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"El maestro de la fuga", de Jonathan Freedland

Ed. Planeta. 2023
viernes 23 de agosto de 2024, 15:14h
El maestro de la fuga
El maestro de la fuga
Estamos ante un libro-documento sobre el testimonio y la odisea del primer judío, Rudolf Vrba, que consiguió escapar del campo de concentración y de exterminio de Auschwitz. Su peripecia fue inconmensurable. Esta obra define claramente lo que fue el inexplicable y genocida Holocausto o la Soah, que consistió en el exterminio sistemático de unos seis millones de judíos europeos, que no habían hecho nada censurable.

La obra presenta un importante esfuerzo de investigación, lo que conlleva que nos apasione desde la primera palabra. Es un volumen desgarrador, que analiza correctamente lo que puede ocurrir cuando existe un importante fondo de desinformación. El libro es de obligada lectura, para ello el autor, Jonathan Freedland, ha colocado al protagonista en el lugar preciso que merece en la historia del siglo XX. Está claro que el Holocausto fue una atrocidad sin parangón en Alemania, y en la Europa ocupada por los miembros de las SS del NSADP. Su relato es total y absolutamente meticuloso, original e irresistible. Es un homenaje preciso y necesario a un héroe extraordinario, que con su hazaña pudo informar a Occidente de los crímenes execrables que se estaban produciendo en ese campo de exterminio.

«En abril de 1944, Rudolf Vrba se convirtió en el primer judío en escapar de Auschwitz. Contra todo pronóstico, tras esquivar por poco las balas alemanas, él y su compañero de fuga escalaron montañas y cruzaron ríos para alcanzar la libertad. Vrba quería advertir a los últimos judíos de Europa del destino que les esperaba al final de la vía férrea. Brillante estudiante de ciencias y matemáticas, memorizó cada uno de los detalles de la maquinaria nazi y lo arriesgó todo para recopilar los primeros datos de la Solución Final. Tras su huida, sacó de contrabando el primer relato completo de cuanto acontecía en los campos de exterminio, un informe detallado que finalmente llegaría a manos de Franklin Roosevelt, Winston Churchill y el papa, y que acabaría salvando miles de vidas. El maestro de la fuga es la historia de un hombre que merece ocupar su lugar en la historia junto a Ana Frank, Oskar Schindler y Primo Levi, protagonistas todos ellos del capítulo más oscuro de nuestro pasado reciente».

El 7 de abril de 1944, tras un análisis exhaustivo y semanas de estudio obsesivo para preparar el hecho vital de tratar de escapar de la muerte segura en Auschwitch, contempló que era esencial huir, Rudolf Vrba había comprendido la degradación infinita a que les había conducido el campo de concentración. El estudio que se realiza en este primer capítulo sobre la evasión es esclarecedor absolutamente. Rudolf Vrba tenía la convicción de que era un ser humano especial. Su nombre primigenio, claramente judío para los alemanes, era Walter Rosenberg, que se debe traducir por ‘montaña de rosas’, y ese hecho lo había transformado ya en estigma aquel partido e ideología, que nunca se pensó pudiese llegar al poder en la Alemania de Beethoven, de Goethe o de Birmarck. Su madre, llamada Ilona Rosenberg era la segunda esposa de Elías Rosenberg, quien había aportado ya tres hijos de un matrimonio anterior, pero este vástago era de ella, que lo había parido sensu stricto, por lo tanto, tras diez años de anhelada espera, en los que la medicina no contemplaba un embarazo propio, este había tenido lugar.

Será, por consiguiente, un milagro inesperado la llegada a este mundo de su hijo, al que llamarán Walter, un fuerte nombre alemán, el 11 de septiembre de 1924. Deseo realizar un pequeño paréntesis, estimo necesario, con respecto al apellido Rosenberg y sus raíces hebreas, ya que paradójicamente el filósofo del NSADP o Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, ahorcado por crímenes contra la humanidad tras el Juicio de Nüremberg, se llamaba, asimismo, Alfred Rosenberg, nacido en Reval/Tallin/Estonia. Fue uno de los mayores propagandistas de la ideología nacionalsocialista o nazi, supremacista y antisemita, favorecedor del Lebensraum, y de la derogación del Tratado de Versalles, opositor del arte moderno, por ejemplo, de la música-culta de la Escuela de Viena y de Arnold Schönberg, y a la postre negaba la raíz hebrea del cristianismo. Walter Rosenberg nació con un índice de inteligencia muy superior a la media, así ira evolucionando hasta el año 1936, en el que elige en su ficha escolar del instituto ninguna religión y de nacionalidad checoslovaca.

Sin embargo, en la fotografía del curso 1938-1939 no encontramos ya el menor rastro de Walter Rosenberg. Todo había cambiado, hasta la forma del país. Tras los acuerdos de Múnich de 1938, Adolf Hitler y sus aliados húngaros se habían repartido Checoslovaquia y, en la primavera de 1939, lo que quedaba del país estaba fragmentado. Eslovaquia se presentaba como una república independiente, aunque en realidad era una criatura concebida con el beneplácito y la protección del Tercer Reich, que veía en la ultranacionalista Guardia de Hlinka, perteneciente al Partido Popular Eslovaco, un reflejo de sí mismo. Al final, los nazis se anexionaron e invadieron el resto del territorio checo e instauraron el Protectorado de Bohemia y Moravia. Hungría, por su parte, se apoderó de un último trozo del país. Terminado el reparto, los habitantes de lo que había sido Checoslovaquia quedaron, en mayor o menor medida, a merced de Adolf Hitler”.

El cambio social fue inmediato, y los judíos comenzaron a notar que estaban en el inicio de su desaparición como etnia y religión. En Eslovaquia el nuevo jefe del Gobierno era un clérigo católico, Jozef Tiso (13 de octubre de 1887-18 de abril de 1947), quien sería ejecutado-ahorcado por el gobierno comunista checo, tras haber dejado, a priori, perlas incalificables tales como: ‘¡eslovaco elimina a tu parásito judío!’. No obstante, la jerarquía católica informó y presionó al Papa Pío XII para que pusiese firme a este atrabiliario sacerdote. En 1943, el arzobispo Burzio y el Nuncio Roncalli (futuro Papa Juan XXIII), condenaron el totalitarismo y el antisemitismo, en términos muy duros. Desde aquí, y con este caldo de cultivo, su camino hacia Auschwitz era cuestión de tiempo.

El prólogo fue prístino: “En Eslovaquia, el adolescente Walter Rosenberg notó el cambio de inmediato. Le comunicaron que, independientemente de su elección en la materia de estudios religiosos o de lo que hubiera puesto en la casilla correspondiente a ‘nacionalidad’, satisfacía la definición jurídica de judío y era mayor de trece años; por consiguiente, su plaza en el instituto de Bratislava ya no estaba disponible. Su formación había concluido”. Con este preámbulo, estimo preciso, recomiendo vivamente esta obra, mezcla genial de novela y ensayo históricos, sobre un hecho no muy conocido, pero que sirve para enriquecer toda la bibliografía historiográfica relativa a aquel sistema político enaltecedor del genocidio, el nacionalsocialismo. ¡Estupenda obra! «Libidines ad potiudum incitantur. ET. Dei providentia, hominum confusione».

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