Su nueva novela es una crónica que a veces resulta hilarante y siempre emocionante. Su titulo Murciélagos blancos, donde nada es lo que parece. La trama se adentra en profundas reflexiones sobre la adolescencia, la emigración, la corrupción desenfrenada de los adultos y el poder transformador que tienen las palabras.

¿Qué aportan a la narración tres protagonistas que cuentan su historia en primera persona?

La estructura de la novela reproduce la manera en que los tres protagonistas principales se cuentan sus propias historias. En este sentido, los personajes no ofrecen su versión de los hechos, como es habitual en las novelas corales, sino que se pasan el testigo de la narración: uno comienza a hablar (o más bien a pensar) donde lo ha dejado el anterior personaje. Esto aporta dinamismo a la narración y, salvo excepciones, el relato va siempre hacia adelante.

¿Qué nos quiere transmitir el autor al acercarnos a la alegoría de la caverna de Platón? ¿Cómo conocemos y cómo deberíamos conocer el mundo y satisfacer nuestras necesidades intelectuales a través de los medios modernos?

El tema principal del libro es la distorsión, la visión deformada de la realidad que normalmente va unida al periodo de la adolescencia (la interpretación del mundo, la percepción del propio cuerpo), visión hermanada con la alegoría de la caverna. La novela se inicia con el amanecer, con la salida de los tres chavales de la vivienda cueva donde han pasado la noche. Salen al mundo cargados de ilusiones y, una vez fuera, bastante tendrán con salvar el pellejo. La realidad, por muy verdad que sea, es espantosamente cutre.

En cuanto a la segunda pregunta, no sé qué decir. Si por medios modernos entendemos las redes sociales, estamos fastidiados. Supongo que al final nos hartaremos y se inventará otra cosa.

¿A cuál de los dos mundos, el sensible, que conocemos a través de los sentidos, y el mundo inteligible, sin la participación de estos, da más importancia Óscar Montoya?

No hay otro camino que el pensamiento racional. Pero la literatura sirve para explorar aquellos territorios donde el pensamiento racional se revela insuficiente para entender el mundo.

¿Cómo podemos enfrentarnos a la realidad cuando tenemos una visión distorsionada de ella?

Todos tenemos una visión deformada de las cosas. Ante un problema X, unos negarán su existencia; otros lo percibirán, pero de manera muy exagerada. Vivimos entre la ceguera y la sobreactuación, no hay más que asomarse a las redes sociales. Cuando se llega a este punto, una buena manera de enfrentase uno a la realidad (y de relajarse) es a través del humor.

Adaptamos nuestros recuerdos del pasado para que encajen en nuestro presente; falseamos, alteramos los hechos creyendo que las cosas sucedieron de esa manera… ¿hay una época en la vida en que esa distorsión es más acusada?

En la adolescencia y la primera juventud tendemos a pensar que ciertos hechos de la niñez, normalmente agradables, sucedieron con regularidad, cuando muchas veces fueron la excepción. Esta es la semilla de la nostalgia, de la idealización de las cosas. Para soportar la cutrez de la vida, construimos un mundo a partir de esos recuerdos exagerados. Y cuando esta construcción es colectiva y tribal, la nostalgia se convierte ya en material explosivo.

“Es la edad de los descubrimientos. Casi todo es inesperado y extraño”

¿Estamos constantemente iniciando un viaje sin retorno?

No tengo ni idea. Supongo que a mis casi cincuenta años, mi tendencia es a decir que sí, que al final todo se pierde. Pero la verdad es que estoy tan confundido como un chaval de quince.

Lo atípico, lo raro, lo que desentona, lo no esperado… ¿son las cosas más hermosas para un adolescente?

Es la edad de los descubrimientos. Casi todo es inesperado y extraño, y la belleza se siente a flor de piel.

La primera vez que fui al pueblo de mi familia confundí una cabra con un perro

Se habla mucho de la España vacía, de la vida en un pueblo… ¿Hay que nacer en un pueblo para entender la vida en un pueblo? Ser de un pueblo no es solo ir de vacaciones en verano. Las reflexiones de los protagonistas adolescentes hablan de los catalanes, emigrantes en el mismo país… ¿Cuáles son las raíces de esos niños, de todos los emigrantes que construyen su vida lejos de su tierra?

Yo, la verdad, es que no tengo ni idea de cómo es el modo de vida rural. He nacido y he vivido en ciudades toda mi vida. La primera vez que fui al pueblo de mi familia confundí una cabra con un perro. Por eso he construido un territorio imaginario y deformado, ficticio y muy personal. Esta es, para mí, la esencia de la ficción: crear mundos diferentes, para intentar rozar la realidad. En cuanto a las raíces de los niños emigrantes, no sé. Yo pertenezco a una familia de emigrantes andaluces, pero nací ya en otro territorio. Cuando hablo con ellos me cambia el acento, o eso al menos dice mi hija. Supongo que las reflexiones a la que se refiere la pregunta parten de lo que he visto y he oído durante mi niñez.

Hay que jugar con las cartas que te toquen… y si son malas, no hay vuelta atrás. Ese sentido del azar, del conformismo no es típico de la adolescencia… ¿Qué reflexión nos deja?

En la novela, los personajes comienzan a comprender poco a poco que no tienen el control de sus vidas. Para María Celeste, una de las protagonistas, el mundo fue creado por la Titiritera, una diosa que mueve a las criaturas con hilos fabricados por una araña. Es decir, todos somos marionetas, y los hilos que nos unen a la diosa son los mismos que componen las telarañas. La sensación que tienen los chavales es que no pueden cambiar demasiado las cosas.

Su lenguaje, el hilo argumental está perfectamente adaptado a los protagonistas. ¿Se ha basado en personas reales? ¿Cuál ha sido su fuente de inspiración?

Todo es ficción. El espacio físico es un territorio inventado, aunque inspirado en el pueblo originario de mi familia, Cuevas del Campo, en el norte de la provincia de Granada. Las viviendas cueva de las que hablo en la novela son más profundas y misteriosas de lo que son en realidad; el temporal de nieve que acompaña la acción, más propio del ártico; y así todo.

Parece que solo existen murciélagos blancos en Nayarit (México) hasta el este de Brasil y en Trinidad y Tobago, ¿por qué un niño en Granada sueña con estos mamíferos? ¿Qué representan?

Cuando comencé la novela, no sabía de la existencia de esos murciélagos albinos. La realidad es que todo parte de un sueño que tuve durante la pandemia, un sueño en el que yo me asomaba a un pozo y descubría un murciélago blanco revoloteando en su interior. Recuerdo que cuando me desperté no tenía nada claro si acababa de tener una pesadilla o si, por el contrario, había sido uno de los mejores sueños de mi vida. Porque el bicho era realmente bello, a pesar del terror que me causaba. Y como no sabía ni qué representaba ni qué me quería decir el sueño, me dije que tenía que darle un sentido. Y me puse a escribir.

Su prosa a veces hace sonreír a pesar del dramatismo, ¿entiende la literatura sin humor?

En mi caso, no. Me gusta reírme de mis personajes tanto como de mí mismo. Me aporta paz.

Murciélagos blancos carece de diálogos, ¿cómo consigue atrapara al lector con textos extensos? ¿Dónde está la magia?

Supongo que en la manera de contar de la que he hablado al principio. Como un personaje retoma la narración justo en el punto en que la ha dejado el anterior, todo lleva a seguir adelante.

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/4hJW2rc