“Durante 1976 y el 80, se miró hacia otro lado por la mayoría de la población. No se sabía quién te podría llevar, pero te llevaban. El país no tenía conciencia. Durante 3 años hubo 700 centros de detención. Muchos niños tuvieron que vivir con sus madres confinadas y se vendieron muchos a unos supuestos nuevos padres. Todo eso se quiso cerrar. Se realizaon investigación investigaciones para conocer quién había matado a tanta gente, pero no se llegó a nada. Cuando era estudiante en el instituto, hacíamos muchas manifestaciones y huelgas. A muchos chavales se los llevaron detenidos”, cuenta Carlos en rueda de prensa. La novela narra lo que ocurrió en Buenos Aires, en1978. Pasados dos años del golpe de Estado, miles de personas eran recluidas en centros clandestinos de detención. La mayoría no saldría con vida. Julio, joven hijo de un poderoso industrial, es uno de ellos, un «desaparecido» más. Salvará su vida el mayor Morales, a cargo del cuartel, porque le recuerda a su hijo fallecido en un accidente. Tres meses más tarde, Julio es «liberado», pero ya no será el mismo. Ha tomado una decisión. De allí, nos trasladamos a Madrid, en el año 2000. Julio se llama ahora Jorge Luis. Lleva una vida acomodada y solitaria. Durante una salida fortuita, se encuentra con Morales y despierta en él la voz de Julio, que exige venganza. Se introduce en la vida del exmilitar para destruirlo, y desarrolla hacia el hombre que debe matar un afecto que no tuvo por su propio padre. Pero la historia de ambos es una canción triste, un tango fatal del que ya suenan los compases finales. “No quería escribir una novela panfletaria sobre lo ocurrido, eso ya se había hecho. Necesitaba encontrar una voz y mi propia culpa. La novela es sobre una venganza imposible. Un torturador no se redime suicidándose, pero algo indica que no está a gusto consigo mismo”, cuenta el autor argentino. “La Justicia puede ser lenta, pero sigue siendo justicia”“En mi opinión, la gente tiene que tener elementos para no olvidar. Hubo muchos supervivientes, algunos llegaron a escaparse desnudos de donde estaban confinados. Demasiados torturadores fueron indultados, pero no hubo venganza de los torturados hacia ellos; confiaron en la Justicia. Ésta puede ser lenta, pero sigue siendo justicia”, sostiene Carlos Salem.
Muchos de esos torturadores huyeron a Europa con el dinero que robaron de sus víctimas. A algunos les robaron hasta los hijos. “Todo nuevo rico es conservador. Es un tipo con problemas de conciencia. ¿Cuánto tiempo tarda en hacer lo correcto? El pequeño poder es más cruel que el general. Hubo muchas voces maduras que se sintieron culpable por haber sobrevivido. Su vida no tiene sentido si no cumple la venganza y lo encuentra en Madrid, eso es lo que ocurre en la novela”, cuenta sin querer dar muchas pistas. “Hay una esquizofrenia generalizada en la clase media argentina. Y tiene mucho que ver con lo que paso en esos años. Hay que dejar pasar el tiempo hasta que se encuentra lo que se busca. Si tú torturas a tu torturador, en qué te conviertes. En la novela me hago una pregunta que traslado a los lectores: ¿Qué elegirías entre ser torturador o torturado? Yo me contesto que no creo en el perdón, no creo en el olvido. Lo que si me consuela es que Videla murió en la cárcel sentado en el retrete. Una imagen patética”, desarrolla a ritmo de tango en la presentación. Cree el escritor que “hay una historia de amor muy dura en el libro. Escribí todo lo del pasado, pero hay un tema presente que es la locura. Hay un trasfondo de maltrato. Una de las protagonistas se casó con un maltratador. Todo el mundo tiene cadáveres en el armario. Yo nunca pregunté nada, por eso nunca obtuve respuestas”. “Es una novela contradictoria. La mejor que he escrito, y no creo que escriba una mejor. En Gijón hay una sensibilidad especial para los temas sociales. Los fascismos son todos iguales porque dejamos que ocurran. Los estudiantes fueron los que salieron a la calle, y no las centrales sindicales. Muchos tendrían que callarse por su comportamiento cómplice”, asevera. Para Carlos Salem, su nueva novela es histórica de fondo. “Cuenta la historia de una venganza. Está basada en gente conocida. Miles de personas afectadas, hicieron un ejercicio de olvidar y no de vengarse. Mi objetivo es más literario. Te ríes y reflexionas. Hay que recordar que en ese tiempo se estaba matando a gente y se estaba ganando un mundial de fútbol.” Para concluir, nos apunta que “quien quiera oír que oiga. No quería que fuese un manual de torturas. He tardado 30 años para saber cómo tratar esta historia. Los escritores elegimos escribir y elegimos el final. Creo que no me ha salido una novela moralizante. Es una historia de desdoblamiento, tiene muchas lecturas. No enseño nada a nadie. El daño moral que hizo la dictadura fue muy grande, de aquellas lluvias vienen esos lodos. Es tremendo. No es el mismo país desde la dictadura. Baste ver lo que está ocurriendo en el país que está en manos de un nazi cómico que puede llevarlo a una guerra civil”, finaliza Carlos Salem. Puedes comprar el libro en:
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