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"En busca del fuego", de Elisabet Font y Laura Pinto

Ed. Salvat. 2023

martes 17 de septiembre de 2024, 22:21h
En busca del fuego
En busca del fuego
Una nueva obra de Prehistoria, muy adecuada para el estudio de lo que supuso la aparición del fuego, que transformo a los cazados en cazadores. “¿Cómo y cuándo aprendieron nuestros antepasados a encender y dominar el fuego? ¿Hay una relación entre el uso del fuego y la evolución humana? Este libro desvela cómo el descubrimiento, control y dominio del fuego por parte de los homínidos marcó para siempre la historia de nuestro género”.

La Historia y, por ende, asimismo la Prehistoria, nos permite tener una concepción prístina de nuestro entorno, conociendo cuáles son las relaciones de los seres humanos entre sí y con el medio en el que se mueven. Es, por lo tanto, la prehistoria la ciencia de la evolución de los seres humanos, y la que nos indicará cuando los homínidos pasaron a ser verdaderamente humanos. Desde los conquistadores de la Galia, galos de la Comata, hasta los aqueos que, de forma primigenia, dominaron los mares, todos estos pueblos tenían bien claro la dependencia de todo su modus vivendi del fuego. Nuestra historia está forjada, por su dependencia del fuego, lo que es indubitable, siendo los únicos seres vivos que han tenido una relación especial con él, incluso dominándolo, o pudiendo ser destruidos por este fuego vivificador. Los hombres primitivos tenían una extraña relación de miedo con él, ya que, aunque no fuese extraño, comprobaban el daño que muchas veces les provocaba, sobre todo en los incendios forestales, que solían o podían ser causados por la agresión eléctrica de una tormenta conformada por truenos y rayos; arrasando todo lo que encontraba a su paso.

Existen varias preguntas interesantes, con respecto a este fenómeno, desde conocer cuál fue el primer fuego encendido por los hombres, hasta como llegaron a dominarlo, y como poder transportarlo sin que se les apagase. Las reuniones de los seres humanos prehistóricos alrededor del fuego, que les servía para calentarse, y para poder ver en las obscuras noches de ese Paleolítico tan complicado y agresivo, daría origen a las primeras relaciones sociales, iniciándose el lenguaje y tener un sentimiento de formar parte de una misma comunidad. A pesar de su poder de destrucción, el fuego puede ser una muy valiosa fuente de información para la arqueología prehistórica. Cuando los homínidos descubrieron el fuego, este hecho marcaría para siempre la historia de esta especie de seres vivos tan complejos. Se puede, por consiguiente, indicar sin ambages que la Tierra y su ubérrimo paisaje fueron forjados por la huella indeleble del fuego. Es obvio y se tiene la certidumbre de ello, que los primeros homínidos que recorrieron el planeta tenían una clara consciencia de lo que eran tanto el fuego como el agua.

El fuego acababa con las vidas de los animales que cazaban, con los campos y los bosques donde obtenían sus alimentos, con la pureza del aire que necesitaban para respirar. El fuego era sinónimo de peligro y destrucción. Hasta que un día algo cambió”. Lo que es imposible de discernir estriba en saber de qué modo y manera, pudieron los homínidos llegar a pasar del temor al fuego, hasta poder producirlo y aprovecharse del mismo, y, sobre todo, cuando se produjo la primera relación de los hombres con el fenómeno del fuego.

«La presencia de fuegos antrópicos -es decir, encendidos por una mano humana- en un yacimiento es evidente cuando encontramos hogares con un perímetro delimitado por piedras o cuando se prepararon en hoyos excavados en el suelo. Cuando los indicios no son tan claros, saber apreciar las huellas de las hogueras encendidas hace decenas de miles de años se convierte en una tarea difícil. Como en todo, las técnicas para la identificación de las evidencias más antiguas del uso del fuego por parte de los homínidos han ido evolucionando con el tiempo, a la vez que nos aportaban más información sobre nuestros antiguos parientes. Los investigadores buscan resolver dos cuestiones fundamentales: ¿Cuándo y dónde se usó el fuego por primera vez, y cuándo su uso se convirtió en una práctica regular? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en la detección de ejemplos tempranos de un uso antrópico del fuego. Pero ¿cómo detectar estas evidencias? Entre las dificultades que se encuentran los arqueólogos durante su búsqueda de evidencias de fuego en los sitios arqueológicos más antiguos, podemos destacar un obstáculo principal: el paso del tiempo».

Lo que dificulta el estudio, es que los yacimientos se han ido deteriorando con el paso del tiempo, y podría ser que los primeros usos del fuego fuesen de forma tan esporádica que no nos han dejado la más mínima huella para poder realizar un estudio pormenorizado. Uno de los yacimientos con evidencias más prístinas del uso del fuego, por los habitantes del Pleistoceno se encuentra en Koobi Fora, en Kenia, y data de hace 1,5 millones de años. Lo importantes es poder realizar un estudio claro sobre la capacidad de los homínidos para poder utilizar o controlar este elemento natural tan esencial para su evolución.

En la última mitad del Pleistoceno medio, entre los 350.000 y los 200.000 años, encontramos los yacimientos más antiguos con uso continuado del fuego. Se trata de los restos en las cuevas de Hayonim, Qesem y Tabum, en Israel. En sus registros descubrimos secuencias de hogares apilados y altos porcentajes de piedras quemadas en capas sucesivas que abarcan decenas de miles de años. Estas parecían ser las evidencias más antiguas del uso del fuego regulado y repetido, marcando un comportamiento de las comunidades de homínidos. En la cueva de Qesem se ha identificado este uso del fuego desde hace trescientos mil años a través de los restos de un hogar con varias reutilizaciones. El registro pirotécnico de este yacimiento en la actualidad está ampliamente aceptado y significa un uso reiterado y regular del fuego en esta región”.

No obstante, todos los yacimientos están considerados controvertidos y en disputa, aunque será en este período prehistórico, el Pleistoceno medio, entre los 440.000 y los 300.000 años, cuando empiecen a aparecer en los registros arqueológicos evidencias obvias de que el fuego está siendo utilizado de forma habitual por los grupos humanos. Y, como es de rigor, una de las cuestiones importantes en este hecho del fuego, estriba en conocer, como era posible encenderlo, sabiendo que no existían los métodos actuales para ello, y aunque existe toda una parafernalia inventada, desde utilizar el frotamiento de dos piedras o de una varilla sobre madera, la realidad palpable es que no se tiene el más mínimo conocimiento fósil de como poder conseguirlo. Se puede colegir que un homínido estuviese golpeando dos piedras, para poder obtener un hacha, cuando una de las lascas generase una chispa, y una breve llama se encendiese. Hasta aquí el ensayo crítico sobre este obra esclarecedora y recomendable. «Cuiusvis hominis est errare: Nullius nisi insipientis, perseverare in errore»

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