Considerado desleal por los españoles y, en consecuencia, relegado al olvido en la historia oficial, se ha escrito poco o nada sobre este modesto pastor. Sin embargo, esta novela revela, gracias al exhaustivo trabajo de investigación realizado por este historiador, quién fue realmente este héroe navarro originario de Garde. Este individuo llegó a convertirse en conde de Oliveto y logró vencer al turco en Manfredonia, así como a los franceses en Canosa, Gaeta, Garellano y Ceriñola.
Pedro del Roncal, como relata Torremocha, se destacó entre los ingenieros más importantes durante el reinado de los Reyes Católicos. Su papel en la historia militar de España fue fundamental, ya que no solo fue testigo, sino también protagonista de momentos decisivos como la rendición de Nápoles y la conquista de Orán. Sin embargo, debido a la animosidad hacia él, la historia ha otorgado este triunfo al Cardenal Cisneros.
Redefinio el arte de la guerra en su época
A los dieciséis años, con una mente brillante y una audacia sin igual, se embarcó como grumete en un navío corsario rumbo a la costa de Vizcaya. Después de dos años dedicados a aprender las habilidades de marinero y artillero, se unió a un grupo de italianos que lo llevó a Génova. En Nápoles, el cardenal Juan de Aragón lo contrató como palafrenero. Tras el fallecimiento del cardenal, se convirtió en soldado del ejército florentino, donde destacó por su ingenio como artillero al inventar minas explosivas para derribar fortificaciones. Además, se destacó como estratega militar al desarrollar nuevas técnicas de asedio y redefinir el arte de la guerra en su época.
La vida de este individuo estuvo llena de dificultades, marcada por la traición y la deslealtad. En 1512, durante la batalla de Rávena, los franceses lo capturaron como prisionero de guerra. El rey católico lo abandonó a su suerte, y así pasó tres años en el castillo de Loeches. Al no ser de nobleza, el monarca español se negó a negociar su liberación. Fue entonces cuando Francisco I, reconociendo su valía como militar, le ofreció un trato: unirse a su ejército a cambio de recuperar su libertad.
Alcanzando los más altos cargos en las fuerzas galas, sufrió la desgracia de ser capturado por los españoles durante la toma de Génova. Tras recuperar su libertad, regresó para servir al rey de Francia, pero nuevamente fue apresado. Esta vez, bajo el reinado de Carlos I, se ordenó su encarcelamiento en el Castel Nuovo de Nápoles, una fortaleza que años atrás había sido conquistada a los franceses mientras él lideraba las tropas españolas.
El 28 de octubre de 1538, en ese castillo, murió tras ser condenado a muerte y acusado de doble traición a España. Su sepultura se encuentra en la iglesia de Santa María la Nueva, en Nápoles.
Antonio Torremocha es Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Historia Medieval. Ha sido profesor agregado de bachillerato y Tutor de la UNED de Historia Medieval.
Fue director del Museo Municipal de Algeciras y es académico de número de la Academia Andaluza de la Historia; miembro numerario de la Sociedad Española de Estudios Árabes; miembro numerario de la Asociación Española de Arqueología Medieval; miembro numerario del Instituto de Estudios Campogibraltareños.
Entre sus numerosas publicaciones se encuentran obras destacadas como “La cautiva de la Alhambra”, “El bibliotecario de Medina Azahara” y “Antonio Meulener: el Oppenheimer español”, todas ellas editadas por Almuzara.
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