Como ha escrito el profesor Antonio Piñero “reconocía con sinceridad cuáles eran sus fuentes sin ocultarlas jamás, no aceptaba ningún argumento sin profundizarlo y debatirlo, y él exponía sus conclusiones pese a la posible estigmatización que la manifestación de su libertad le iba a ocasionar” Quizás los distintos estudios de López Muñoz le hayan servido para escribir este dinámico trabajo… con una tesis doctoral sobre Gonzalo Puente Ojea y la libertad de conciencia.
Al introducirse en su lectura no queda claro ese ateísmo con el que se le identificaba... plantea los términos de creer o no creer en Dios dando una argumentación importante a la hora de valorar los distintos trabajos que este intelectual del siglo XX y XXI nos ha dejado, pues, en sus páginas como muy bien ha analizado Muñoz estamos ante el diplomático, el filósofo y el intelectual...
“La pérdida de la fe católica en Puente Ojea se produce de forma definitiva durante el período en el que es destinado en Atenas, entre 1962 y 1964, momento en el que recupera su proyecto de comprensión de la fe católica y del fenómeno cristiano, paralizado por labores y destinos diplomáticos, como el Mendoza” asegura López Muñoz.
La idea de Oriente en ocasiones mal entendida y Occidente tiene un hueco un tanto pequeño, pero un autor que nació en Cienfuegos (Cuba) y que llegaría con sus distintas vicisitudes a ser ateo siendo embajador en el Vaticano dejando una obra sobre esas vivencias llegando a escribir no un artículo sino varios en torno al pontificado de Juan Pablo II o Al animal divino de Gustavo Bueno... Hasta ese esclarecedor encuentro con el hoy Juan Carlos I que muchos deberían tener en cuenta para entender lo que ha pasado después... Como una persona critica ese mensaje en ese instante de mesianismo de Jesús de Nazaret “irrumpe en la historia de su pueblo en el momento en que el concepto de teocracia en el sentido más pleno, de reino inmediato de Dios a través de su enviado, el Mesías, está a la orden del día: el Mesías davídico pero escatológico estaba al llegar” Sus trabajos han pasado un tanto desapercibidos por la calidad de sus palabras y por esa cantidad de malos entendidos que Puente Ojea no ha dejado de valorar cuando ha sido requerido para ello. ¿Era necesario un trabajo como este o estamos viviendo otro momento de la historia reciente de España? Sólo hace falta tomarse el tiempo de pasar sus hojas para darse cuenta que Puente Ojea y Muñoz Alonso actualmente son dos pensadores que se conocieron e intercambiaron opiniones diferentes en ocasiones y aunque no hablamos de una biografía íntima lo hacemos de una biografía muy intelectual que con tan solo ver los distintos nombres que en ella se barajan así como la mucha bibliografía utilizada en el mismo ya vale para tener en cuenta y seguramente al finalizar su lectura nos preguntaremos: ¿Quién te ha visto y quién te ve? Muchos de los personajes que analiza en esta obra siguen estando vivos y desde la misma podemos analizar como la del propio Puente Ojea cual ha sido su evolución a todos los niveles de pensamiento y donde estaban y donde están ahora… Puente Ojea ya no está entre nosotros y parece que no ha estado.
Pero a la hora a la hora de evaluar la lectura de esta obra nos damos cuenta de que sigue muy vivo. No tenemos a un francés como Michel Onfray y su Tratado de ateología ni ante un Freud el crepúsculo de un ídolo, sino que nos encontramos ante un intelectual que no perdió el interés por su entorno y por lo que sucedía y realizó lo que muchos no se atreven: la autocrítica de una época que como muy bien ha documentado Miguel A. López Muñoz le tocó vivir.