Como en casi todas las ocasiones, estamos ante un libro esclarecedor en su cuidadosa elaboración, de la editorial Síntesis. En este caso nos va a acercar a un hecho histórico esencial; que, si no hubiese terminado en tragedia, y se hubiese prolongado en el tiempo, habría podido cambiar la evolución de la historia. «La vida de César no tuvo nada de extraordinario para un aristócrata de su tiempo, hasta que cumplió los cuarenta. Lo que ocurrió después sigue causando asombro: dieciséis años de guerra casi continua, primero en las Galias y luego por todo el Mediterráneo, para morir asesinado cuando había concentrado en sus manos todo el poder. Separar la realidad de la ficción en una vida tan extraordinaria no es sencillo, aunque contamos con la ayuda de varias generaciones de historiadores que han estudiado su figura. Con todo, esta obra va más allá para desentrañar el sentido y la importancia del personaje, en el contexto de una república que agonizó con él y murió pocos años más tarde. ¿Era César un ambicioso sin escrúpulos, dispuesto a cualquier cosa por alzarse con la tiranía, como pensaba Cicerón? ¿O más bien, según creía Mommsen, un político de nobles ideales, obligado a combatir para destruir a una oligarquía corrupta y anquilosada? En esta historia que entrelaza la muerte de una república con la vida de César, el lector podrá encontrar respuesta a estas y otras preguntas». Para poder escribir una biografía medianamente lógica de Gayo Julio César, el Dictador Perpetuo de Roma en su época republicana, es preciso acudir al análisis historiográfico de su vida, fundamentándose en los textos de otros contemporáneos, no muy proclives a su personaje, como Marco Tulio Cicerón, y seguir su inteligente y complicada idiosincrasia por medio de sus narraciones bélicas, en Hispania o en las Galias. Sea como sea, sí era un ser humano muy inteligente y muy complicado, aunque su ética era más que diferente al mundo romano de su época. Lo triste es que se hayan perdido todas sus epístolas, que debieron ser de una ingente cantidad y que en este caso sí nos habrían permitido conocer la mayor intimidad ideológica y psicológica del personaje. “…Nada que nos hable de sus sentimientos, de sus ambiciones o de sus esperanzas; en un plano más oficial, ni una sola de las leyes que impulsó y a las que dio su nombre ha llegado a nosotros. Podemos leer, ciertamente, una parte de las cartas de Cicerón, fuente importantísima, porque son coetáneas y porque Cicerón lo conoció bien y mantuvo con él una larga y tortuosa relación de muchos años, aunque no se han conservado las que se escribieron mutuamente el uno al otro. También es importante el retrato que de él hace Salustio en la ‘Conspiración de Catilina, algo más tardío (la obra fue escrita en torno al año 40), porque pertenece asimismo a un testigo directo, si bien, a diferencia de Cicerón, más favorable a César”. Es interesante realizar una referencia a la magnífica obra, ‘VIDAS PARALELAS’, de Plutarco de Queronea, y luego tras ser naturalizado como romano, Lucio Mestrio Plutarco, quien vivió entre los años 40 o 50 d.C. hasta su muerte en Delfos en el año 120 d.C. Su obra, que es auténticamente deliciosa y esclarecedora sería escrita, ya, en los albores del siglo II d.C., durante el gobierno del más grande de los emperadores de Roma, el hispano de nacencia Marco Ulpio Trajano (53-117 d.C.). Y Plutarco ya estaba en plena madurez. En su obra pretende realizar un acercamiento lo más amplio y rico posible a los personajes de que trata, desentrañando su carácter/ethos. Plutarco escoge personajes de una importante categoría para la Antigüedad, y conocidos por sus lectores, e incluso admirados. Para Julio César su contrapunto será Alejandro III Magno de Macedonia. En esta obra indica que Julio César cayó del poder, hasta perder la vida, por medio y causa de sus propios amigos, quienes primero lo encumbraron y luego lo asesinaron sin la más mínima piedad. Otro historiador que lo estudia sería Gayo Suetonio Tranquilo, un dechado de intelectual por su cultura y formación, ya que fue el director de las bibliotecas públicas de Roma con Trajano, y luego secretario de la correspondencia de Adriano, quien lo destituiría, de forma fulminante. Suetonio escribiría un buen número de obras, pero felizmente conservamos las biografías de los doce primeros emperadores acabando con Domiciano; suele ser bastante riguroso, y como no escatima ningún juicio de valor sobre ellos, nos ha ofrecido unos retratos prístinos sobre los vicios y las virtudes de todos ellos. Como parece ser que ya estaba considerado en el inconsciente colectivo de los romanos del SPQR, comienza con el primero de todos ellos, quien dio origen al resto de los Jefes de Estado del Principado de Roma, a título de emperadores, es decir el propio Julio César. Como tenía mucho material bibliográfico a su disposición, lo utiliza fehacientemente, utilizando todos los datos que hacían referencia a la vida privada de los emperadores, que era la que definía su forma de ser y de comportarse. “Además, aunque suele incluir un esbozo de la vida de cada emperador, según el orden cronológico, lo acompaña después de una explicación más extensa, agrupada temáticamente, lo que irrita sobremanera al estudioso actual, que necesita datar con precisión los diversos acontecimientos que el biógrafo distribuye según su propio criterio. Asimismo, tienen una gran importancia los prodigios, que Suetonio anota cuidadosamente, presagios de acontecimientos futuros, por lo general terribles”. También escribieron sobre Julio César otros historiadores, verbigracia Apiano. Éste tiene un rechazo importante hacia M. Tulio Cicerón, y podría ser el que ha conservado en más cuantía la Historia de Roma de Asinio Polión, quien sería cónsul en el año 40 a.C., y se le nota, palpablemente, su rechazo hacia la persona de Cicerón, observa con simpatía a Marco Antonio, y a su ambigua posición tras la muerte de C. Julio César la califica de correcta, pues elogia a sus asesinos, sobre todo a Décimo Bruto, Junio Bruto y Casio Longino por su defensa de la libertad a ultranza; pero también, con un cierto eclecticismo, elogia la grandeza indubitable de la víctima del magnicidio. Dión Casio, fue senador por nacimiento, con una muy importante carrera política en la época de los emperadores de la dinastía cartaginesa de los Severos. Su Historia de Roma abarca desde los años 69 a.C. hasta el 10 a.C.
“En general, adopta el modo analístico, salvo algunas excepciones, como la campaña de las Galias, narrada de modo continuo y separado del resto de acontecimientos. A su juicio, la monarquía es preferible al régimen republicano (que él denomina democracia), porque en este último caso las ambiciones personales no encuentran límite y los odios y las rivalidades causan continuos conflictos”. Es una obra de gran calidad, que recomiendo. «Arma virumque cano. ET. Fidem erga populum punicum».
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