Otro libro preclaro de esta editorial, que tanto cuida sus ediciones, o por lo menos las que a mí me interesan. En este caso nos acerca a un pueblo paradigmático, y siempre tan críptico, que hasta está conformado en un libro impresionante, el más leído y traducido de toda la historia de la humanidad, es decir la Biblia. La profesora C. H. Johnson es una historiadora y arqueóloga especialista ad hoc. Hace unos 4.000 años a.C., alrededor de los grandes ríos Tigris y Éufrates nacen las grandes civilizaciones, que serán la base del futuro de la Humanidad: Sumer; Akkad; Asiria; Mitanni; Babilonia; Asiria y Elam, con principados dependientes; al oeste está Egipto y al norte Hatti. A todo este territorio se le denominará la Media Luna Fértil, o el Creciente Fértil. Durante el período cronológico denominado como la Edad del Bronce, la XII dinastía del Reino del Alto y del Bajo Egipto es la gran potencia política, social y militar de la región. El rey Amenemhet I ya domina desde Nubia hasta el Sinaí, marcando normas a los régulos de Canaán y Siria. Y lo necesitan, ya que en la Península de Anatolia se está consolidando otro poder imperial con deseos incoercibles de dominio, son belicosos y desean poner coto al poder egipcio, son los hititas de Hatti, quienes desde Hattusa serán los grandes enemigos de los soberanos del Reino de las Dos Tierras. “El poder tanto de Egipto como de Mesopotamia se refleja en una arquitectura monumental de pirámides y templos, alrededor de los cuales se iba desarrollando la vida urbana gracias a una economía agraria y comercial. La implantación de sistemas de regadío gracias a la generosidad de los grandes ríos (Nilo, Tigris y Éufrates) llevó al establecimiento de granjas y plantaciones de maíz, árboles frutales y legumbres. Con la explotación agrícola se abren caminos a diversas actividades comerciales que iban aumentando la capacidad de producir, muchos de estos productos se destinaron al consumo de lujo: ricos textiles, piedras preciosas y oro de las minas egipcias. Las exportaciones y las importaciones fueron intensas, no solo por tierra, también se abrieron rutas por el mar desde el golfo Pérsico para dirigirse a la India o por el Mediterráneo para ir hacia Anatolia, Chipre o Creta, llegando hasta el mar Negro”. En este momento histórico ya era más que necesaria la aparición de un sistema de escritura, con el cual se pudiesen incrementar los contactos diplomáticos y comerciales, esta estructura de relación escrita se denominará cuneiforme. Estas tablillas de arcilla o barro nos aportarán todo tipo de información, verbigracia lo relativo a los minerales de la época y su forma de explotación. Se refieren el valor del cobre, del oro, del marfil, la púrpura, el incienso y las especias de Arabia. La cultura con mayúsculas se desarrolló, la literatura y la filosofía florecieron. Mesopotamia también edita novelas como en Egipto, en Akkad se crea una gran gramática y un diccionario bilingüe en lengua semita. Todo ello está causado porque la lengua de los acadios es la lingua franca universal o vehicular, que todos los pueblos de la región comprenden y utilizan. La Epopeya de Gilgamesh y el Poema babilónico de la creación expresan la espiritualidad de todos aquellos reinos dependientes, tutelados por un monarca poderoso y paradigmático como era el gran rey Hammurabi de Babilonia. La ciencia u observación astrológica de Babilonia estudia el necesario movimiento de los planetas. Alrededor del año 1960 a.C., diversas tribus belicosas y nómadas aparecen en Mesopotamia, buscando mejorar su modus vivendi a cuenta de una civilización superior como era la de sumerios y acadios, quienes ya son urbanitas, y por lo tanto generan envidias entre todos aquellos pueblos menos evolucionados, pero más belicosos. «El Antiguo Testamento fue escrito en un contexto socioeconómico y político concreto: muchos factores, como la geografía, el medio ambiente, las precipitaciones, la literatura existente, la guerra y el hambre, sirvieron para influir en sus autores. La Biblia es hija de su ambiente y con toda probabilidad pasó por fases de edición según los tiempos. La historia muestras cómo los israelitas participaban en las relaciones internacionales de su época. Los documentos de la administración en Mari o los anales de Sennaquerib de la campaña contra el rey Ezequías, por ejemplo, así como las excavaciones arqueológicas, proporcionan una valiosa ayuda para la comprensión de la historia del pueblo de Israel con el relato bíblico de fondo. En el conjunto de los estudios del Próximo Oriente antiguo, los hebreos son actores necesarios como parte de los pueblos en contacto en la región». Una de las tribus de raíz semítica que desemboca en Sumer y Akkad será la de los hebreos, formando parte del clan familiar de uno de sus primeros patriarcas, que se llamará Abraham. En el extraordinario libro del Génesis, ya se narra la necesidad de sus familiares de llegarse hasta la tierra del Nilo, ya que Canaán está padeciendo una hambruna endémica, y la gran planificación de las crecidas del gran río egipcio, permite a este gran pueblo tener alimentos para propios y para extraños. Los demás pueblos que rodeaban a Egipto se admiraban de su sociedad, de sus riquezas y hasta de su complejo y rico panteón. Los tesoros arqueológicos egipcios nos muestran, de forma fehaciente, cual era el volumen de riqueza de este gran Estado de las Dos Tierras, y todos sus jeroglíficos y representaciones figurativas suponen una esclarecedora muestra de la riqueza y del poder de los soberanos del Reino del Alto y del Bajo Egipto. Sea como sea, esta ejemplificación egipcia conlleva que los semitas de Canaán pretendan hacer fortuna en las tierras del Nilo, y en este estado de cosas, es donde se sitúan los tres primeros patriarcas bíblicos hebreos, que tienen prole y bienes abundantes como para poder comerciar con los egipcios. Se llamarán: Abraham, Isaac y Jacob; todos ellos tendrán todo un importante relato en el Génesis para conocer su devenir vivencial. “En el Génesis, la familia del patriarca Abraham se instala en Harrán después de salir de la ciudad de Ur, junto a su padre Teraj, su sobrino Lot y Sara, la esposa del patriarca, más los ganados y los bienes materiales típicos de una caravana de beduinos. Harrán era una importante ciudad situada en la Alta Mesopotamia, rodeada de grandes ciudades como Alepo, Nínive o Damasco; era un cruce de caminos hacia el oriente, para dirigirse hacia la India, o hacia occidente, para entrar en Anatolia”. Detrás de todo ello existirá, más adelante, la creencia en un solo Dios, el monoteísmo excluyente ya de los israelitas, que tendrán a una sola divinidad, que es muy celosa de su culto y adoración. Para Moisés se llamará Yahwéh o el Dios Absoluto, Infinito y Eterno, el Ser por Sí mismo. Estamos, por lo tanto, ante otro estupendo y elegante volumen de Síntesis, por aquello de que sintetizar es juntar, y analizar es separar; obra que recomiendo per se. «Ceterum censeo Carthaginem esse delendam». Puedes comprar el libro en:
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