¡SIN PIEDAD!

- ¡Qué ganas tengo a ese tío, Puri!

- Anda Vani, que estás hablando de tiempos pretéritos. Hora es ya de que te olvides de él y de algo que nunca existió. Sólo en tu mente calenturienta de cuentas y cuentos.

- ¡Nada de eso, bonita! Tengo clavaditos los paseos por la ribera del Manzanares y las bachatas que nos marcamos a la sombra de los tilos con aquel radio cassette de mi prima. Hasta paseos por las nubes nos dimos. Eso sí, él en clase económica por aquello del qué dirán.

- ¡Ya te digo!, tú y tus aires de grandeza amaestrando dóberman. Por eso nunca fue real y es mejor que pases página y olvides tus deseos venganza y la ira que te corroe. Más vale un mal arreglo que un buen pleito.

- Mira que a mí nadie me planta por plantación, que diría Marieta. ¡Qué se habrán creído estos putos plebeyos muertos de hambre!

- ¡Pero, tía! ¡Te crees la Princesa del guisante! No vives en la realidad y se acabaron los vasallajes. Mucho te quiero como amiga, pero como pareja jodes más que unos zapatos chicos. Soberbia, clasista, vengativa, mentirosa… hasta barriobajera en tus verbalizaciones y las perlas que vas dejando por escrito. ¿En qué momento se ha malgastado el dinero que invirtieron tus padres en tu exquisita educación? Sueltas cada chorrada… y encima, a veces, lo dejas escrito sin pudor. Por la boca se pierde el pez. No tienes luces, pequeño saltamontes. El mejor desprecio es no hacer aprecio. Pasa página tía, cierra el tema de una puta vez porque si escupes al cielo, a la cara te cae y, como dijo Sir Francis Bacon, Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.

- Líbrele Dios de las aguas mansas… Según Friedrich Nietzsche, En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre. Y este se va a enterar…

- ¡Vaya!, tanto golpe de pecho y no te aplicas la frase de Walter Scott: La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno. Ya pasaste la etapa del dolor que conlleva sentir que alguien te ha herido. Ahora solo tienes ira. En tu caso, perdiste el juguete que considerabas de tu propiedad e intentas recuperar el equilibrio queriendo hacer daño al responsable que, según tú, te provocó ese sufrimiento. Jugaste a la lotería y compraste todos los décimos. Y ya ves, te tocó el gordo de Navidad en verano. Ahora me viene a la mente una frase del escritor húngaro que me encantaba de joven y ahora no soporto, Sándor Márai: Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido.

- ¡Joder!, me siento rabiosa, humillada, resentida, enfurecida y me niego a perdonar.

- Ay, pequeño saltamontes, si dejas que esos sentimientos negativos aniden en tu corazón porque lo vives como una injusticia, como una ofensa, y no lo solucionas de manera satisfactoria, acabarán invadiéndote y cada vez tenderás más a esa exageración desproporcionada tan propia de ti.

- ¡Déjate de gaitas! Lo que me invade es un impulso primitivo que me pide sangre, venganza a cascoporro. Quiero hacer daño, castigar. No hay cosa más rica que arrascar donde pica.

- Insisto, Vani, Agua pasada no muele molino y Siempre que ha llovido, ha parado. Si piensas que la venganza te va a aliviar, si crees que de esa manera se va a reparar ese daño que sientes que alguien te ha infligido y se van a calmar esas emociones desagradables que te invaden, estás errada y vas a conseguir justo lo contrario. La ira te anclará al pasado obstaculizando tu avance, el resentimiento será como una bola en tu estómago que te impedirá, incluso, degustar un buen cava en el desayuno, y nunca disminuirá ese sufrimiento propio que manifiestas.

- ¡Me ha negado lo que me merecía y me había currado tanto tiempo!!Es injusta la plantación! ¡Ufff! ¡Qué impotencia ante la adversidad!

- ¡Tía!, no me seas arcaica. Para los primates, la venganza significaba la supervivencia, pero nada que ver con tu caso, bonita. He leído algo que muchos pasan por alto, y cito textualmente: En el plano consciente, la venganza busca el castigo y la restauración del equilibrio psicológico. Sin embargo, hay un aspecto inconsciente que a menudo se pasa por alto. La venganza puede actuar como un mecanismo de defensa destinado a ocultar traumas más profundos de la infancia, como la adhesión a valores parentales o el temor a la separación. Ahí lo dejo por si tiene que ver con tu caso… Me da que estás exagerando porque ves, también, tu honor comprometido. Y no te voy a hablar de la venganza psicótica, porque entonces no levantarías cabeza el fin de semana, pero analiza, pequeño saltamontes, de quién es la culpa de tus fantasías… Perdonar es la mejor herramienta terapéutica hacia la sanación.

- Quiero liberarme de esa carga que no me deja levantar cabeza…

- Sigues teniendo miedo al rechazo y jamás el odio ha acabado con el odio en este mundo. No cabes dos tumbas, poque una será para ti. Destierra esos pensamientos obsesivos porque puede llegar un momento que no los puedas controlar. La ira, la rabia y el enfado distorsionan la cognición. Y no voy a entrar en esos rasgos de personalidad vengativos de los que habla Alfaraz, que afirma que el deseo de venganza puede venir determinada “por la impulsividad, es decir, por la necesidad imperiosa e inmediata de obtener una respuesta a las emociones y pensamientos”. Asimismo, tienen una mayor propensión “las personas con una baja tolerancia a la frustración y que presentan un déficit en gestión emocional”.

- ¿Piensas que tengo inestabilidad emocional, que soy una dramas, que mis conductas son imprevisibles y que no soy empática con los demás?

- Por si acaso, racionaliza la situación, controla tus impulsos, gestiona tus emociones, acepta el daño e intenta empatizar con los demás, miura. Aprovecha el finde de sofá y manta y piensa en lo que dice Sacha Guitry: Si alguno os quiere robar la esposa, la mejor forma de vengaros de él es dejar que se la lleve.

- ¡Ahí me has dao, Puri! ¡Ahí me has dao!