¿Quién no ha tenido la sensación de haber vivido ya un hecho cuando se nos presenta en nuestra vida cotidiana? ¿Quién no ha dudado en aceptar, o ha aceptado, la reencarnación? Esta es la idea central, aunque no única, de la novela de Eduardo Velázquez González Vidas Pasadas, su última novela publicada bajo el sello de Ondina Ediciones y que, de alguna manera sigue la senda de su título anterior Los manuscritos del Tránsito. El propio título de la novela y su magnífica cubierta, que llevan a cabo una perfecta simbiosis, ya son en sí mismas un anticipo de lo que el lector se va a encontrar. No es fácil encuadrar esta novela dentro de un solo género, porque, además de novela histórica, bebe de dos fuentes, la novela romántica y la novela de misterio, que van trenzándose para elaborar una trama más que interesante. Nos volvemos a encontrar con Tristán, protagonista de la novela anterior ya referida más arriba, persona sensitiva, y cuyas experiencias esotéricas y espirituales le han llevado y le llevan a vivencias más allá de lo ordinario. Podemos decir que junto con la trama principal, o que en principio aparece como principal, relacionada con un cuadro y su protagonista (que nos llevará hasta el Museo Hermitage de San Petersburgo), el autor nos presenta un relato histórico muy bien documentado, situado en la Granada del siglo XVIII, tierra que para Eduardo Velázquez tiene un gran predicamento en su narrativa. Dicho relato histórico nos cuenta una vivencia de una vida anterior del protagonista, con la presencia de un pintor y de una bella muchacha gitana. La narrativa de Eduardo Velázquez en esta novela se desarrolla con un ritmo ágil, sencillo, que no simple, pero que trasluce el trabajo de investigación histórica en el que el autor se sumerge para dar no solo credibilidad a su novela, sino carne a los personajes, que vienen del pasado al presente, del presente al pasado, de España a Rusia, en un juego espacio temporal que el autor sabe solucionar con gran solvencia. En algunos pasajes del libro reconocemos cierto atisbo del Eduardo Velázquez poeta, no solo porque propone a su protagonista escribiendo poemas a su gran amor Estrella, sino porque encontramos entre líneas esa sensibilidad, ritmo e imágenes que podemos leer en los poemarios del autor. Cerramos esta reseña con las palabras, que creemos es un magnífico resumen, de la contracubierta: “Una novela inconmensurable, que conmueve y sobrecoge, aunando el esoterismo y el suspense, al hilo de una estremecedora historia de amor que trasciende el tiempo y el espacio”. Puedes comprar el libro en:
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