Es una obra que sorprende por su estructura innovadora (yo sigo sin salir de mi asombro porque una obra como ésta se escriba en esta época y en este país), apoyada en una inteligente alteración en el tiempo de las estaciones del año, un tiempo que se va reconstruyendo con micro relatos o pequeños ensayos de una página o de página y media que son verdaderas joyas en sí mismas y que colaboran a construir una unidad que se escapa de cada uno de ellos, así hasta llegar a un total de doscientos textos breves (cincuenta en cada estación del año que corre hacia atrás, pero a la vez semánticamente hacia delante).
Sotelo nos sumerge en un universo de hitos culturales que van desde la literatura hasta el cine contemporáneo, pasando también por la música, la pintura y la filosofía. Otro de los aciertos de esta obra es la capacidad del autor para crear descripciones ingeniosas, cercanas en el tiempo, y minuciosamente detalladas. En mi caso esto me ha permitido una conexión emocional rápida con cada historia.
Si eres amante de la literatura y el cine, o simplemente buscas un libro que te inspire a pensar y a sentir, "Un hombre que se parecía a Al Pacino" es tu lectura.
Si eres amante de la música clásica, la ópera y/o la pintura, ésta es tu obra.
Si te gustan los micro relatos, en forma de cuento, con principio, nudo y desenlace como pedía Aristóteles, ésta es tu lectura.
Si te consideras un humanista, ésta es tu obra.
Para retomar su lectura con el primer café de la mañana.
“Un hombre que se parecía a Al Pacino” es, en definitiva, una obra que refleja la madurez de Justo Sotelo como escritor.
Espero que disfrutes tanto de su lectura como yo.
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