CHAVELA

Resplandor que no se detiene

Por Alberto Morate

lunes 03 de marzo de 2025, 08:07h

Hay bellezas que no están, necesariamente, en el rostro. Están en la personalidad, en la música, en la voz, en la embriaguez de vivir, en la celebración del arte, en la pasión por la vida.

Chavela

Una de esas bellezas fue María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, Chavela Vargas. Encandiló a quien con ella estuvo. Y a quienes la hemos conocido por sus canciones, por sus actos, por sus pasos. Podéis leer todo sobre ella en diferentes publicaciones, en entrevistas, en reportajes… pero lo que nos interesa hoy, aquí, es este magnífico montaje sobre los últimos días de Chavela. Sobre sus recuerdos, sus sensaciones, sus pensamientos, sus miedos, su valor, el tiempo de sus miserias y su grandeza. El de su verdad y el de su libertad.

Carolina Román escribe y dirige esta arrolladora puesta en escena sobre la figura de la gran Chavela Vargas. Lo hace con tres excepcionales actrices/cantantes dando cuerpo a las diferentes etapas de la vida de “la última chamana”. Rozalén, que alternará con Nita algunos días, Luisa Gavasa y Paula Iwasaki. Y Raquel Varela y Laura Porras, que no les irán a la zaga en interpretación tanto actoral como musical.

Teatro hecho poesía, somos testigos de la personalidad de Chavela participando de ella en sus lágrimas, en sus recuerdos, en sus fantasmas.

Con el acompañamiento musical al piano del maestro Alejandro Pelayo, nos encontramos en la palabra y en la música de la memoria de esta mexicana nacida costarricense.

Canciones y pasajes humanos, elevándose a la realidad de su cautivadora y conmovedora “voz de áspera ternura”. Chavela Vargas solo quería vivir con apasionada entrega a todo, incluyéndose a sí misma.

Luisa Gavasa, en el montaje, le da la ternura necesaria de la senectud, ya sabiendo que le quedan pocos días. Rozalén interpreta la plenitud de su voz, es un árbol arraigado y firme, la época dorada de la cantante. Y Paula Iwasaki, el duro destino, la voz antigua de la tierra, la infancia en sombras, la soledad y los sueños. Entre las tres nos ofrecen un rincón de ternura bañado de luz e historia única. Son los ecos de amaneceres construidos a base de sinsabores y trabajo, en la esperanza de quien ya sabe que se perpetuará en los corazones de muchos seguidores.

Aparecen José Alfredo Jiménez, Federico García Lorca, Frida Khalo, y no podían faltar en este camino, las canciones Macorina, Piensa en mí, Volver, volver, La llorona… en un emocionado final que hace saltar las lágrimas en una mirada perdida y pone el corazón en un puño que penetra en el interior de cada uno como un murmullo de música y voces.

Esta es la Chavela que tanto amó, a pesar de sus debilidades, y consiguió salir al refulgir de las estrellas entregada en el deseo de desechar la tristeza. Resplandor que no se detiene ni se apaga, la fuerza de las rocas, el temblor de la emoción, la fragilidad de sus últimos días.

Importa cómo se cuenta. Y aquí nos lo cuentan con la sensibilidad que resalta de la fragilidad de alguien fuerte. Chavela.