Una familia pobre descubre, con sorpresa y desazón, que su actual inanición económica nunca fue tal en el pasado; ya que cerca de su pueblo natal viven unos parientes lejanos, cuya riqueza sería muy bienvenida entre los paupérrimos de los actuales Urberville. Hacia ese hogar va a ser enviada Tess, la primogénita, con la esperanza de que pueda matrimoniarse con algún hijo de esa familia de la aristocracia rural, o cuanto menos poder conseguir un trabajo bien remunerado en esa casa. Estamos ante una novela histórica de plenitud de sociología ad hoc. Por consiguiente, es una historia plena de dramatismo, ya que esta decisión de la protagonista estará conformada por toda una pléyade de momentos vivenciales encontrados. La obra sería publicada en 1891 por Thomas Hardy (Higher Bockghampton/Stinsford, 2 de junio de 1840-Maqx Gate, 11 de enero de 1928), un novelista y poeta inglés dentro del realismo narrativo victoriano, quien sería un gran crítico de la sociedad británica de la época, tan falsamente loada de la Reina Victoria de Inglaterra. «Publicada en 1891, Tess, la de los d’Urberville retrata la vida rural del sur de Inglaterra a través de la figura de la protagonista descendiente de una familia aristocrática empobrecida. Forzada por un aristócrata y condenada por una sociedad de moral estricta, Tess se rebela contra el destino que se le impone guiada por su innata independencia, su incapacidad de comprender el doble rasero con el que se juzga la conducta de los sexos y, sobre todo, por su invencible deseo de alcanzar la felicidad. Thomas Hardy (1840-1928) fue uno de los principales escritores de la Inglaterra victoriana. Sus novelas, entre las que destacan, aparte de Tess, ‘Jude el oscuro’, ‘Dos en una torre’ -ambas publicadas en Alianza Editorial- y ‘el Regreso del nativo’, están llenas de fuerza y pasión, y suelen contraponer el medio rural con el urbano y fabril, y al individuo con la sociedad que lo rodea». Lo que es su deseo más íntimo e indomeñable, en Tess, es aquel que se resume en que desea amar y ser correspondida. Es una historia dramática, con una plenitud de sueños e ilusiones rotas y un fondo de pobreza económica. Tess lucha por acercarse al amor, pero en cuanto lo tiene en su proximidad, se le escapa de las manos como el agua. Será en la casa de sus familiares aristocráticos, donde Tess dejará de ser una niña para madurar a mujer, en su norte evolutivo que es su deseo se dar todo el amor que tiene, pero por el contrario nunca recibe todo aquello que desea se le brinde. Llegará un momento de su devenir, en que su introspección le lleva a considerar una renuncia a ser feliz, para conformarse con dejar pasar el tiempo, y pura y simplemente vivir. En su trabajo llegará a encontrar a una amiga necesaria y, por fin, estima o cree que ya ha encontrado el amor por parte de un joven enamorado de ella locamente. Su comportamiento será, nuevamente, dubitativo, y tendrá miedo de que el joven conozca su pasado deshonroso (violación) y, porque no decirlo, hasta pecaminoso, luchará por esta relación, pero de forma errada, por lo que contemplará desolada como se le vuelve a escapar la felicidad y el amor que es su signo o hálito vital. Estamos ante un drama amorosa intensamente desarrollado, ya que, a pesar de lo que parece, Tess es una mujer fuerte y muy orgulloso, que no desea llegar humillándose ante una relación amorosa, que estima tiene merecida con plenitud. Esta obra sociológica novelada, plena de historicidad, subraya el derecho de las mujeres del complicado siglo XIX a manifestar sus sentimientos. Nos enseña como eran de infravaloradas las mujeres pobres en aquella Inglaterra del siglo victoriano, que tenían que pelear noche y día para ganarse los recursos necesarias para ser dueñas de su vida. La forma rica de narrar se nos muestra, verbigracia, en el inicio del capítulo 9: “La volátil comunidad, de cuyo cuidado habíase encargado Tess, teniendo que hacer veces de nodriza, médico y mantenedora, tenía sus reales en una casita vieja con techo de paja, sita en un recinto que había sido jardín, pero que ya no era a la sazón sino un cuadrilátero desigual de arena. La hiedra había invadido la casa, y la chimenea, abultada por el follaje de esa planta parasitaria, tomaba las proporciones y apariencia de una ruinosa torre. Las habitaciones de la planta baja estaban enteramente dedicadas a las aves, que paseaban por ellas con ínfulas de propietarias, cual si la vivienda en cuestión la hubieran construido ellas y no ciertos colonos que ya comían tierra en el camposanto. Los descendientes de aquellos fenecidos colonos consideraron casi como una injuria a su familia que la casa para ellos tan querida, que tanto dinero había costado a sus antepasados y que había pertenecido a la familia durante generaciones hasta que los d’Urberville se afincaran allí, hubiera descendido a la categoría de gallinero por capricho de la nueva propietaria”. La narración de este texto nos plantea lo que le espera a Tess, que será la que se encargue de cuidar las gallinas. Se pueden enfrentar, asimismo, dos calificativos, obviamente antagónicos, y que son la pureza y la maldición. Quizás la crudeza de los acontecimientos y la tristeza que destila conforman como era la vida de muchas de las personas que recorrieron aquel siglo XIX victoriano, al margen de la Pompa y de la Circunstancia que destilaba la corte, que casi dominaba todo el planeta Tierra, o tenía un influjo político obvio. Tess genera simpatías desde su entrada en la obra, ya que su realidad es de lo más compleja que se pueda encontrar. Hardy tiene una fuerza literaria enorme paras narrar una historia de desoladora tristeza, pero sin caer en el sentimentalismo pusilánime y obsesivo. Estimo que la calificación global de la obra debería ser de un 8,5 merecido, sin ambages. John Durbeyfield, que es el arrendatario de una pequeña casa con terreno para trabajar, tiene siete hijos, es zángano y alcohólico; al enterarse de que su apellido proviene de la nobleza que acompañó al duque Guillermo I “el Conquistador o el Bastardo” de Normandía en la conquista del reino anglosajón, decide que su primogénita vaya a trabajar para los d’Urberville, aunque Tess deseaba ser maestra de escuela. Sea como sea, la propietaria que es viuda e invidente, tiene gallinas y otras aves, además de un hijo voluble y seductor, decide dar trabajo y alojamiento a Tess, pero esta mujer inteligente tendrá que dedicarse a cuidar a las gallinas, e inclusive enseñar a silbar a los pinzones, lo que es muy triste y humillante para una joven mujer con una vida valiosa: “una vida que, para ella que la sufría o la disfrutaba, adquiría dimensiones tan grandes como la suya para el soberano”. Tess estará, pues, sometida a la arbitrariedad de la ley de aquella sociedad, tan poco respetuosa con su deseo cultural de crecer, intelectualmente hablando. Reitero obra notable y esclarecedora. «Extra Historiam nulla salus Regno Legionis. ET. Pulvis, cinis, nihil». Puedes comprar el libro en:
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