Esta novela histórica es una obra deliciosa que emociona, ya que nos ofrece un acercamiento a un teatro humano fascinante, el escenario es triple, ya que la trama discurre en Valladolid, Roma y Venecia, y todo ello en el siglo XVII, la centuria que ocupaban Luis XIII y Luis XIV de Francia, y Felipe IV y Carlos II de las Españas, duramente enfrentados por el dominio de Europa y de Las Indias españolas. El centro de la narración es una mujer, que se llama Juana de Castro, quien es enseñada en el mundo del arte pictórico por su padre llamado Martín de Castro; el anhelo incoercible de Juana es el de ingresar en un mundo dominado por los varones, pero de momento comprende que esa meta parece que va a resultarle inalcanzable. Su padre comete una serie de errores, y uno de ellos conlleva el matrimonio de su hija con un pintor foráneo. Deberá viajar por toda Europa, donde llegará a poseer momentos de felicidad y otros de reafirmación de su personalidad. Juana de Castro es una mujer fuerte de carácter y de inteligencia preclara, todo ello compone un fenotipo que hace que se niegue a aceptar un destino impuesto por aquella complicada sociedad de varones. «UN SOBERBIO RETRATO DEL PODER DEL ARTE, EL AMOR Y LA REBELDÍA CONTRA EL DESTINO IMPUESTO. Valladolid, 1620. Martín de Castro es un pintor de santos cuya esposa murió al dar a luz a su querida hija, Juana. La niña demuestra desde bien pequeña un talento auténtico para la pintura. Siendo ya una adolescente, ocurren dos sucesos que cambiarán su hasta entonces plácida vida: Martín es seducido por una intrigante mujer que acaba convirtiéndose en su madrastra y ella, a su vez, comienza una intensa relación con Francisco Peña, el mejor aprendiz de su padre. Así se inicia esta intensa novela barroca en la que su autor ha derrochado talento narrativo para recrear la vida de una mujer que tiene que desempeñar su arte en la clandestinidad, negándose así a aceptar un destino impuesto por otros. Una vida cargada de rebeldía y plena de experiencias que trae al presente el fascinante siglo XVII. Desde la Venecia de los dogos a la Roma del papado, pasando por el Madrid de los Austrias y la severa Valladolid, Juana conocerá de primera mano el ambiente artístico de su época y a personajes históricos como el mismísimo Diego Velázquez o Felipe IV». La narrativa de la obra es de gran calidad, presentando la esencia de cada personaje situado en el escenario que le corresponde. En un momento histórico determinado, y como era habitual en la época, aparece una plaga mortal de peste bubónica, que se extiende por la ciudad que se autodefine como la joya del Adriático, creando sangre, sudor y lágrimas. La descripción es tan prístina y evidente, que por lo tanto el lector se puede sumergir en la cruda realidad de aquella pavorosa epidemia. Los habitantes se sienten desolados ante lo que está ocurriendo, ya que están aterrorizados de poder coger la enfermedad, y perder a sus familiares. Los hospitales están llenos de enfermos y moribundos; y la asepsia no existe o es considerada como inútil. La descripción del capítulo-VII dedicado al Carnaval de Venecia es una delicia descriptiva. “Los carnavales estaban en pleno apogeo. Venecia entera era una fiesta. Todos los meses de aburrida rutina se dejaban atrás en una celebración que, como la marea de la laguna en los meses de lluvia, lo inundaba todo. La rutina cedía espacio a lo extraordinario, y durante unos días se bailaba, se bebía y se reía dejando a un lado las inquietudes. Toda la ciudad era una inmensa fiesta que estallaba en cada rincón, en cada taberna y en cada esquina. La bebida y la comida corrían por las calles de la Serenísima, y se saciaban el resto de los apetitos con la misma facilidad. Todo con tal de conceder a los sufridos ciudadanos una oportunidad de olvidar temporalmente sus preocupaciones; la ilusión de que, durante unos días, todo era posible. Desde meses antes, todos se preparaban para aquellas fiestas en un esfuerzo colectivo sin parangón, y del que toda la ciudad participaba. Ataviados con delicadas máscaras y bellos ropajes, los ciudadanos de la República se mezclaban durante las celebraciones sin importar su origen o estatus. El rico y. el pobre, el plebeyo y el noble, el mercader y el soldado, eran a primera vista indistinguibles en medio del ambiente de alegría y diversión que reinaba desde la mañana hasta bien entrada la noche.” Desde el punto de vista de la narración historiográfica estamos ante la Venecia de los dogos, la Roma de los papas de la Iglesia Católica, el Madrid de los Austrias, o la Valladolid plena de austeridad, y por la que han pasado Felipe II y, sobre todo, Felipe III. Asimismo, nos retrata la existencia del propio Rey Felipe IV de Habsburgo, o del pintor Diego Ruy de Silva y Velázquez. Cuando su madrastra entra en la narración, la joven Juana comienza a tener una intensa relación con otro pintor joven, llamado Francisco Peña, quien es el mejor aprendiz de su padre. Esta novela-histórica tiene un componente narrativo de un barroquismo admirable, en ella se recrea la vida de una mujer, que se ve obligada a crear su arte en la clandestinidad de un siglo XVII pleno de contradicciones, ya que, por ejemplo, la esposa de Velázquez si pudo pintar y exponer sin el más mínimo problema. Me atrevo a definir la obra como un retrato literario soberbio sobre el poder del arte pictórico, además del amor y la rebeldía que este supone luchando contra un destino impuesto. Los capítulos son cortos, siendo en toda ocasión Juana el centro de la narración, una mujer con una admisible rebelión social innata, quien llega a tener una estupenda y enriquecedora relación con Diego Velázquez. Así nace Juana: “La matrona suspiró resignada. Se contaban por decenas los partos a los que había asistido y, por lo tanto, decenas eran también los padres con los que había tratado, y era de la opinión de que de ser cosa de hombres la llegada de un niño a este mundo, hacía mucho que la raza humana se hubiese acabado. Cuando llegaba la hora de la verdad, o se convertían en criaturas asustadizas o se desentendían de todo. En cualquier caso, nada aportaban en un parto. Sin embargo, sintió lástima de la triste expresión que vio en el rostro de aquel pobre pintor de poca fama. Se secó la sangre de las manos en la falda del delantal y habló con voz firme y templada por los muchos años de experiencia: -El niño viene de nalgas y vuestra esposa es estrecha de caderas. Solo podemos rezar y esperar que la naturaleza siga su curso”. Deseo loar, asimismo, la portada que resume, sin ambages, la trama que se va a encontrar a continuación. El autor Óscar Soto Colás nacido en La Rioja, está estudiando, en la actualidad, Historia del Arte, y es presidente y fundador de la Asociación Riojana de Escritores. Por todo lo que antecede estoy en condiciones de invitar a la lectura atenta de este volumen, que se involucra en un tiempo, que será agónico para las Españas. «In occasu saeculi sumus. ET. Errare humanorum est». Puedes comprar el libro en:
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