¿Es la historia una disciplina académica entendida por los jóvenes? Si se sabe plantear como una herramienta cultural, es decir, si se entiende el estudio del pasado como un ejercicio para comprender el presente, entonces los jóvenes y, en general, las personas de todas las edades entienden la historia y se sumergen en ella. Podríamos decir que nada del hoy se puede comprender cabalmente sin el estudio del ayer. Si, además, la dramatizas, consigues captar la atención y el interés. La historia puede ser apasionante si te la cuentan bien. ¿Qué le ha llevado a escribir este libro? El estudio de un personaje histórico, el infante Jaime. Fue una figura trágica, bastante maltratada por las fuentes. Estaba destinado a ser rey de la corona de Aragón, como hijo de Jaime II y Blanca de Anjou. Sin embargo, renunció a la sucesión y al matrimonio con Leonor de Castilla para entrar en la vida conventual. Su decisión provocó una crisis diplomática con Castilla y una delicada situación en el interior de la corona. Posteriormente, el infante tomó una serie de decisiones erráticas, contradictorias con sus actos anteriores. Soy de la opinión, junto a otros historiadores, de que hay hilos y silencios muy sonoros que pueden explicar qué le ocurrió al infante ¿Es una novela histórica, de ficción? Angelicus está basado en los hechos reales que sucedieron alrededor de la renuncia al matrimonio y a la sucesión de Jaime de Aragón. El marco cronológico y el espacial son rigurosos. Sin embargo, algunas tramas que se entrelazan con esos hechos verídicos son fruto de mi imaginación. Se dice que son verosímiles porque podrían haber existido: criados y caballeros, personajes de los que no hay constancia pero que son recreados con coherencia, teniendo en cuenta el momento histórico y el marco cultural que vivieron.
¿En qué género la encasillaría? Creo que encaja en el género de novela histórica, aunque durante el proceso de escritura no solo me propuse escribir una historia de intriga situada en la Edad Media, sino también plantear una reflexión sobre algunos temas como la misoginia y la sexualidad y confrontar al lector con debates tan actuales en el siglo XIV como hoy en día. ¿Existieron los personajes de este libro en 1319? Hay una combinación de personajes reales e inventados. Siento cierto pudor de historiador que me impide endosar actos no probados a hombres y mujeres que existieron. Por eso necesito figuras de ficción para poder desarrollar la creatividad narrativa sin trabas ni reparos. Creo que el lector agradece esa combinación. ¿Hay algún personaje que proyecte los rasgos del escritor del libro? En mi opinión, toda la obra es un reflejo en mayor o menor medida del autor, desde el estilo narrativo, pasando por el ritmo o la concepción de la historia. Sinceramente, no me identifico con ninguno de ellos; señores feudales y monarcas, criados y sirvientes de hace setecientos años. Simpatizo con alguno, sin duda. Otros, tengo que reconocer que son profundamente despreciables. Quizá puedo empatizar con el infante Jaime, atrapado en una lucha interior que no podía confiar a nadie o a casi nadie. En el libro los personajes hablan como en la Edad Media, ¿le ha costado construir este tipo de diálogos? De hecho, evité ese ejercicio. Una novela histórica no es un ensayo de arqueología. Para eso ya están las disciplinas especializadas. Yo tuve la suerte de cursar historia y familiarizarme con la paleografía y el estudio de fuentes primarias, es decir, de la época. Sin duda es fascinante poder leer lo escrito hace setecientos años con las palabras de ese momento, pero un lector no quiere eso y tampoco entendería el texto, me temo. Una novela histórica es la recreación desde el presente de hechos ocurridos en el pasado más o menos convertidos en ficción, adaptados y escritos en clave actual. En este sentido, me limité al uso de un lenguaje vagamente arcaico, como el uso del “vos” o ciertos giros sintácticos que suenan a antiguo y que dan el tono medieval al texto. ¿Le ha costado documentarse sobre esta época de la historia? Siempre es arduo escribir sobre realidades alejadas de nuestro presente. Intento ser muy riguroso y evitar anacronismos utilizando neologismos. Por eso es necesario comprobar incluso detalles que parecen inocuos. Por ejemplo, el escritor no puede describir un personaje en una taberna frente a una botella de vino, no en el siglo XIV, porque el vino no se embotelló hasta siglos más tarde. Se almacenaba en odres o toneles y se servía en jarras. He mencionado este detalle, pero surgen infinidad de situaciones a lo largo del proceso de escritura que necesitan ser comprobados. ¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir el libro? Si el libro empieza con una idea, entonces varios años, porque le di mil vueltas en la cabeza al tema y leí mucho sobre la época durante un año más o menos. El redactado me llevó otro en el que también hubo parones para replantear las tramas y los personajes. ¿La historia que escribe en este libro está finalizada o da para más libros? Lo cierto es que de todos los personajes que aparecen en la novela, los femeninos van adquiriendo mucha fuerza a medida que avanza la historia. Creo que hay alguna voz que todavía tiene mucho que decir y que se ha quedado sin más páginas en Angelicus. Es probable que reaparezca en otra novela. Puedes comprar el libro en:
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