jóvenes o de edad sobrepasada mezclados con veteranos fogueados, las carencias materiales tanto de combustible como de avituallamiento terminaron por condenarlas. Más que de un acto heroico estéril yo lo circunscribiría a la megalomanía de un líder alejado de la realidad.

Los británicos estaban obsesionados con el océano Ártico. Ya en el siglo XVI quisieron abrir una ruta para las especias. ¿Demandó mucho esfuerzo abrir esa ruta? ¿Fue realmente útil esa vía?

Cuando Alemania invadió la Unión Soviética, el presidente estadounidense FD Roosevelt y el premier británico Winston Churchill tuvieron clara la necesidad de reforzar al ejército ruso. A tal efecto, fletaron convoyes marítimos repletos de armamento, vehículos y pertrechos que surcaron tres vías, todas ellos con origen en los puertos norteamericanos. La primera, situada en el océano Pacífico, recalaba en Vladivostok. La segunda, tras cruzar el Atlántico sur, recalaba en los puertos iraquíes, aunque no entró en pleno rendimiento hasta julio de 1943. La última, cruzó el Atlántico norte y, tras recalar en Inglaterra e Islandia, descargó las mercancías en los puertos soviéticos de Arcángel y Múrmansk. Debido a las condiciones climatológicas, esta última fue la más exigente de todas. Acosados por los U-boote, los capitanes de los convoyes, atrapados en un cruento juego del gato y el ratón, sufrieron numerosas bajas. En sus buques se dieron numerosas muestras de heroísmo. No tanto por la desesperada lucha de los artilleros navales sino por la entrega de unos marineros expuestos a un clima inmisericorde; con temperaturas cercanas a los -30ºC, las fuertes rachas de viento y el omnipresente hielo sobre las cubiertas, complicó en exceso la navegación. En términos estadísticos, la vía ártica aportó tan solo el 23% del material suministrado. Pero el sostén ofrecido al Ejército Rojo permitió rechazar la invasión germana.

En Europa conocemos poco la guerra del Pacífico. Usted señala la labor de las enfermeras americanas en dicha zona. ¿Qué valor tuvieron éstas ángeles?

Cálculos oficiales cifran en cuatro mil las sanitarias estadounidenses que prestaron servicio en el Sudeste Asiático, donde territorios inhóspitos y exigentes, como Nueva Caledonia, Guam, Hawái o las Islas Salomón, atestiguaron su lucha contra las enfermedades endémicas y las heridas derivadas de los cruentos combates. En numerosas ocasiones, la entrega y sacrifico personales marcaron su día a día bajo el fuego enemigo, aisladas en la jungla o internadas en los campos de prisioneros enemigos. Afrontaron la falta de material sanitario, los turnos extenuantes, la ingente cantidad de heridos y enfermos, los contagios maláricos y las pésimas condiciones locales con arrojo y valentía. Son las grandes olvidadas del conflicto. Sin lugar a dudas.

Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki fueron fundamentales para precipitar el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora que ha tenido en sus manos esas fotografías inéditas. ¿Cómo valoraría lo ocurrido? ¿Fue demasiado castigo?

Es un tema bastante polémico. Hay autores que argumentan su uso basándose en la idea de que un desembarco aliado en Japón comportaría un enorme número de bajas. La mentalidad nipona, su código de honor y su fidelidad a la figura imperial así lo presagiaba. Pero en aquel momento, el bloqueo naval al que se vio sometido el país había debilitado su resistencia. Japón era un país improductivo, necesitado de las materias primas exteriores obtenidas con sus conquistas territoriales. Desde junio de 1942, la contraofensiva norteamericana frenó el avance nipón, privando progresivamente a Hirohito del petróleo, estaño, níquel, caucho y bauxita proveniente de las Indias Orientales Holandesas; el hierro, manganeso y cromo extraído en Filipinas, y los yacimientos de petróleo, plomo, zinc, hierro, estaño y caucho explotados en Malasia y Birmania. Bajo mi punto de vista, la rendición japonesa era cuestión de tiempo.

Para finalizar, ¿cuáles han sido sus sentimientos al ver el libro publicado?

De una gran satisfacción. Comencé este proyecto hace tres años, nada más finalizar la redacción de mi anterior título “Osos, Átomos y Espías”. A lo largo de este tiempo he recorrido un largo camino que me ha permitido entrevistar a veteranos y familiares, recuperar su pasado y compartir con el lector material de un gran valor histórico. ¿Qué más puedo pedir?

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El mundo en llamas
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