www.todoliteratura.es

Philip Matyszak: "Un año en la vida de la antigua Grecia (La vida cotidiana y la preparación de los Juegos Olímpicos)"

Crítica, Barcelona, 2024
jueves 17 de octubre de 2024, 22:21h
Un año en la vida de la antigua Grecia
Un año en la vida de la antigua Grecia

La palabra Grecia como rememoración equivale a sosiego comprensivo, a cultura de la distinción, a un si es no es de dependencia aceptada como signo de soledad y Destino. En fin, Grecia como un bien.

Claro que el humano también necesita de asueto y descanso de todas aquellas tareas que le suponen esfuerzo y sacrificio, por eso “todas las ciudades, pueblos y aldeas de Grecia (hoy, tal vez habría que cambiar los términos y decir ‘todos los gobiernos que se precien’) cuentan con un calendario propio de festivales y juegos ya fuera para celebrar el comienzo del año, el fin de la cosecha (política, un ejercicio no siempre incruento, de esfuerzo permanente), algún aniversario importante(…) “A lo largo de los siglos, la importancia de algunos festivales fue aumentando poco a poco (en lenguaje actual, ‘significativamente’, parodiando el contenido de este libro ameno, oportuno y documentado, amén de oportunista por olímpico) y a ellos (volvemos a la parodia actual) empezaron a acudir no solo los lugareños, sino también turistas (enormes cantidades) que en ocasiones llegaban (de otros continentes a recorrer cientos de kilómetros para asistir”.

Es cierto, a fujer de ser sinceros, caer en la tentación de parodiar este libro fecundo e instructivo con la actualidad de los juegos Olímpicos de Paris es una tentación difícil de resistir. Veamos.

Los juegos Olímpicos (continuamos con los paralelismos intencionado) son, “un importante congreso mercantil (desde los intereses nacionales a la indumentaria colorida de todos los participantes) donde unos y otros pueden encontrarse con sus colegas y descubrir qué mercancías son más abundantes y dónde hay una elevada demanda de los mismos”. Al parecer, en las primeras épocas, “Sación (de Egipto) estaría encantado de agasajar a cualquier mercader del Ponto que se dedicara al negocio maderero, porque desgraciadamente Egipto carece de bosques y el gobierno estaría dispuesto a pagar una fortuna a un proveedor que pudiera suministrarle madera procedente de las boscosas colinas de las orillas del mar Negro para fabricar barcos” Aquí el paralelismo resultaría perdedor, el Mediterráneo (y el Ponto Euxino) se están quedando (amén de Grecia, Albania o Macedonia) sin bosques. Todo cambia, pero selectivamente; siempre bajo la sospecha de intereses comerciales.

Hay afinidades con el hoy, no obstante, que arrojan similitudes curiosas; veamos: “lo que es de lamentar es que los juegos Olímpicos no tengan una vertiente artística, a diferencia de lo que ocurre en otros festivales atléticos. Ahí están los juegos Pitios, que se celebran en Delfos en honor de Apolo. Durante este acontecimiento tiene lugar un completo repertorio de pruebas, y además de hombres sudorosos que van corriendo y saltando hay recitales dramáticos, actuaciones de mimos y un extenso programa de certámenes musicales, tanto instrumentales de canto y música”.

A los recientes juegos parisinos, por el contrario, alguien los definió, en parte, como antesala de un tanatorio, donde parecía que todos, por una razón y la contraria, se abrazaban y lloraban, a riesgo de aumentar el caudal del contaminado Sena indiferente.

No es el caso, por el contrario, para el ejemplo de París, que se diese la circunstancia de en los juegos de hace cuatrocientos años, que apareciese “el aguafiestas de Epicarmo de Sicilia, demostrando que la habilidad innata de un atleta podía mejorarse en gran medida a través del entrenamiento y la preparación. Prueba fehaciente de ello, al parecer, fue Dromeo de Estínfalo, un corredor de fondo que, por lo visto, arrasó en todas las competiciones en las que participó, ganando una y otra vez los juegos Píticos, los Istmicos y los Nemeos” Hoy estarían representados tales héroes, cabría decir, por los africanos entrenados en altura o la horda americana, por ejemplo; de estos no se podría decir que emplearon ‘la injusta técnica de entrenarse para los juegos’, toda vez que la corporeidad atlética viene ahíta de ejercicio deliberado para la prueba remunerada.

En fin, lector, he aquí una narración antigua muy bien documentada y amena como exposición activa, respecto –a modo de parodia- de los recientes juegos Olímpicos y parisinos de la actualidad; refrendo, una vez más, del rico cambio de los tiempos.

¡Ay del vencido!, él ha de venir en llorar; pero así también, al parecer, el vencedor. Qué necesario y oportuno cronista hubiera sido el tío Charles (Darwin).

Puedes comprar el libro en:

https://amzn.to/3BLDoil
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios