Su libro se llama “Los colmillos del cielo. Utopías y desengaños de la historia” ¡Con el paso del tiempo ha hecho que la historia nos dé una visión más positiva de lo que pasa a nuestro alrededor?
La historia nos aporta perspectiva para encuadrar en el tiempo los procesos y acontecimientos y para tratar de explicarlos con rigor y, sobre todo, con claridad y amenidad, porque para mí lo esencial, tanto en un ensayo como en una novela, es tener una narrativa fluida que enganche al lector, que lo sumerja emocionalmente en lo que está leyendo.
¿Las utopías van ligadas al hombre?
El anhelo de utopías, es decir, de construir sociedades idílicas, mundos perfectos, va ligado a un sector de personas que pretenden que la realidad se amolde a su idealidad aunque sea a la fuerza. Esos hombres y mujeres aspiran vivir –y de manera inmediata- en sociedades que les proporcionen todas las necesidades materiales, que los resarzan de cualquier tipo de agravio y que sus enemigos sean castigados. La mayoría de ideólogos y edificadores de utopías han sido fanáticos, grandes manipuladores de masas que, a la par que prometían un futuro inmediato de esperanza, eran expertos en remover las emociones y bajas pasiones: el odio, el rencor, la envidia y el resentimiento.
¿Necesitamos vivir con utopías para poder desarrollarnos como personas?
Bueno, eso depende de cada cual. Hay una parte del género humano que ve la utopía como un motor de esperanza, un faro que ilumina el porvenir y marca la senda del progreso; mientras que otra parte de la humanidad lo que quiere es mantener lo bueno del pasado y aceptar lo bueno que surge, y así, a través de reformas no traumáticas, progresar.
¿Se puede vivir sin utopías?
Claro, para muchas personas lo importante es tener ideales, principios y convicciones que permitan vivir en sociedad y adaptarse a los cambios de manera progresiva. En cambio, quienes son seducidos por los planteamientos utópicos, desean vivir en esos mundos perfectos cueste lo que cueste.
¿Cada persona es única creándose retos inalcanzables?
En efecto. Marcarse una trayectoria vital, con los retos posibles o imposibles, pertenece al ámbito personal. Aunque recordemos que existen muchas personas que piensan que es mejor y más conveniente ser conducidos en grupo hacia un modelo social perfecto.
El libro está muy bien documentado ¿le ha costado encontrar datos para escribir el libro?
Me ha costado treinta años de lecturas, conversaciones, viajes y reflexión. Cuando llegó el momento que consideré oportuno, me puse a escribirlo. Era un libro que tenía en la cabeza y en el corazón desde hacía mucho. Convivía conmigo en la sombra hasta que, sin pedir permiso, pidió paso a empujones.
Según cita en el libro Julio Verne fue utópico ¿en que se basa su afirmación?
Hay constancia histórica de la simpatía que los socialistas utópicos despertaban en Julio Verne, lo cual se aprecia en la afición por los mundos ideales en sus novelas, combinado por su inquebrantable fe en la ciencia y los adelantos técnicos como medio imparable del progreso humano. La mayoría de pensadores enmarcados en el socialismo utópico, eran franceses, como el propio Verne, de manera que conocía bien sus postulados.
En el libro se hace un recorrido por diferentes épocas de la historia ¿le falta alguna que no haya tocado en esta novela?
He historiado las utopías que me parecen más destacables, más sobresalientes por su impacto histórico. He priorizado los experimentos utópicos que llegaron a materializarse por breve que hubiese sido el tiempo, y asimismo he elegido las utopías que se quedaron en la teoría pero que tuvieron una enorme influencia posterior en el ámbito intelectual.
A lo largo de los años se han creado utopías ¿estas se van creando o por el contrario se han quedado estancadas en algún punto del tiempo?
Ninguna utopía utiliza el retrovisor. Cada una de ellas considera que diseña un mundo nuevo, nunca antes probado. La única que sí utilizó una base teórica precedente fue la revolución bolchevique de 1917, cuando Lenin, al implantar el comunismo en Rusia, toma como referente intelectual el marxismo, si bien él le añade una serie de componentes propios a la hora de implantar el primer régimen totalitario de la historia.
¿Se le ha quedado algo en el tintero que por falta de páginas no haya podido publicar?
La verdad es que no. He buscado la síntesis histórica y el equilibrio entre la alta divulgación y el rigor a la hora de escribir. Además, he concebido el ensayo como una obra de Humanidades con el propósito de incluir la literatura, el cine, la música, los viajes y mis propios recuerdos y pensamientos.
¿Qué proyecto literario tiene pensado?
Tengo un par de ellos que, si todo va bien, saldrán en los próximos años. Me encuentro muy a gusto en este campo del ensayo histórico y literario.