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Vinicius Jr. nos obliga a mirarnos al espejo del racismo

domingo 08 de septiembre de 2024, 21:20h

Hace unas horas que me sentía inclinado a escribir un artículo sobre el linchamiento público de que está siendo objeto el jugador de fútbol Vinicius Jr. por una buena parte de la insufrible, cateta y torpe prensa deportiva española, pero ha sido un artículo en la prensa generalista, firmado por alguien que, en principio, se presume cultivado y de izquierda, como es David Torres, en Público (https://blogs.publico.es/davidtorres/2024/09/06/vinicius-con-los-pies/#md=modulo-portada-fila-de-modulos:4x15-t2;mm=mobile-medium) , el que me ha movido, por fin a escribirlo.

Porque son artículos como este, que expresan las posiciones más sibilinamente racistas de personas que se tienen por no racistas en absoluto (¡faltaría mas!), los que justifican y hacen imprescindible, de verdad, la lucha emprendida por Vinicius Jr. contra el racismo en España; que alguien como David Torres se permita un artículo de forma y fondo tan racista, paternalista y despreciativo, propio de un hombre blanco satisfecho de serlo, instruido, europeo, que le canta las cuarenta, desde una pretendida superioridad intelectual y moral intachable, de persona letrada y, encima de izquierda (estoy harto de esa supuesta superioridad moral de determinada izquierda, que habría que demostrar, no presuponer), a un pobre negrito futbolista brasileño, carente –por lo que dice y se presupone de lo escrito por el propio David Torres– de inteligencia y autonomía personal, medio analfabeto, que solo se dedica a dar patadas a un balón, me parece muchísimo más grave y dañino que las reacciones histéricas, paletas y patrioteras de la prensa deportiva española –en manos de la derecha y la ultraderecha, salvo unas pocas excepciones–, en estos últimos días, tergiversando las palabras del propio jugador –lo mismo que hace David Torres–, minusvalorando y despreciando las condiciones intelectuales del deportista –lo mismo que hace David Torres–, asombrados de que un joven negrito brasileño tenga opinión propia y una casusa propia, sin ser Malcom X; que reaccione, como un ser dotado de inteligencia y de dignidad intrínsecas –no necesariamente objeto de maniobras manipuladoras por entes superiores a él, blancos, por supuesto–, a los desprecios racistas sistemáticos y generalizados a los que se ha visto obligado a soportar desde que llegó a España, con dieciocho años, simplemente por ser jugador de fútbol de éxito, joven y negro: la misma lógica que lleva a pensar a los imbéciles de derechas que una persona de izquierdas, especialmente, si es comunista, debe ser un zarrapastroso y pobre de solemnidad, porque, si no, si es una persona con recursos y de éxito, es un hipócrita o un ser fácilmente manipulable o, directamente, un tramposo.

Vinicius Jr. es un joven futbolista de éxito, negro, que vive y trabaja en España, que sufre actos racistas en España, pero que no se resigna, como hacen otros futbolistas negros en España, a sufrir en silencio esos actos de desprecio racistas y que ha tomado su propia causa, que nos está obligando a mirarnos al espejo de nuestro racismo oculto (¿hablamos del pueblo gitano: de los siglos de humillación y conductas racistas que ha debido soportar por nuestra parte?), ese racismo del que incluso gentes como David Torres no son conscientes, porque forma parte de nuestro ADN cultural, racial e histórico.

Vinicius Jr. no ha hecho, en suma, otra cosa que tomar idéntica iniciativa que la de otra deportista negra española, Ana Peleteiro, una iniciativa que seguirán otros deportistas negros españoles –espero–, que nos obligue a mantenernos, por fin –a derecha e izquierda–, frente a nuestro común espejo de racistas inconfesos y vergonzantes, hasta que nos veamos tal como somos.

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